Santo Domingo. Los economistas Jacqueline Boin y José Serulle Ramia, presidenta y presidente-fundador de la Fundación Ciencia y Arte, valoraron hoy el discurso de rendición de cuentas, balance de sus dos primeros años de gobierno, pronunciado por el presidente Luis Abinader en Santiago, el 16 de agosto, en ocasión del 159 aniversario de la Guerra de la Restauración.
Un balance favorable desde el punto de vista cuantitativo
Los doctores Boin y Serulle consideran que Abinader que durante los dos años, se ha visto obligado, a raíz de la continuación de la pandemia de la Covid-19, tal como ha sucedido para numerosos gobiernos, a dividir sus actuaciones en dos etapas.
“Le correspondió primero actuar en un contexto de emergencia en los terrenos de la salud y de la economía. Esto hizo que el gobierno que preside tuviese que enfrentar el nuevo coronavirus, satisfacer las demandas de salud y compensar las pérdidas de empleos e ingresos”, indican en un documento de posicionamiento de la Fundación Ciencia y Arte.
Señalan que luego, después de estar controlada a medias la enfermedad, gracias a la vacunación y otras medidas, le tocó actuar en la dirección de la recuperación de la actividad económica que había sufrido una disminución drástica durante lo que restaba del año 2020, todo el año de 2021 y lo que va del año 2022.
“El balance ha reflejado la realización de una intensa labor en esos dos campos y ha arrojado resultados cuantitativos positivos, con índices que pueden, en muchos casos, constituirse en referencia y que darían fe de que el equipo de Gobierno “está cumpliendo con su función”.
La enumeración de las obras y proyectos programados, iniciados y en curso, muestra la intervención del gobierno en muchos frentes de la vida social, en diversas regiones del país y un uso adecuado de los instrumentos tradicionales de política monetaria y fiscal con miras a frenar el impacto de una inflación, importada en su gran parte, y a favorecer en sus condiciones de existencia a los sectores más desposeídos de la población, expresan los economistas.
Manifiestan que en el área de la educación, el primer mandatario resalta el esfuerzo desplegado por mejorar su calidad. En el marco de las funciones del Estado, se destacó un trabajo importante en la dirección de eliminar la corrupción en el tren administrativo del Estado y el irrespeto a la ley.
Resultados alentadores pero limitados
Los directivos de la FCA advierten que no obstante el anuncio de cifras favorables en lo que respecta al crecimiento de los indicadores económicos más usados, como el crecimiento del PBI, la tasa de inflación, el desempleo, la deuda pública interna y externa, el monto de inversiones en un sector u otro, el monto de las reservas de divisas en el Banco Central, entre otros, una importante proporción de la población dominicana se queja del alza de los precios y de la disminución drástica de su ingreso real o poder adquisitivo.
“La descripción de la situación económica y social resultante de las medidas tomadas en ese terreno, se ha limitado esencialmente a arrojar informaciones numéricas, compararlas a la situación prevaleciente antes de la crisis de salud o durante la pandemia, considerando en esta ocasión la economía como si fuera una ciencia fría, desvinculada del carácter social, ambiental, político y cultural de la sociedad”.
Dicen que el Presidente de la República pudo haber penetrado y tocado con profundidad, por su formación profesional, temas de los cuales algunos fueron presentados hace meses por el mismo gobierno como objetos obligatorios de reformas: las funciones del Estado y de las autoridades locales, el rol de las comunidades en la consolidación de un régimen democrático y la importancia de la cohesión social.
Se han quedado áreas estratégicas sin abordar como la gestión ambiental. Solo se ha mencionado el ordenamiento territorial, como un proyecto futuro y no como una urgencia con el objeto de garantizar una vez por toda uno de los elementos fundamentales que abren el camino al desarrollo integral de la República Dominicana.
Política exterior: Haití
En el contexto de las relaciones con el exterior, todo parece indicar, que la política aplicada con miras a mejorar las relaciones que sostienen los Estados y pueblos de Haití y República Dominicana, se circunscribe a la construcción del muro separador con el supuesto objetivo de limitar la emigración irregular de Haití a la República Dominicana, así como las actividades ilícitas que se llevan a cabo en el territorio fronterizo.
No se hace alusión, en el discurso, a la necesidad de estrechar las relaciones que unen actualmente a los dos países, ni a la interdependencia que existe entre estos en todos los órdenes y la necesidad que tienen ambos Estados y pueblos de trabajar juntos en el fortalecimiento de las mismas. Esto visto en términos de unas relaciones que, en la dimensión humana, social, económica y ambiental, podría convertir las relaciones entre República Dominicana y Haití en un ejemplo a seguir por los demás países fronterizos, basadas en el entendimiento, la comunicación e intercambios comerciales y culturales permanentes –diáfanas y transparentes-, en el respeto de los valores patrios y de la historia de cada nación y en la búsqueda constante de la cooperación en todos los terrenos, definiendo con claridad meridiana el papel a jugar por la Región del Caribe, Latinoamérica y el resto del mundo..
No se pueden dejar de abordar esos temas, de carácter decisivo para el presente y futuro de la nación dominicana, por el simple hecho de que puedan valorarse como complejos y de alta sensibilidad.
Una apreciación crítica constructiva. Recomendaciones generales
Sin embargo, la era del cambio, de un cambio profundo, de una verdadera transformación aún no ha llegado y no puede haber llegado todavía en un espacio de tiempo tan corto, y sobre todo manteniéndose en la formación social dominicana los intereses que tradicionalmente han definido el presente y que desean seguir modelando el futuro del país.
Después de logrado cierto nivel de recuperación de la economía, como afirma el Excmo. Presidente de la República, Luis Abinader Corona, se puede abordar la tercera etapa de la estrategia, aunque la segunda esté todavía en curso. Es la de planificar e iniciar las verdaderas transformaciones que requiere el país para transitar hacia un desarrollo de carácter integral. Esto incluye el cambio de los objetivos y de los principios que animan a las autoridades en su accionar en procura del bienestar de la ciudadanía. También debe incluir los aspectos relacionados a la cultura, sin los cuales es imposible delinear el rumbo de una nueva sociedad.
En economía, más allá de las cifras record que se puedan exhibir, no bastan las medidas coyunturales, ni siquiera aquellas políticas económicas que son consideradas como estructurales. Las inversiones tanto públicas como privadas deben estar dirigidas a suplir productos de calidad, satisfacer las necesidades de la población, crear empleos, generar ingresos y oportunidades en todo el territorio del país. Las riquezas creadas en el proceso productivo deben ser justamente distribuidas y no ser objeto de una concentración tal de capitales que despoja a los demás miembros de la sociedad del mínimo ingreso necesario para montar un negocio o sobrevivir. Las infraestructuras y servicios ofrecidos a la población deben corresponder a los derechos que tienen los ciudadanos de acceder a esos servicios considerados como básicos.
La salud, como sabemos, es uno de los servicios públicos del cual dependen nuestras vidas. Nadie puede negarse a darle mayor importancia en el presupuesto nacional para aumentar su calidad y su carácter de bien público.
La educación ha logrado mejorar sus infraestructuras y es loable el interés gubernamental de abrir extensiones de la UASD en diversas regiones. Ahora bien, la educación es también un soporte de la existencia social de los seres humanos. Esta debe aparte de transferir conocimientos, contribuir a transformar la mentalidad de la gente, su forma de pensar y actuar, en función de las nuevas ideas planteadas sobre cómo llevar a cabo el desarrollo de una nación y de las políticas correspondientes que deben ser aplicadas. Debemos pasar del individualismo que nos mantiene encerrados en acciones excluyentes de la mayoría de la población y adoptar una concepción comunitaria y equitativa del desarrollo. Esto llevará el gobierno a ser más fiel en la representación del interés nacional y a actuar en procura del bienestar de todos.