El terremoto de magnitud 7.2 que impactó la República de Haití el pasado 14 de agosto ha afectado a miles de personas, con un saldo de alrededor 2,000 fallecidos y centenares de hogares destruidos, principalmente en el área de Les Cayes, donde líderes, miembros y voluntarios de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han estado brindado ayuda emocional, física y espiritual. Se estima que unas 500 mil personas necesitan asistencia humanitaria de emergencia.
Esta semana, el comité de emergencia coordinado por el élder Hubermann Bien-Aimé de los Setenta, ha estado entregando la ayuda provista por la Iglesia. Dos camiones han sido distribuidos entre las comunidades más afectadas, incluyendo alimentos, agua, kits de higiene, para recién nacidos y de energía ante emergencias; tiendas de campaña, lonas, cascos protectores, entre otros recursos.
Mackenson Nöel, gerente de Bienestar para la Iglesia en Haití reportó que bajo la dirección de la Presidencia del Área del Caribe han estado haciendo todo lo posible para ayudar a los necesitados en medio de esta situación.
“El centro de reuniones de la Iglesia en Gabions, Les Cayes, está siendo utilizado como refugio, asistiendo a un total de 159 personas, de los que 109 pertenecen a las comunidades cercanas y 50 son santos de los últimos días. Asimismo, nuestro edificio en Quatre Chemins está sirviendo para estos fines y nos encontramos evaluando las necesidades allí. Muchos hogares han sufrido daños importantes debido al sismo y estamos gozosos de servir como lo haría Jesucristo mismo”, refirió Nöel.
La ayuda de la Iglesia también impactará a unas 4,000 personas que reciben asistencia en el Hospital Inmaculada Concepción de Les Cayes. “Sabemos que ha sido difícil todo esto del terremoto, pero agradecemos a Dios que podemos disponer de los buenos corazones de santos de los últimos días y otras personas en todo el mundo que aportan fondos sagrados para que esta ayuda sea posible en estos momentos de dificultad”, dijo el élder Bien-Aimé.
Erika Charles, una hermana de la Iglesia perteneciente al equipo de profesionales para la salud emocional de Servicios para la Familia Santos de los Últimos Días, ha servido de manera voluntaria como sicóloga ayudando a las personas que han estado emocionalmente afectadas. “Solo estoy haciendo lo que el Señor haría si estuviera entre nosotros en estos momentos: levantar las manos caídas y consolar a los que necesitan de consuelo”, expresó con alegría la hermana Charles.
Con personas refugiadas en las capillas de la Iglesia, se requiere una logística para que todos reciban las debidas atenciones y satisfagan necesidades básicas. El comité de emergencia de la Iglesia ha considerado un programa de actividades que se estará llevando a cabo para todos los refugiados, lo que incluirá oraciones diarias, el estudio de las escrituras, ejercicio, actividades recreativas y de servicio y clases de resiliencia emocional.