Por: Amaury Pérez Vidal
Para Emiliano, Sara, Eduardo, y Pablo que se nos adelantaron.
¿Qué somos si no recuerdos? Recuerdos felices o desdichados, tristes o venturosos. No sé quien lo dijo, pero tiene toda la razón.
A finales de marzo o principios de abril de 1976, con 22 años, había terminado de grabar mi primer disco “Acuérdate de abril” finalizado mi trabajo cómo técnico en el ICAIC, y fui invitado por el GES (Grupo de Experimentación Sonora) a propuesta de Sara González y Pablo Milanés, a participar en la primera gira del grupo por Polonia, Bulgaria y España. La nómina estaba integrada por Eduardo Ramos en el bajo, Emiliano Salvador en el piano, Pablo Menéndez en la guitarra, Norberto Carrillo en las percusiones, Ignacio Berroa en la batería, Manuel Varela en el saxo y la flauta, y como cantantes Pablo, Sara y yo.
Toda vez que no teníamos ropa “decente” con la que presentarnos, nos entregaron unos cupones para adquirir ropa interior, una camisa y un pantalón, más una chaqueta porque en esos meses por esa parte del mundo, el frío pega duro. Era una tienda para viajeros de nombre Primor. En esos años sí que había escaseces; ni dólares, ni tiendas para turistas, ni turistas, ni ropa, ni zapatos, ni comida, pero un entusiasmo y una alegría que no nos importaba nada, al menos para los que no teníamos la responsabilidad de dar de comer o vestir a su familia.
Bueno, el cuento es que en una actuación multitudinaria en Cracovia, espectacular ciudad de Polonia, y bajo nieve copiosa y cegadora nos ocurrió lo inimaginable:
El público gozaba mientras ofrecíamos nuestro concierto, y sonreía constantemente como si fueran espectadores de un show humorístico. Nosotros no entendíamos que ocurría, pero nos sentíamos estimulados y continuamos el espectáculo hasta el final: El público comenzó a gritar ¡Otra, Otra! y nosotros felices de que nos honraran con su improviosado castellano entonamos otro tema. Una vez terminado ese volvieron a vociferar, en medio de un mar de risotadas, ¡Otra, Otra! y nosotros regresamos confundidos al escenario para regalarles una nueva canción al grupo de entusiastas aplaudidores polacos que se carcajeaban cada vez más señalándonos.
Entonces, al darme vuelta hacia los músicos lo comprendí todo sumiéndome en un gran bochorno: No nos pedían otra sino que gritaban ¡ODRA, ODRA!, un horroroso conjunto de jean y chaqueta de manufactura polaca que se vendía en el campo socialista (también en Cuba) muy baratos y que por supuesto los polacos JAMÁS usaban por considerarlos “cheos” y de gente de pocos recursos. Por eso eran los abucheos y las risas que nosotros confundimos con “Otra”. Regresamos al hotel, nos despojamos de los conjuntos ODRA y los echamos al basurero. La frágil mezclilla se mezcló para siempre por los drenajes y ya nunca más, en aquella gira primigenia, nos gritaron ¡ODRA!… ni nos pidieron, por supuesto, ¡Otra!. Nos fuimos a una taberna cercana y bebimos en silencio muy apenados planificando el concierto del día siguiente.
Ya en España todo cambió para alivio y regocijo nuestro; 20 conciertos con las localidades agotadas ¡Hasta un disco en vivo nos grabaron: “La Nueva Trova Cubana en el Teatro Monumental de Madrid”
¿Qué somos si no recuerdos?