La Semana Santa viene cargada de eventos tradicionales que la caracterizan, sin embargo, muchos de ellos han ido desapareciendo con las nuevas generaciones.
Las personas de la provincia San Juan, que hoy tienen entre 40 y 60 años crecieron en medio de una cultura que les permitía indentificar y asimilar la Semana Mayor como una época especial, debido a que su estilo de vida cotidiana hacía una pausa y adoptaban otro.
Tradiciones que han desaparecido:
El silencio: Hasta hace menos de 20 años, el ruido brillaba por su ausencia desde las 12:00 del mediodía día del jueves hasta las 12:00 de la medida noche del viernes santo. En éste espacio no se realizaban actividades que pudieran provocar ruidos, por lo que muchos de los quehaceres domésticos como buscar leña y agua en las zonas rurales, así como majar ajo o cualquier tipo de sazón, eran tareas que se realizaban antes del jueves a las 12:00.
Tampoco se podía poner música, y los vehículos no podían circular en el pueblo de El Cercado, según indicó el señor Ramón Romero.
En la casa no se podía hablar alto y los infantes estaban exonerados de las pelas.
No bañarse en el río ni tener relaciones sexuales
Todavía en la década del 2000 , las personas no se bañaban en el río el viernes santo, por la creencia de que se volverían peces, según los antecesores. También se habla de que la gente no tenía temor de sostener relaciones sexuales ese día.
Los gallos: Debido a que estaba prohibido el ruido, tampoco se podía jugar gallos, y según cuentan los adultos mayores, un hobby de los hombres de esa localidad era desafiar a las autoridades jugando gallos de manera clandestina.
Aunque algunas tradiciones han desaparecido por completo, otras se mantienen aunque con menos intensidad.
La carne: una forma de los católicos hacer un sacrificio es evitando comer carne los viernes durante el tiempo de la cuaresma, sin embargo, hay algunos que han ido abandonando la tradición, sólo manteniéndola para el caso del viernes santo.
Disfraces: durante los días jueves, viernes, sábado y domingo, algunas personas se disfrazaban de elementos no identificables, donde el único propósito era infundir el miedo en los infantes, quien salían despavoridos al verlas.
La famosa “cúcara”, como se hacían llamar los disfrazados, utilizaban un látigo (fuete), paja, cuernos, plumas, algodón, carbón, un vestido de mujer, entre otros artículos, con la intención de aparentar lo más temible posible. En caso de atrapar a un niño, dibujaban una cruz en la tierra y lo ponían a besarla.
La cúcara todavía existe, pero no con la mismas características.
Las habichuelas con dulce: Esta es la tradición más esperada todos los años, la cuál también ha ido cambiando a través del tiempo en la provincia San Juan, pues anteriormente lo que más se hacía era habas con dulce o chacá, lo que ha sido sustituido en gran parte por habichuelas con dulce.
Las habas con dulce, también denominadas condolia en ocasiones dañaban el banquete, dibo a que solían salir amargas y por más azúcar que le pusieran el sabor a amargo era imposible dejarlo de percibir.