Autógrafos y abrazos con los soldados ucranianos, autos que pasan sonando bocinas y ondeando banderas: la población de Jersón saborea su recién conquistada libertad.
Tras más de ocho meses de ocupación rusa, los residentes de la ciudad sureña celebran la libertad mientras analizan lo vivido.
En la céntrica plaza Svoboda, la bandera nacional ondeaba sobre el techo de un edificio administrativo regional.
Cientos de personas se congregaron en el sitio, niños, familias y ancianos.
Lyubov, una estudiante de teatro de 17 años, estaba encantada. Llevaba los colores azul y amarillo pintados en el rostro y una bandera ucraniana en los hombros.
“Estoy tan feliz, no puedo expresar mis emociones”, comentó a la AFP.
“No podía creer que finalmente nos hubieran liberado tan rápido, es un gran alivio”, agregó.
Consultada sobre lo que más extrañó durante la ocupación, respondió “libertad”, casi a gritos.
“Cuando estaban aquí los rusos nos sentíamos incómodos. No podíamos dejar la ciudad. No podíamos ir a comprar libremente”, recordó. “Yo tenía miedo de que alguien me atacara”.
Los soldados ucranianos son recibidos como celebridades en Jersón.
Cuando llegan, la gente corre a abrazarlos, los niños les piden autógrafos, les dan banderas y globos para que los firmen.
Los soldados se muestran humildes y receptivos.
“Hacemos nuestro trabajo, no somos héroes”, comentó uno de ellos.
- “Agradecidos” –
Otra que firmaba banderas dijo: “tengo sentimientos que no suelo tener. Le agradecemos a la gente de Jersón que esperó nuestra llegada”.
En la calle frente a la plaza, la multitud abucheaba al paso de un lanzacohetes ruso remolcado por un vehículo militar ucraniano.
Muchos llegaron al sitio a usar la internet inalámbrica brindada por un satélite de Starlink.
Aleksandr Murzak, de 62 años, y Valentina Murzak, de 59, acababan de hablar con su hija por teléfono.
Se enteraron de la liberación de la ciudad cuando la hija les dio la noticia.
“Yo lloraba, ella lloró también”, cuenta la madre.
Cerca de allí, Andriy, un estudiante de filosofía de 33 años, dijo: “estoy muy feliz de que finalmente estamos libres”.
“Ahora no tenemos electricidad en la ciudad, no hay agua, calefacción, señal de teléfono móvil, ni conexión de internet. Pero tampoco hay rusos”, celebró.
Sorprendido de lo rápido que se resolvió la liberación, dijo estar “feliz de que nuestra ciudad no quedó en ruinas como otras, afortunadamente”.
- Enojo –
Había mucho enojo entre la gente por el comportamiento de los soldados rusos.
“Ellos saquearon todos los apartamentos, destruyeron las puertas”, reclamó Svetlana Vilna, de 47 años.
“Se llevaron todo el equipo electrónico, son ladrones”, agregó.
Dice haberse sentido como “en prisión durante nueve meses”.
Oleg Nazarenko aseguró que los jóvenes a menudo eran detenidos y registrados.
“Nos aterrorizaban. Eran peor que los fascistas”, expresó la joven de 25 años.
En el oeste de la ciudad, donde los soldados rusos tenían un puesto de control, jóvenes pintaron de amarillo y azul los bloques de concreto que resguardaban a los ocupantes.
Los pobladores se congregaron al lado de la carretera ondeando banderas ucranianas y haciendo la señal “V” de victoria a los autos que pasaban.
En otro sitio, gente quemaba basura y hojas secas.
“Mira toda la basura que dejaron, nunca hubo tanta. Eran unos cerdos”, se quejó Sergei Zatirko, de 65 años.
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