Interpretar a Jesucristo representa un gran desafío actoral, pero algunos creen que puede ser un problema. Casualidad o no, tres actores que encarnaron al Hijo de Dios arruinaron sus carreras.
Con su metro noventa, sus ojos claros y porte envidiable, Jim Caviezel saltó a la fama en 1998 como Robert Witt en La delgada línea roja. Aplaudido por público y crítica encadenó una serie de buenas películas: Frequency, Mirada de Ángel y La venganza del Conde de Montecristo.
Con una racha de trabajo excelente no se sorprendió cuando Mel Gibson lo convocó para un nuevo proyecto. Le propuso ser Jesús en La Pasión de Cristo. El protagonista de Arma mortal le advirtió que el personaje sería muy difícil y que podría ser maginado en Hollywood. Caviezel pidió un día para pensarlo. Veinticuatro horas después su respuesta fue: “Creo que tenemos que hacerlo, aunque sea difícil. Y algo más, mis iniciales son J. C. y tengo 33 años. No me había dado cuenta hasta ahora”.
Las condiciones de trabajo fueron extremas. Maquillar a Caviezel implicaba ocho horas de tarea. Lo citaban a las dos de la madrugada para terminar a las 10 y comenzar a filmar. La grabación se interrumpía para “retocarlo”; si por mal tiempo se suspendían las tomas, dormía maquillado. Los productos eran resistentes, solo se quitaban en una ducha furiosa con agua muy caliente. la piel se le cubrió de ampollas que ante el mínimo roce le provocaban fuertes dolores.
Para las escenas del camino al calvario cargó una cruz de 70 kilos, el peso le dislocó el hombro. La crucifixión fue peor. Durante 15 días permaneció horas suspendido en lo alto de una cruz. En pleno invierno y apenas cubierto con un taparrabos, sufrió ataques de hipotermia. Temblaba de un modo tan violento que le acercaron tres calentadores. Funcionaban bien pero si soplaba viento podían quemarle las piernas.
El frío le congelaba los labios y los asistentes le pasaban paños calientes para que pudiera balbucear alguna palabra. Ni paños ni calentadores alcanzaron, y terminó con un ataque de neumonía. En una de las jornadas y con un viento fuertísimo, uno de los soportes de la cruz cedió y magulló aún más su hombro. En otra de las jornadas comenzó una tormenta y sufrió una descarga eléctrica que quemó parte de su pelo.
Faltaba más. Según el relato evangélico, Jesús fue flagelado por los soldados. Al recrear la situación, para proteger al protagonista le colocaron en la espalda una placa de metal, pero uno de los actores calculó mal y al golpear le desgarró la piel. Caviezel se quedó sin aire y sin respirar por el dolor. “Estaba representando a Jesús, pero me sentía enfurecido como un diablo”.
La toma no sirvió para nada. Al caer doblado de dolor, la placa usada como protector quedó a la vista y hubo que volver a filmar. El incidente parecía olvidado pero unos días después, otro actor equivocó el golpe y le dio en la espalda lastimada. Otra vez el dolor fue tan intenso que su cuerpo se retorció, el movimiento descontrolado provocó que se cortara las manos con las anillas de metal a la que estaba sujeto. Cuando se acercaron a asistirlo notaron que en su espalda se le había abierto una herida de 30 centímetros.
A pesar de todo Caviezel vivió el rodaje como una “experiencia espiritual” y aseguraba sentir la “gran presencia” de Jesús en algunos momentos del rodaje. El actor estaba tan compenetrado en su papel que los extras contratados, al verlo pasar, de forma espontánea y fuera de guión se arrodillaban. Los vecinos de Sassi di Matera, pueblo donde asistía a misa, al cruzarlo por la calle se santiguaban y decían “Jesús”.
La filmación duró cinco meses. Con un presupuesto de 30 millones de dólares recaudó 611 millones en todo el mundo. Mientras los fieles de las iglesias cristianas acudían en masa a los cines recibió severas críticas por su antisemitismo. Tuvo tres nominaciones a los premios Oscar pero no ganó ninguna.
Estigmatizado según algunos y según otros bendecido por su papel de Jesús, Caviezel no volvió a figurar en las carteleras. Pasó desapercibido en el thriller psicológico Mentes en blanco y en Déjà Vu. Bryan Singer lo rechazó para Superman returns porque creía que la gente lo acabaría identificando con… Cristo. Hace tres años volvió a la temática religiosa y protagonizó Pablo, el apóstol de Cristo. También se lo vio en El sonido de la libertad, sobre el tráfico de personas pero no mucho más. Su figura ya no genera pasión y mucho menos buenos contratos en Hollywood.
En 1975, el papa Paulo VI notó el éxito de Moisés y Los hechos de los apóstoles, dos programas religiosos emitidos por la televisión italiana y le propuso a las autoridades filmar la vida de Jesús. Los productores se entusiasmaron con la idea y buscaron a Franco Zeffirelli, conocido y reconocido en todo el mundo por sus recreaciones históricas rigurosas y un declarado católico. Sin embargo, el director era homosexual, algo que la Iglesia condena pero como jamás reconocía su homosexualidad en público y se oponía al matrimonio gay pasó el filtro.
Zeffirelli se largó a buscar a su protagonista. No era fácil. Debía hablar inglés, porque la historia se rodaría en ese idioma y no había presupuesto para doblarlo. Además no tener menos de 30 años pero tampoco más de 35. La primer opción fue Dustin Hoffmann y se barajó el nombre de Al Pacino, pero sus rostros ya eran bastante conocidos. El director viajó a Inglaterra a ver distintas obras. Se topó con Robert Powell y lo convocó para interpretar a Judas.
Después de la prueba, Zeffirelli quedó impactado por los ojos del actor y le pidió que audicionara para Jesús porque “Si Judas tiene esos ojos, qué ojos tendrá Jesús”. Pidió que lo vistieran y maquillaran con las ropas que usaría el Nazareno. El resultado fue sorprendente. El inglés no solo cumplía su rol con actitud, también irradiaba un magnetismo que enmudecía a todos.
Quizá porque se trataba de una producción sobre el Hijo de Dios, “el diablo metió la cola”. Powell vivía con su pareja en concubinato, algo condenado por la Iglesia en ese momento y aparecieron titulares como “Jesús vive en pecado con su novia”. Para evitar problemas, el actor pasó por el altar.
Casarse no fue la única exigencia que debió enfrentar. Zeffirelli pensó que si durante las tomas mantenía sus ojos abiertos lograría parecerse más al Mesías, por lo que lo obligó a filmar sin pestañar. En los casi 400 minutos que dura la película solo pestañea una vez y es en la cruz. Para potenciar más su mirada le maquillaban los ojos de azul y blanco.
Luego del estreno, el rostro del británico se reprodujo en millones de estampas religiosas. Todavía hoy se encuentran en algunas santerías. “Una vez estaba en Venezuela grabando una serie y mis compañeros fueron a una misa. Cuando volvieron, todos estaban riéndose y me dijeron ‘qué bueno que no nos acompañaste a la iglesia, porque, detrás del altar, la imagen que veneran es la tuya’. Era un imagen de una revista”, contó Powell.
Lo que fue una “bendición” durante la filmación, a la larga resultó una verdadera “maldición” para el actor. Tuvo que recurrir a ayuda psiquiátrica para poder desprenderse de su personaje y pese a haber realizado más de 30 producciones nunca volvió a destacarse en cine o televisión por lo que se dedicó a la literatura. Jamás volvió a usar barba y mucho menos el pelo largo porque la gente lo perseguía y hasta le pedía milagros como si fuera el mismo Cristo.
Posteriormente hizo trabajos de audio y lectura de libros para programas radiofónicos. En 2017 estrenó un documental sobre… el Redentor. Con 75 años se refugia en su casa dedicado a la creación literaria y tratando de olvidar que hasta el día de hoy muchas personas cuando se imaginan al Nazareno ven su rostro.
Jeffrey Hunter, Rey de Reyes
A principio de los 50 existían dos grandes estrellas: Robert Wagner y Jeffrey Hunter. Galanazos, buenos actores eran las figuras destacadas de la poderosa 20th Century Fox.
El primer protagónico de Hunter fue en Llanto en el pantano y luego en El marino de su majestad. “Para mí, Jeff es el apogeo de la juventud estadounidense. Parece que acaba de salir de un campus universitario. Es extremadamente guapo, pero eso no es lo que me impresiona. Tiene una especie de … bueno, un tipo de magnetismo que lo abarca todo.” ¿Quién opino esto? Marylin Monroe. No más preguntas señor juez.
Siguieron distintas producciones como La princesa del Nilo, La ley del bravo y el western Siete hombres furiosos. En 1960 realizó uno de sus mejores roles en Del infierno a la eternidad. El siguiente papel fue interpretar a Jesús en la producción Rey de Reyes.
Aunque al filmar tenía la misma edad en que se cree murió Jesús -33 años- el aspecto juvenil del actor hizo que lo llamaran “el Jesús adolescente”. La película causó polémica porque ofrecía la imagen de Barrabás -el preso que según los evangelios fue liberado en lugar de Jesús- como un libertador político de su pueblo en contraste con un Mesías espiritual lo que reforzaba el contraste entre acción y contemplación.
La película se filmó en España. Hunter estuvo acompañado por la española Carmen Sevilla, como María Magdalena y con Orson Welles, como narrador de la versión original. La crítica alabó el estilo épico de la puesta y aseguró que Hunter sería recordado como uno de los mejores intérpretes de Jesucristo de la historia del cine. Parecía que este papel sería el consagratorio de Hunter, pero no.
Después de Rey de Reyes solo participó en modestas producciones clase y en roles secundarios. Para colmo comenzaron a desencadenarse varios hechos que hacían creer en una verdadera maldición.
En 1969, filmando ¡Viva América! una explosión accidental en el set hizo que sufriera quemaduras en sus brazos y varios vidrios rotos le provocaron lastimaduras en su rostro. Semanas después, entrenando judo con un amigo, recibió un golpe en el mentón que no logró esquivar, cayó al suelo y se golpeó la cabeza contra una puerta.
En el vuelo de regreso a los Estados Unidos, sufrió la paralización de su brazo derecho y perdió el habla. Le diagnosticaron un derrame cerebral y quedó en tratamiento. Fue dado de alta, pero al poco tiempo siguió quejándose de mareos y dolores de cabeza.
Se encontraba en su casa solo cuando sintió uno de esos mareos. Estaba en la escalera, perdió el equilibrio y cayó al suelo con tanta mala suerte que se fracturó el cráneo. Lo encontraron horas después, inconsciente, lo llevaron al hospital y durante la operación murió, el 27 de mayo de 1969. Tenía 42 años.
Todas estas historias refrendan la leyenda que asegura que todo actor que interprete al Hijo de Dios sufrirá una maldición y no podrá seguir destacando en su trabajo. Quizá porque, como asegura el dicho, “todo el que se mete a redentor termina crucificado”.