El 23 de mayo es el Día Internacional para la Erradicación de la Fístula Obstétrica, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para concienciar a la población acerca de una grave lesión que sufren muchas mujeres durante el parto, especialmente en países con sistemas sanitarios deficitarios.
La fístula obstétrica es una de las lesiones más graves y trágicas que pueden ocurrir durante el parto. Se trata de un orificio entre el canal del parto y la vejiga o el recto causado por la prolongación u obstrucción de un parto sin recibir tratamiento médico oportuno de alta calidad.
Cada día unas 800 mujeres en todo el mundo pierden la vida a raíz de complicaciones del embarazo o del parto. Por cada mujer que muere debido a causas relacionadas con la maternidad, se estima que al menos otras 20 mujeres enferman por estas causas, y una de las más graves consecuencias es la fístula obstétrica.
Cada año se producen entre 50 000 y 100 000 casos más en todo el mundo. La mayoría de los casos afectan a mujeres pobres que viven en culturas donde la situación socioeconómica y la autoestima de la mujer dependen casi por entero de su matrimonio y su capacidad para procrear. A pesar de estos datos alarmantes, la fístula se podría prevenir prácticamente en su totalidad; el hecho de que siga habiendo casos es un indicio de que los sistemas de salud no satisfacen las necesidades esenciales de la mujer.
Los síntomas suelen manifestarse al comienzo del posparto, pero existen otras consecuencias graves algo posteriores como el trauma psicológico, el empeoramiento del estado de salud, y el aumento de la pobreza debido a la estigmatización que pueden sufrir en su círculo familiar y social.
La fístula obstétrica se puede prevenir y, en la mayoría de los casos, se puede tratar. Las mujeres que padecen una fístula obstétrica sin complicaciones pueden someterse a una intervención quirúrgica sencilla que conlleva un coste medio de 600 dólares, y que incluye también la atención posoperatoria y la rehabilitación.
Este problema es perfectamente prevenible con el correcto asesoramiento y atención médica y, el hecho de que ocurra, es considerado una violación de los derechos humanos y un recordatorio de las graves desigualdades existentes.
Conseguir erradicar la fístula para 2030
En 2020 comenzó la cuenta atrás para cumplir el objetivo de erradicar la fístula obstétrica para 2030, tal cual refleja el último informe del Secretario General. En dicho documento se aportan datos y un plan y estrategias necesarias para conseguir este ambicioso pero real objetivo.
Existen maneras de prevenir esta lesión: retrasar la edad del primer embarazo, poner fin a ciertas prácticas tradicionales nocivas y proporcionar un acceso oportuno a la asistencia obstétrica.
Sin embargo, este objetivo se ha visto amenazado por la pandemia mundial. Más mujeres y niñas corren el riesgo de sufrir una fístula obstétrica debido a la sobrecarga de los sistemas de salud. Además, se ha producido una suspensión generalizada de las reparaciones de fístulas por considerarse que no son urgentes y porque los hospitales han desviado recursos para atender a los pacientes con COVID -19.
Se prevé que haya 13 millones más de matrimonios infantiles en el curso de 10 años a causa de la pandemia debido a que muchas familias se apresuran a casar a sus hijas para reducir los costes familiares, especialmente ante las consecuencias económicas del coronavirus. Todo ello hace más que probable el aumento de los casos de fístula.
En el período de recuperación posterior a la COVID-19 se necesitarán nuevas estrategias para hacer frente a la acumulación previsible de casos atrasados.
Con este posible futuro escenario, ahora más que nunca, es importante pedir a la comunidad internacional que utilice el Día Internacional para la Erradicación de la Fístula Obstétrica para aumentar significativamente la conciencia sobre el problema e intensificar las acciones para terminar con la fístula obstétrica, así como instar a realizar seguimientos posoperatorios y apoyo a las pacientes que la padecen.