Tokio, Japón |Cuando Megumi Ota necesitó la píldora anticonceptiva del día después, no pudo conseguir una prescripción a tiempo en virtud de una política que muchas activistas consideran un intento de “controlar” los derechos reproductivos de las mujeres en Japón.
“Quería tomarla, pero no pude hacerlo durante el fin de semana” porque la mayoría de consultas médicas están cerradas, explica a AFP.
Incapaz de conseguir una cita en las 72 horas siguientes a la relación sexual, cuando el método anticonceptivo de emergencia es el más eficaz, “tuve que entregarme a la suerte y quedé embarazada”.
Un panel gubernamental de expertos se formó en octubre de 2021 para estudiar la posibilidad de la venta libre de este método de contracepción en Japón, como ocurre en Norteamérica, la mayoría de países de la Unión Europea y algunos países de Asia.
Pero algunos ginecólogos expresan reservas, temiendo que esto pueda favorecer la propagación de enfermedades de transmisión sexual e incentive las relaciones sexuales ocasionales y sin protección.
Megumi Ota decidió interrumpir su embarazo después de que su compañero, que se negaba a usar preservativos, reaccionara con frialdad a la noticia.
“Me sentí impotente”, explica esta mujer de 43 años, que tenía 36 en esa época y actualmente dirige un grupo de respaldo a víctimas de traumas sexuales.
“Tendencia paternalista”
Japón dispone de unos servicios médicos de gran calidad, pero está clasificado en el lugar 120 de 156 países en el informe de 2021 del Foro Económico Mundial sobre igualdad entre hombres y mujeres.
“En el sistema japonés, hay una percepción de que las mujeres pueden abusar” de sus derechos reproductivos, dice Asuka Someya, una defensora de estos derechos de 36 años.
“Hay una fuerte tendencia paternalista en el mundo médico. Quieren mantener a las mujeres bajo su control”, añade.
El aborto, legal en Japón desde 1948, es posible hasta las 22 semanas, pero el consentimiento de la pareja es necesario, con raras excepciones, y el procedimiento quirúrgico es actualmente la única opción autorizada en el archipiélago.
Una compañía farmacéutica británica, Linepharma presentó el año pasado una solicitud en Japón para autorizar el uso de su píldora abortiva al comienzo del embarazo, pero la cuestión sigue en estudio.
La interrupción del embarazo no está cubierta por el seguro médico y la operación puede costar entre 100.000 y 200.000 yenes (750-1.500 dólares), incluso más en los abortos tardíos.
Asuka Someya, que tuvo un aborto cuando era estudiante, admite que estaba “aterrorizada” cuando le informaron del riesgo de quedarse estéril por el aborto. “Entonces pensaba que eso sería mi culpa”, explicó.
“Esto debe cambiar”
El preservativo masculino es de lejos el método anticonceptivo preferido en Japón y las alternativas están poco implantadas.
La píldora anticonceptiva no se aprobó hasta 1999 tras décadas de deliberaciones. Pero solo la usan un 2,9% de las mujeres japonesas en edad de procrear, contra alrededor de un tercio en Francia y casi el 20% en Tailandia, según un informe de la ONU en 2019.
La ginecóloga Sakiko Enmi, que lidera una campaña para un mejor acceso a la píldora del día después, pide al gobierno japonés que deje de dar largas al asunto: “Esto debe cambiar”.
El levonorgestrel, el medicamento usado en la contracepción de urgencia para retrasar o impedir la ovulación, es legal en Japón desde hace más de diez años.
Pero “no llega a aquellas que lo necesitan de verdad debido a su poca accesibilidad y a su precio”, dice la ginecóloga.
Las mujeres disponen ahora de consultas médicas virtuales para obtener la prescripción, pero todavía deben tomarse la píldora frente al farmacéutico.
Un panel gubernamental rechazó en 2017 su venta libre y numerosos médicos también se oponen a ello.
En octubre pasado, un sondeo de la Asociación Japonesa de Obstetricia y Ginecología reveló que un 92% de los profesionales preguntados decían tener preocupación sobre esta cuestión, especialmente por un uso abusivo de esta pastilla de emergencia.