AFP.- “Es el más grande del mundo. Para mí, es dios en el fútbol”, dice Gustavo Caballero, de 33 años, aún incrédulo ante la noticia de la muerte de Diego Maradona, el ídolo argentino que esta vez no pudo vencer a la muerte que lo había acechado en tantas ocasiones.
Alrededor del Obelisco de Buenos Aires, tradicional punto neurálgico de festejos futbolísticos, alrededor de un millar de fanáticos del 10 se convocaron a homenajearlo, a instancias de la Iglesia Maradoniana, esa suerte de credo pagano que rinde culto al excapitán del equipo campeón mundial en México-1986.
“No lo puedo creer. Es como que se me congeló el cuerpo, pasó algo muy pesado por arriba mío”, dijo a la AFP Caballero, hincha de San Lorenzo y Chicago.
Muchos allí llevan camisetas auriazules de Boca Juniors, el equipo del que Maradona era fanático y exjugador, pero el 10 trasciende las fronteras de los clubes y dominan los coleres albicelestes.
“Vengo a homenajear al jugador más grande que dio la Tierra. Para el que le gusta el fútbol es un día muy triste. Uno creía que él era uno de los inmortales”, se lamentó Ezequiel Cabaña, de 41 años, hincha de River Plate, el archienemigo de Boca. Cabaña lleva a Maradona en el barbijo que protege su rostro, que compró en marzo cuando empezaba el confinamiento por la pandemia del coronavirus.
En las calles de Buenos Aires, se lee “Gracias Diego” en los carteles luminosos del tránsito. En balcones, cuelgan banderas argentinas. En el centro, pantallas gigantes de publicidad replican goles maradonianos.
“Maradoooo, Maradooo”, “El que no salta es un inglés”, “Maradona es más grande que Pelé”, entonan los presentes con fervor futbolero como en la cancha.
– “Recordarlo alentando” –
“Quiero recordarlo de la mejor manera, como le hubiera gustado a él, alentando, felices, no llorando”, dice Elda Gori, hincha de Boca de 43 años.
“Gracias D10S”, dice en una enorme bandera colgada de la reja que rodea al Obelisco. Un hombre de camiseta albiceleste apoya su mano sobre una foto de Diego, le deja una flor y llora. “Estoy destrozado”, es lo único que logra decir.
La última ovación estruendosa a Maradona se la dio la Bombonera el 7 de marzo pasado, cuando ingresó al estadio como DT de Gimnasia La Plata que enfrentó a Boca el día en que el xeneize salió campeón del torneo local.
La noticia de la muerte del 10 impacta de lleno en el estado de ánimo de los argentinos, ya muy golpeados por la pandemia del coronavirus y la crisis, en un país donde el fútbol es religión. “Tremenda noticia, otro dolor para este 2020 de mierda”, dijo Isabel Puente, de 70 años.
“Hoy es un mal día, un día muy triste para todos los argentinos”, resumió el presidente Alberto Fernández al canal TyC Sports, luego de decretar tres días de duelo.
– “Imposible apagar tanto fuego” –
En otro punto de la ciudad, en el estadio Diego Maradona del club Argentinos Juniors, donde “Pelusa” dio sus primeros pasos en el fútbol, otro millar de personas acudió a rendir su homenaje. Allí, un mural del 10 se convirtió en un altar improvisado en los que entre sollozos iban dejando rosas rojas, velas blancas y camisetas albicelestes con el número 10.
“Imposible apagar tanto fuego”, rezaba una pancarta junto a una copa del mundo de fantasía. “Gracias por tanta magia… y ahora qué hacemos sin vos?”, decía otra, junto a una foto enmarcada en madera adornada con un rosario de perlas.
“Hoy se me destrozó un sueño”, dijo a la AFP Claudia Ramírez, una comerciante que acudió al estadio apenas salió del trabajo. “Yo soñaba con conocerlo en persona, para mí era como un tío que nunca conocí. Ahora será en el cielo que nos encontraremos”, dijo esta mujer de 36 años, mientras su hijo, de 6, colocaba un dibujo de coloridos corazones en la ofrenda.
“Se fue el último dios pagano”, sostuvo Daniel Ojeda, un cirujano plástico de 56 años que es fan de Maradona desde niño y dijo inspirarse de sus “quirúrgicas jugadas”.
A su lado, un puñado de niños y jóvenes perseguían un balón entre los gritos y aplausos de la muchedumbre.
Alrededor de la Bombonera en la Boca, el estadio de Gimnasia en La Plata (60 km al sur) y el de Newell’s en Rosario (300 km al norte) también se reunieron hinchas a llorarlo.
A las 10 de la noche, un atronador homenaje de aplausos y bocinazos, estalló en Buenos Aires, en honor al ’10’.
Desde que Maradona alzó la copa en México-1986 y deslumbró al mundo con su zurda, no paró de despertar pasiones en su país. No fue solo la conquista deportiva, además se erigió en símbolo del desafío al poder establecido. Su estilo provocador y rebelde sumó adeptos pero también enemigos, contra los que supo usar su lengua filosa con ingenio burlón.
Nadie en Argentina olvida sus dos goles a Inglaterra en cuartos de final (2-1) de aquel mundial en México: el primero, la célebre “mano de Dios”, como el mismo bautizó su tanto anotado con la mano, y el segundo, una carrera prodigiosa con el balón pegado al pie considerado como el mejor gol de la historia de los mundiales.
Un triunfo con gusto a revancha para los argentinos, a cuatro años de la dolorosa derrota bélica a mano de los ingleses en las Islas Malvinas.
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