Cuatro días después de sorprender a los haitianos con su regreso al país llevando un cabestrillo y un chaleco antibalas, la viuda del presidente asesinado de Haití se dirigió a sus compatriotas en el lugar donde se celebraba un homenaje a su esposo.
Martine Moïse, herida en el atentado del 7 de julio que acabó con la vida de su marido, fue evacuada a un hospital de Miami, donde la operaron mientras Haití se tambaleaba por la pérdida de su presidente, Jovenel Moïse.
Excepto por algunas declaraciones en las redes sociales, Moïse se había mantenido alejada de los reflectores. Pero eso cambió el miércoles.
La ex primera dama llegó a última hora de la tarde al lugar de conmemoración en el Museo del Panteón Nacional de Haití, acompañada por sus tres hijos y tres guardaespaldas que llevaban armas de asalto a la vista. Moïse iba vestida de negro y llevaba perlas, y se oía de fondo el Canon de Pachelbel.
De pie junto a sus hijos, Moïse recibió las condolencias de destacados haitianos, entre ellos el recién instalado primer ministro, Ariel Henry; Helen La Lime, máxima responsable de las Naciones Unidas en Haití, y Michel Martelly, el expresidente de Haití que eligió a Jovenel Moïse para ser su sucesor cuando este era poco conocido.
La primera parte del acto estuvo cerrado al público y a la prensa, pero tuvo lugar el día de los exámenes finales de los estudiantes de secundaria, y el sonido de sus vítores de celebración se abrió paso por encima de los muros del Panteón desde la cercana Champ de Mars, la plaza principal de la ciudad, mezclándose con la música.
Después de pasar aproximadamente una hora en el Panteón, Moïse salió para asistir a una pequeña ceremonia en el jardín. Allí, Frantz Exantus, el secretario de Estado de Comunicaciones de Haití, se dirigió a la nación y recordó las glorias del pasado del país, cuando los haitianos se levantaron y vencieron a un sistema brutalmente esclavista.
“¿Cómo fue que Haití llegó a esto?”, se lamentó Exantus.
Mientras quienes asistieron a la ceremonia rezaban, recitaban poesía o cantaban, Moïse observó a la multitud desde una silla antigua dorada y alzó su brazo herido. Cuando el servicio requirió que se pusiera de pie, lo hizo con un dolor visible.
La ceremonia terminó cuando comenzó a anochecer, y Moïse se fue con el rostro lleno de lágrimas.
Martine Moïse dejó que otras personas hicieran los pronunciamientos públicos el miércoles. Pero a pesar de que desde el asesinato de su marido ha mantenido un perfil bajo, ha compartido lo que siente con sus compatriotas. Mientras aún estaba en un hospital de Miami, envió un mensaje, a la vez triste y políticamente significativo.
“Veinticinco años de vivir juntos”, dijo en una grabación de audio publicada en su cuenta verificada de Twitter. “En una sola noche, los mercenarios lo arrancaron de mi lado. Las lágrimas nunca se secarán en mis ojos. Mi corazón siempre sangrará”.
Mientras los políticos haitianos en su país se disputaban el poder, Moïse acusó a los asesinos de su marido de querer “asesinar el sueño, la visión y las ideas del presidente para el país”.
“Es cierto que estoy llorando”, dijo, “pero no podemos dejar que el país vaya por mal camino”.
El martes, Ariel Henry, un neurocirujano, fue investido como primer ministro interino del país, poniendo fin —al menos temporalmente— a una batalla abierta sobre quién sustituiría a Moïse en el liderazgo del frágil país.
El funeral está previsto para el viernes en la ciudad norteña de Cabo Haitiano. Martine Moïse emitió un comunicado en su cuenta de Twitter en el que afirmaba que su familia tenía la intención de pagar la ceremonia con sus fondos y que no quería tomar dinero del tesoro público de Haití.
Fuente: https://www.nytimes.com/