Desde la mañana del 15 de junio, los burdeles griegos, que habían estado cerrados durante unos tres meses, han vuelto a abrir. Sin embargo, han tenido que cambiar su forma de trabajar a raíz de la pandemia, ya que ahora hay una serie de normas sanitarias que los clientes y empleados deben seguir.
Los requisitos para que lo burdeles griegos puedan ofrecer sus servicios son los siguientes:
- Los empleados deben lavarse las manos con agua y jabón o con una solución antiséptica antes y después de cada cliente. Si es necesario, se deben usar guantes desechables. Hay que evitar el contacto físico innecesario (como el apretón de manos).
- Hace falta mantener las ventanas y puertas abiertas para ventilar la habitación donde se prestan los servicios sexuales.
- La prestación de servicios no debe exceder los 15 minutos por cliente.
- No está permitido atender a dos o más clientes.
- Durante el coito, hace falta estar en posiciones que proporcionen distancia, no contacto cara a cara.
- Se recomienda el uso de una máscara de tejido no médico. Esta práctica puede ser parte del juego durante el coito.
- Hay que evitar pagar en efectivo usando tarjetas de plástico cuando sea posible.
- Las trabajadoras sexuales deben tener una lista de clientes que incluirá el nombre y el número de teléfono del visitante (datos que permanecerán en estricta confidencialidad). Además, se informa a todos los clientes que sus datos de contacto se guardan durante cuatro semanas en un sobre cerrado en caso de confirmación de infección por COVID-19.
¿Una buena idea o una medida inútil?
No obstante, las nuevas reglas, lejos de salvar las casas públicas de la quiebra, las sitúan en peligro de extinción, puesto que ponen en entredicho la misma ejecución del acto sexual, opina el doctor Thanos Askitis, especialista de Psiquiatría de la Universidad de Atenas y presidente del Instituto de Salud Mental y Sexual.
“Las normas son correctas. Si lo piensas con detenimiento, es evidente que se trata de medidas saludables para la prevención de la infección con coronavirus. Pero no se puede aplicar, porque están diseñadas para personas con una mentalidad muy intrusiva, extremadamente detallada y muy cuidadosa, que en principio excluye el proceso del sexo en sí mismo”, opinó el psiquiatra en el canal Mega.
Según el especialista, el cliente de un burdel que ha pagado por un servicio sexual está buscando placer, por lo que todas las normas sanitarias se olvidan y simplemente no se pueden aplicar.
Por ejemplo, las reglas prescriben que el coito debe realizarse de tal manera que una cabeza esté a una distancia de un antebrazo de la otra, lo que es imposible, asegura Askitis. Los 15 minutos por sesión hacen que el servicio prestado al cliente no sea satisfactorio. En lo referente al pago con tarjeta, un hombre casado no puede pagar los servicios así, y lo mismo vale para una lista con nombres de clientes, aunque sea confidencial.
Fuente: Sputnik