Las autoridades dominicanas, en colaboración con agencias internacionales como la DEA, revelaron los detalles sobre una red de narcotráfico internacional desmantelada bajo el operativo Búfalo NK, cuya cabeza visible es Juan Carlo López Macías, alias “Sobrino” o “El Grande”.
Este colombiano, líder de una poderosa organización criminal, mantenía estrechos vínculos con el Frente Camilo Torres Restrepo del ELN, el Cartel de Sinaloa en México y la red de narcotráfico Los Lorenzana en Guatemala.
Una operación transnacional de gran magnitud
López Macías lideraba la distribución de grandes cargamentos de cocaína producida en laboratorios ubicados en el departamento del Putumayo, Colombia. Su organización estaba altamente estructurada, con una infraestructura logística capaz de enviar drogas hacia destinos clave como República Dominicana, Puerto Rico, Estados Unidos y Europa. Utilizando bases de operación en la Guajira, entre Bahía Honda y Bahía Hondita, en la frontera entre Colombia y Venezuela, la red se encargaba de mover las sustancias controladas por rutas que les permitían eludir a las autoridades.
La droga se transportaba desde el Putumayo en vehículos de carga, principalmente camiones que simulaban transportar bananos. Estos cargamentos se movían por rutas estratégicas que incluían Putumayo – Huila – Llanos orientales – Norte de Santander – Cesar – Guajira, hasta llegar al sector de Uribia, donde eran cargados en lanchas rápidas tipo Go Fast o en barcos pesqueros que partían hacia República Dominicana o Puerto Rico.
La complicidad dominicana: Rafael Ynoa Santana y su red logística
En República Dominicana, uno de los principales socios de “El Grande” era Rafael Ynoa Santana, alias “Felo, El Cojo, El Don”. Ynoa Santana, responsable de coordinar el transporte y distribución de la droga en el Caribe, enviaba navíos y tripulaciones dominicanas a Colombia para recoger los cargamentos de estupefacientes. Estos ciudadanos dominicanos, conocidos como “Navíos”, eran enviados con las embarcaciones y se alojaban en rancherías en la Alta Guajira, a la espera de realizar la operación de tráfico.
La red contaba también con el apoyo de otro dominicano, Isidoro Rotestan Clase, alias “El Men” o “El Don”, quien participaba en la coordinación de estas actividades ilícitas. Las embarcaciones partían desde Colombia hacia las costas dominicanas, donde continuaba el proceso de distribución y venta de los estupefacientes.
El narcotráfico y la amenaza regional
De acuerdo con el expediente, la operación de López Macías representaba un grave peligro no solo para el orden público y la seguridad del Estado dominicano, sino también para la región entera.
La Operación Búfalo NK ha expuesto los profundos lazos de este grupo criminal con otras organizaciones de narcotráfico transnacionales y su capacidad para penetrar mercados en Norteamérica y Europa.
Gracias a la colaboración entre la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), el Ministerio Público y agencias internacionales como la DEA, se logró un golpe contundente a esta red, que operaba con gran impunidad. Las autoridades continúan investigando para desmantelar por completo esta estructura criminal y llevar a todos sus implicados ante la justicia.