América Latina y el Caribe, sumida en una crisis de desarrollo, está en medio de una década perdida y en vez de cambios tímidos requiere políticas audaces y transformadoras, planteó este lunes 24 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su más importante reunión bienal.
Los países de la región “deben adoptar políticas que les permitan dinamizar el crecimiento sostenible, atenuar las presiones inflacionarias, generar empleo de calidad y mitigar los costos sociales junto con reducir la pobreza y desigualdad”, plantea el documento divulgado durante el 39 período de sesiones de la Cepal.
El documento de 300 páginas titulado “Hacia la transformación del modelo de desarrollo en América Latina y el Caribe: producción, inclusión y sostenibilidad”, fue presentado en esta capital a autoridades y expertos de la región por el nuevo secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs.
Ante la necesidad de políticas “que realmente muevan las agujas del desarrollo”, la Cepal recalca la urgencia de actuar para recuperar la inversión y el crecimiento, y reconoce el papel central del Estado en el diseño y ejecución de políticas para la transformación del modelo de desarrollo.
Sin embargo, argumenta la importancia de fortalecer las alianzas públicas y privadas, y subraya la necesidad de avanzar en los pactos fiscales, productivos, sociales y ambientales para superar los problemas de la coyuntura y “transitar a largo plazo hacia sociedades sostenibles, cohesionadas y resilientes”.
Propone a 10 sectores como “principales impulsores” para dinamizar la transformación productiva y estructural, la inversión y la creación de empleo.
Ellos son energía (transición energética), electromovilidad, economía circular, bioeconomía, industria manufacturera de la salud, transformación digital, economía del cuidado, turismo sostenible, micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), y economía social y solidaria.
El informe analiza el presente y futuro de la globalización, la heterogeneidad productiva propia de la región y discute políticas para el desarrollo productivo sostenible. Asimismo, aborda la dinámica entre el empleo y la protección social y la importancia de los impulsos sectoriales para reactivar el crecimiento económico.
También examina otros tenas, como la economía circular, la economía del cuidado y la transformación digital, y presenta un conjunto de recomendaciones de política para el desarrollo sostenible en el nuevo panorama internacional y regional.
En 2022, según el documento, la región ha enfrentado una serie de crisis en cascada: climática, de salud, de empleo, social, educativa, de seguridad alimentaria, energética, y de costo de la vida, todas las cuales impactan a numerosos países, incluyendo a todos los de América Latina y el Caribe.
En la región, la combinación de factores externos e internos ha reducido la capacidad de crecimiento económico y de generación de empleos de calidad y dificultado su lucha contra la pobreza y la pobreza extrema.
Sus estructuras económicas y sociales se han debilitado y han entrado en situaciones que refuerzan la inercia de un débil desempeño económico.
Luego de la baja tasa de crecimiento económico, de 0,6 % promedio anual registrada en el período 2014-2019, de una contracción histórica de 6,9 % en 2020 y una recuperación de 6,5% en 2021, la Cepal estima que las economías de América Latina y el Caribe crecerán 3,2 % en 2022.
Pero se espera una fuerte desaceleración para el año próximo, con un crecimiento proyectado de 1,4 %.
Además, recientemente el menor crecimiento de la actividad económica ha estado acompañado de un significativo aumento en la tasa de inflación. En junio de 2022 el promedio regional fue de 8,4 %, más de dos veces el valor del promedio observado entre enero de 2005 y diciembre de 2019 (de 4,1%).
Por otra parte, la situación fiscal de los países de la región se ha deteriorado producto de los importantes esfuerzos fiscales que se hicieron para combatir los peores momentos de la crisis de covid-19 y sus consecuencias sociales.
La situación social en la región también se ha deteriorado, con aumentos considerables en los niveles de pobreza, reflejando los efectos de la pandemia y de la recesión económica que la acompañó.
Para 2020, la Cepal calculó que la pobreza y la pobreza extrema alcanzaron, respectivamente, a 33,0 % y a 13,1% de la población.
En 2021 la incipiente recuperación de las economías se tradujo en una caída muy modesta de la pobreza, a 32,1 %, y un aumento marginal, pero continuo, de la pobreza extrema, a 13,8 %.
“Todo esto plantea serios retos para los sistemas políticos y de gobernanza y para las capacidades técnicas, operativas y políticas de las instituciones públicas”, se reconoce en el documento que de ese modo llama a adoptar con audacia medidas transformadoras del modelo de desarrollo de la región.