Película Asalto al Progreso rescata memoria histórica de las presentes generaciones

Película Asalto al Progreso rescata memoria histórica de las presentes generaciones

José Rafael Sosa

Asalto al Progreso, ¿es una película mala o buena? Una producción promedio de cine no es nunca enteramente buena, ni completamente mala. 

Comentar una producción que ha recibido tanta atención mediática por razones no cinematográficas, tiene, para el crítico, serios riesgos y desafíos de desenfoque. 

La calidad como cine de Asalto al Progreso, no tiene relación alguna con los acontecimientos (provocados o derivados, acciones legales de terceros), no puede ser juzgada por las acciones de promoción y autopromoción como proyecto. 

Y tampoco la calidad de un drama social o de cualquier otro proyecto de que se trata, tampoco puede ser juzgado por el éxito o fracaso en taquilla del mismo. 

Asalto al Progreso ha sido un éxito de taquilla gracias a las acciones de promoción previa, al impacto del hecho que refiere (el primer asalto a un banco dominicano). 

Nosotros, por razones de salud, no acudimos a la premiere, que al fin y, como las demás actividades de este tipo, es un paso del programa de mercadeo de los filmes a estrenar. Pero, luego de estas precisiones. 

Su resultado resume características de variado tipo, por sus características positivas y negativas, por lo que una conclusión para endilgarle el sello de aprobación o reprobación, no es una actitud viable. 

Asalto al progreso tiene aspectos altamente positivos, incluyendo el rescate en cuanto memoria histórica de este hecho, ajeno hasta el momento para las presentes generaciones, a lo que se agrega la capacidad histriónica de sus principales protagonistas. 

El rol actoral de sus principales roles en gran medida salvó Asalto al Progreso. 

Pepe Sierra, (Santo Guzmán, el asaltante) carga con la responsabilidad de protagonizar el filme, y lo hace apelando a animal interpretativo, en un papel difícil y retador: meterse en la mente y las acciones de un hombre frustrado por una crítica situación económica y – sin precedentes delictivos—transformarse en un asaltante de banco, inflexible, impositivo, difícil de acceder a las mediaciones que se intentaron. 

María Castillo, (gerente del banco) muestra las razones por las cuales es un talento académico preparado al extremo con una amplia experiencia en teatro y cine. No trata de resaltar con una actuación moderada y centrada. 

Judith Rodríguez, (como la esposa de Santo) destaca en sus contados parlamentos en los cuales sustrae la atención total del espectador por lo convincente y expresiva. 

Irving Alberti, (coronel Fernández) está correcto y adecuado al tipo de oficial honesto que representa. Un acierto cinematográfico que debe apuntar a su carrera. 

Richard Douglas, (coronel Candela) estáadecuadísimo a las características del tipo de oficial corrupto existentes y operantes en los gobiernos de Joaquín Balaguer. 

Hony Estrella se supo medir y cumplir con los requerimientos de las directrices de su personaje. 

Hay otras actuaciones dignas de algunos rehenes,como la de Javier Grullón.

Pero… 

Las actuaciones de soporte, en especial del conjunto de policías, que dan unos saltitos tan ridículos como innecesarios y degradantes de la intensidad del momento vivido. 

De igual forma, hace ruido la actuación del Félix Tejeda (Ñonguito), como agente de tránsito, que cae en una caracterización ridícula del rol que desempeña y es un claro ejemplo de lo que nunca debería hacerse ante una cámara de cine. 

El director se centró en que los papeles principales resultaron adecuados y asertivos, y lo logra, pero comete el error de no extender ese criterio al cuidado de las actuaciones de soporte. 

Lo mismo se puede decir de la “actuación” del general Juan Manuel Méndez, director del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y que representa una ofensa al arte actoral bien entendido. La inserción de Méndez tiene buenas intenciones al incluir un personaje que en la vida real es un modelo de servicio ciudadano, pero que pierde brillo porque se le ubica en un rol para el cual no estaba preparado. 

De los personajes que hicieron mediación en la crisis, el de mayor parecido físico y en la modulación vocal es el Omar Patín como Freddy Beras Goíco, a diferencia del intento de Teo Terrero que no logró la representación del entonces síndico Rafael Corporán de los Santos, con una tonalidad cómica que nos pareció fuera de lugar y en disociación con el matiz dramático de la situación de rehenes. Los recursos visuales.

Recursos técnicos

El director de fotografía de una película es quien determina el correcto uso de la cámara y de los equipos de iluminación y es la persona responsable de tomar decisiones artísticas y técnicas relacionadas con la imagen, en coordinación con el director de la película. 

La dirección de fotografía es correcta, pero en el marco de no arriesgar nada. Realiza sus tomas a nivel del ojo humano con notable influencia de la labor similar a las de cámaras de televisión. 

Es adecuado el uso de videos tomados durante los hechos reales a los que se refiere, aun cuando en algunos momentos es saturante y roba protagonismo a las acciones narrativas de la película. 

La dirección de arte

La dirección de arte de una película se encarga de diseñar la imagen de la película y crear una concepción visual a partir de los aspectos temáticos, emocionales, psicológicos, sociológicos e históricos que surjan del guión. 

El objetivo es otorgar al film una estética global y una coherencia visual. Esa función no se alcanza adecuadamente en Asalto al Progreso. En imagen, se nota una debilidad en cantidad de detalles tanto en el interior de la sucursal como el ambiente de los despachos policiales y la celda, marcadas por el simplismo que procura soluciones rápidas. Aparecen unas paredes verdes de estudio que debieron ser decoradas apropiadamente. 

El guión

Los guionistas (Jossel Hernández y Joel Marte) aportan una la psicología (imaginada) del personaje mediante un breve monólogo (un recurso de libertad creativa) a la cual se agrega la adaptabilidad interpretativa de P. Sierra (Santo Guzmán). 

Asalto al Progreso acusa fallos argumentales que pudieron haberse subsanado con una curación externa (Script doctor), facilitando una narración audiovisual más rica en mejores variaciones dramáticas que ofreciera a los actores mucho mejores condiciones para su lucimiento.

Asalto al Progreso es una cinta que satisfará el gusto del público de la cuota de facilismo sensacionalistaal tiempo de ser un aporte a la preservación de la memoria histórica. 

Cuenta con excelentes actuaciones protagonistas y lamentables papeles que invalidan el proyecto en gran medida, responsabilidad de un director que descuidó los detalles.