Deudas del Estado con la salud mental: herida invisible que secuestra la paz social

Deudas del Estado con la salud mental: herida invisible que secuestra la paz social

Por:  Crisaleidy Madé y Paola Báez

 Santo Domingo. – Deambular por las calles no es solo sinónimo de pobreza: es vivir en constante estrés crónico, inseguridad, insomnio, violencia y consumo de sustancias controladas. Esa rutina brutal deteriora y, en muchos casos, destruye la salud mental.  

En República Dominicana se estima que el 20 % de la población padece alguna trastorno psiquiátrico, pero quienes viven en la indigencia cargan con una doble condena: la de su enfermedad y el abandono social que se convierte en una deuda del Estado.

Indigentes debajo del elevado de la Avenida Nicolás de Ovando

Las manecillas del reloj siguen su agitado curso. El ruido capitalino abraza inquietante los sentidos de quienes transitan por la Avenida Nicolas de Ovando con Máximo Gómez. A pocos metros de la concurrida intersección encontró guarida el rostro de la indigencia, amiga fiel de los trastornados mentales. Su techo un puente; su zona de confort, la dureza de cualquier caja de cartón.   No se trata de simples metáforas, para muestra este botón:

La salud mental es el corazón invisible de la indigencia. La organización Mundial de la Salud (OMS), la define como un “estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, aprender y trabajar adecuadamente e integrarse en su entorno”.

Trastornos como la esquizofrenia, depresión o ansiedad, sin diagnóstico ni tratamiento, empujan a muchas personas a la calle. El abandono, el miedo y la falta de ayuda destruyen el equilibrio. Lo que comenzó como un problema clínico termina siendo una condena social.  

La carga familia

En este espejo se mira Lucia, una mujer de escasos recursos, quien pidió reservas de su nombre. Ella define como frustrante su experiencia teniendo un hermano diagnosticado con esquizofrenia. “Soy la segunda hija y única hembra, pero no recibí la atención debida de mis padres. Siempre su enfoque estaba con el mayor”, recordó al narrar que tuvo que aprender a defenderse sola e independizarse joven para huir de esa realidad.

Conseguir los medicamentos es una tarea titánica. Lucia cuenta de la odisea que vive su familia cada vez que debe apretar su bolsillo para costear la receta médica, que no garantiza del todo la mejoría de su hermano. “La familia completa se mantiene a la expectativa porque no sabemos cuándo él tendrá alguna crisis o se va a desestabilizar. Siempre debemos monitorear todo lo que hace y estar pendiente de su estilo de vida y lo que le rodea”, afirmó.

Secuestro de la paz social

En el otro extremo de la balanza, tener un techo digno no es garantía de estabilidad mental: el martes 23 de julio de 2025 quedó marcado por una tragedia que destruyó la convivencia de los vecinos en el Condominio Naco Dorado IV, en el Distrito Nacional. Jean André Pumarol Fernández, diagnosticado con esquizofrenia tipo paranoide, perpetró un ataque con arma blanca que terminó con la vida de Yolanda Ivonne Handal Abugabir, de 70 años, y dejó herido a su padre, Guillermo Pumarol Castellanos, junto a otras cuatro personas que también residen y laboran en el mismo edificio.  El desenlace fatal se atribuye a un ataque psicótico.

Once meses antes, el 15 de agosto de 2024, otro hecho similar conmocionó la sociedad. Ana Josefa García Cuello, decapitó a su hija de seis años en el interior de su vivienda ubicada en el Residencial La Razón I, próximo a la avenida Charles de Gaulle.  La mujer quien posteriormente admitió el crimen también padece de esquizofrenia tipo paranoide.

La avenida 27 de Febrero también ha sido testigo de hechos vinculados a los trastornos mentales. En diciembre de 2022 un indigente lanzó una piedra desde el puente peatonal frente al Palacio de Los Deportes, que terminó con la vida de Johel Raphael Cabrera Espino, de unos 29 años. Newton Pérez Feliz, conocido como “El Flaco Loco” fue condenado a 20 años de prisión.

Lo que relevan las estadísticas

Una de cada ocho personas en el mundo padece un trastorno mental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estos implican alteraciones considerables del pensamiento, la regulación de las emociones o el comportamiento.

Entre los principales trastornos se encuentran la esquizofrenia, que afecta gravemente la percepción y el pensamiento; la depresión, caracterizada por tristeza persistente y pérdida de interés; los trastornos de ansiedad, como la ansiedad generalizada y el pánico; el trastorno bipolar, que alterna episodios de manía y depresión; y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), que se origina tras experiencias traumáticas.

Las consecuencias suelen ser fatales.  el psiquiatra, Secundino Palacios, explicó que actualmente, la patología más frecuente es la psicosis tóxica causada por el abuso de sustancias psicoactivas y dependiendo del cuadro clínico y de la enfermedad que originó la psicosis, la persona puede tornarse cada vez más agresiva. 

“El ser humano en este estado está totalmente desconectado de la realidad. En un cuadro psicótico, la persona puede llegar a matar, incendiar una ciudad, quemar su familia, cometer homicidio o incluso suicidio”, agregó Palacios, quien también es psicoterapeuta.

República Dominicana forma parte de las estadísticas y figura entre los 10 países de América con mayor carga de trastornos mentales ocupando el primer lugar en Centroamérica y el Caribe, según la tasa de AVADs (años de vida ajustados por discapacidad) por cada 100,000 habitantes.  

Esta información proviene del estudio “Impacto de la salud mental en el sistema de salud dominicano”, elaborado por IQVIA en colaboración con Janssen, farmacéutica de Johnson & Johnson.

El Observatorio de Salud Mental y Bienestar de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) registra que los trastornos más comunes son los emocionales como la depresión y ansiedad que tienen una prevalencia importante en el país.

“De cada 100 personas 4.7 tiene un trastorno depresivo, una enfermedad relacionada a la depresión; y un 5.7 tiene un trastorno de ansiedad”, de acuerdo con lo expresado por el director de la organización, Zoilo Emilio García Batista.

La nota discordante: falta de pabellones psiquiátricos, personal médico disponible y acceso casi nulo a la cobertura médica. García Batista refiere que “el 55% de personas en países desarrollados no tiene acceso a salud mental y en países como República Dominicana es un 85%”, lo que dificulta la prevención, que es el trabajo más importante en este tipo de trastornos.

La suma de todos estos factores se convierte en un detonante fatal, que puede acabar en el suicidio. El Anuario de Muertes Accidentales y Violentas (2024) de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) revela que el año pasado se produjeron 651 suicidios, que se corresponden con un promedio de 54 al mes, siendo junio (10.29%), octubre (9.37%) y noviembre (9.06%) los de mayor incidencia. La mayoría de estos, el 81.72%, correspondieron a hombres.

Fuete: Anuario de estadísticas de muertes accidentales y violentas 2024

Los datos registran que las personas en edad productiva entre 25 y 49 años representaron el 46.85% de la población que ejerció violencia autoinfligida. Mientras los adultos mayores de 65 años representaron un 12.90% del total de casos.

Aunque las estadísticas evidencian una disminución del 2.69% con respecto al año 2023, el documento oficial “subraya la importancia de fortalecer las políticas de salud mental, la detección temprana de conductas de riesgo y la ampliación de servicios de apoyo psicosocial”.

El llamado a la concienciación sobre el problema de los trastornos mentales es vital para que desde las escuelas se creen mecanismos que ayuden a eliminar el estigma. Los especialistas coinciden en que los sectores sociales deben contribuir con la estabilidad mental para contrarrestar la desesperanza y frustración colectiva que vive la humanidad.