Hace unos meses, el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro aparecía ampliamente derrotado en todos los sondeos por su archirrival Luiz Inácio Lula da Silva en las presidenciales de octubre en Brasil. En algunos de ellos ya en primera vuelta.
Pero desde entonces ha remontado y los analistas no descartan la posibilidad de un nuevo mandato de cuatro años.
A finales de 2021, Bolsonaro tocó fondo en intención de voto.
Su popularidad se había hundido debido a su criticada gestión de la pandemia del coronavirus, que ya dejaba más de 620.000 muertos, a la disparada inflacionaria, al crecimiento de la pobreza y a los 12 millones de parados.
A mediados de diciembre, el instituto Datafolha daba al expresidente izquierdista el 48% de las intenciones de voto en la primera vuelta del 2 de octubre. A Bolsonaro, el 22%.
Desde entonces, en todos las encuestas, independientemente de su metodología, el excapitán del Ejército de 67 años ha tomado mucho impulso.
A fines de abril, una encuesta de PoderData lo ubicaba a solo cinco puntos (36%) del expresidente Lula (41%).
Y en las regiones sur, sudeste y centro-oeste, con casi 100 millones de votantes -alrededor de tres cuartas partes del electorado- ambos aparecían empatados, con el margen de error, en primera vuelta.
A caballo, como Putin
¿Cómo se explica esta remontada?
“En parte por la retirada de la carrera del exjuez Sergio Moro (…) Esos electores fueron llamados a posicionarse por candidatos con mayor afinidad ideológica”, explica Geraldo Monteiro, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad del estado de Rio de Janeiro (UERJ).
También se explica por “la gran competencia” con la que Bolsonaro “mantiene y alimenta la polarización en Brasil”. Regularmente “mantiene galvanizados a sus votantes”, lanzando “nuevas peleas” contra la Corte Suprema o los gobernadores, agrega.
Pero Bolsonaro también encontró recientemente el favor de dos grupos de votantes, señala Lucio Renno, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Brasilia (UnB): “Los pobres, expandiendo ayudas sociales”, y “los antipetistas volvieron a él (a falta de otras opciones)” tras el abandono de Moro, dijo en alusión al PT (Partido de los Trabajadores) de Lula.
A cinco meses de las elecciones presidenciales, “Bolsonaro ya está en plena campaña”, señala Sylvio Costa, fundador del sitio de noticias Congresso em foco. “Se reúne con los votantes todo el tiempo”, agrega.
El mandatario ha multiplicado desde hace meses las giras por el Brasil profundo, reparte generosamente los fondos públicos, inaugura impresionantes infraestructuras y trabaja la tierra ‘petista’ del nordeste.
Y se da baños de masas, participando en desfiles varoniles de motociclistas. Incluso ha sido filmado a caballo, como el presidente ruso, Vladimir Putin.
Además, su clan usa hábilmente su fuerza en las redes sociales.
Congresso em Foco señaló que, a fines de abril, las cuentas de los aliados cercanos a Bolsonaro en Twitter sumaron decenas de miles de nuevos seguidores.
La del senador Flávio Bolsonaro, el hijo mayor del presidente, sumó más de 75.000 en pocos días, el 62% de los cuales son robots.
Así, los mensajes más controvertidos son los más vistos. La desinformación se extiende como la pólvora.
35% de opciones
Lula, de 76 años, ni siquiera tiene celular. En las redes sociales tiene menos de 5 millones se seguidores frente a los casi 20 de Bolsonaro.
“Para el pueblo, Bolsonaro ya fue reelegido”, exclamó el domingo Luciana Ribeiro, una bolsonarista de 47 años, durante una manifestación en Rio de sus fervientes partidarios.
Pero hay que tener en cuenta que nunca un presidente en busca de un segundo mandato en Brasil tuvo una tasa de rechazo tan alta como el aproximadamente 50% que se atribuye a Bolsonaro.
“No está descartado que Bolsonaro tome la delantera, dependiendo de lo que suceda en la campaña. (…) Hoy solo le doy un 35% de posibilidades de reelección”, explica Monteiro.
Bolsonaro tiene un núcleo duro del 20% de los votos y “la garantía de presentarse en la segunda vuelta”, apunta Renno. “Lula sigue siendo el favorito, pero no se debe descartar a Bolsonaro”, dice.
“Es fuerte electoralmente porque moviliza a los conservadores, es decir a gran parte de la población brasileña”.
Últimamente, Lula, que gobernó el país entre 2003 y 2010, ha multiplicado los traspiés, con torpes declaraciones sobre el aborto, las clases medias o la policía.
Queda por ver si su gran acto del sábado en Sao Paulo, durante el cual debería lanzar su precandidatura, traerá nuevos aires al viejo zorro de la política brasileña.