AFP.- Frustrada por no haber sido ascendida al equipo de élite de su escuela secundaria, una animadora de 14 años publicó un mensaje subido de tono en la aplicación Snapchat, junto a una foto mostrando su dedo mayor.
Brandi Levy no imaginó que sus insultos la llevarían ante la Corte Suprema de Estados Unidos, que el miércoles revisó la decisión de su escuela de privarla de su actividad como porrista durante un año.
Más allá de la aparente trivialidad, se trata de un caso importante en relación a la libertad de expresión de los jóvenes y la lucha contra el acoso en línea.
“Hay una gran brecha entre el tema amplio y muy importante de libertad de expresión que se ha informado y discutido esta mañana, y el incidente particular en este caso”, señaló el juez conservador Samuel Alito.
Al margen del expediente de la adolescente, los nueve magistrados del tribunal superior tendrán que decir, para fines de junio, si los directores de las escuelas públicas estadounidenses tienen derecho a sancionar a sus estudiantes por comentarios hechos fuera de su institución.
En la era de las redes sociales, trazar la línea divisoria entre lo que cae bajo la libertad de expresión y lo que es punible no es algo sencillo.
De su lado, el juez progresista Stephen Breyer reconoció: “Estoy muerto de miedo de escribir este estándar”.
Su colega coservador ador Brett Kavanaugh compartió ese “instinto”. “Probablemente no podamos escribir un tratado aquí, y (…) prever todas las cosas que podrían surgir y muchas hipótesis que se han planteado”, indicó.
Si el caso, de 2017, ha sido llevado hasta el templo del Derecho, es porque Levy publicó su mensaje un sábado, lejos de su escuela secundaria en Mahanoy City, Pensilvania, y estaba destinado solo a sus contactos, unos 250 amigos.
“Yo me había presentado para ser animadora del equipo de élite y no lo logré, por eso estaba bastante enojada”, dijo Levy a la poderosa asociación de defensa de los derechos civiles ACLU, que la representa en los tribunales.
Con su teléfono celular, se había fotografiado a sí misma con una amiga, con el dedo mayor levantado. Junto a la imagen agregó: “A la mierda la escuela, a la mierda las porristas, a la mierda el softball, ¡a la mierda todo!”.
Su mensaje llegó a sus entrenadores, que la dejaron al margen de sus actividades de animadora durante un año.
Luego, sus padres acudieron a los tribunales en nombre de la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, que garantiza la libertad de expresión. Y los tribunales dictaminaron que las escuelas no pueden regular los comentarios hechos fuera del campus.
- Brazalete negro –
Las autoridades escolares locales solicitaron entonces la intervención de la Corte Suprema.
“Es tonto, arbitrario, infundado y contrario al sentido común pensar que si ella hubiera enviado su mensaje desde el estacionamiento de la escuela” eso habría cambiado las reglas del juego, dijo la abogada Lisa Blatt.
Para la letrada, el máximo tribunal debe ampliar el alcance de una sentencia de 1969, en la que autorizó a los estudiantes a usar brazaletes negros en oposición a la Guerra de Vietnam, pero aclaró que los discursos que perturbaran el funcionamiento de los establecimientos podrían ser sancionados.
Las escuelas “tienen derecho a regular conductas que se realicen fuera de sus límites pero tengan efectos en el interior”, había escrito la abogada antes de la audiencia, destacando que los teléfonos celulares y la educación a distancia durante la pandemia habían vuelto artificial esta frontera.
Las autoridades escolares de Mahanoy recibieron el apoyo del gobierno demócrata de Joe Biden, para el cual “esa regla categórica también podría socavar sustancialmente los esfuerzos de las escuelas para abordar el acoso y la intimidación, muchos de los cuales podrían tener lugar fuera del campus, pero que, sin embargo, podrían privar a las víctimas de las mismas oportunidades educativas”.
Pero para David Cole, abogado de la ACLU, si es normal restringir la libertad de expresión de los alumnos dentro de su establecimiento para garantizar su educación, estos deben gozar de los mismos derechos que los adultos de fuera.
Es “aún más importante en la era de internet porque es allí donde hablan, donde comparten sus pensamientos más íntimos”, señaló.
Este razonamiento debe aplicarse, incluso si involucra vulgaridad, agregó Levy en un comunicado emitido después de la audiencia.
“Me gustaría que el tribunal entendiera que así es como hablan los jóvenes de hoy, y deberían poder hacerlo sin preocuparse por ser castigados”.
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