Washington, Estados Unidos | AFP |Bajar a las alcantarillas y analizar las aguas residuales es una forma menos convencional de rastrear el virus de covid-19 que se adapta América Latina y el Caribe por ser más barata, según un informe del Banco Mundial.
Una de las soluciones frente a la pandemia, cuando arrecia la variante ómicron, altamente contagiosa, puede estar bajo nuestros pies.
La epidemiología basada en aguas residuales o WBE, por sus siglas en inglés, complementa los estudios clínicos y permite que las autoridades “cuenten con una herramienta amplia, sostenible, temprana y equitativa para mejorar las respuestas de salud pública”, sostiene el Banco Mundial en un comunicado.
Las heces de una persona con covid-19 transportan el virus, que pasa de esa forma a las aguas residuales.
Los empleados de los servicios de agua y saneamiento de las ciudades pueden recoger muestras de aguas residuales que, una vez analizadas, permiten determinar la concentración del virus para estimar el alcance de la enfermedad en la población que usa el sistema de alcantarillado.
Como uno de los epicentros de la epidemia, con más de una cuarta parte de los casos de covid-19 en el mundo y 1,56 millones de muertos desde el comienzo de la pandemia, América Latina y el Caribe “puede beneficiarse de la utilización de su infraestructura de agua y saneamiento para la vigilancia de los riesgos para la salud pública, como el covid-19”, estima Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región.
Otras enfermedades
Según el Banco Mundial, la mayoría de los países de bajos ingresos no ha comenzado a utilizar esta tecnología en la lucha contra la pandemia pese a que “dados sus bajos requisitos de recursos en comparación con otros enfoques de vigilancia, estos son los que más se beneficiarían con este tipo de pruebas”.
En este sentido, la organización se compromete a ayudar a los países “a financiar e implementar inversiones inteligentes” para poder resolver problemas complejos, como el de la pandemia.
La pandemia de covid-19 ha supuesto para muchos países de América Latina y el Caribe “la pérdida de años de logros en materia de desarrollo y ha puesto de manifiesto la necesidad de desarrollar nuevas herramientas para poder prepararse y responder mejor a futuras crisis”, estima Jaramillo en el comunicado.
La epidemiología basada en agua residuales también se puede utilizar en países de ingresos altos o medios en las políticas de salud pública.
Este mecanismo facilita la obtención de datos de poblaciones vulnerables o que vivan en lugares remotos, sin acceso a las pruebas clínicas para el nuevo coronavirus.
De este modo se dispone de “información confiable” con la que evitar brotes que saturen los servicios de salud locales, sobre todo con la aparición de variantes muy contagiosas como ómicron, sostiene el informe.
Más allá de la actual crisis provocada por la pandemia, los análisis de las aguas residuales pueden ser útiles en las políticas de salud porque, al estudiar los patógenos presentes en los desechos, contribuyen a combatir enfermedades como la hepatitis A, la influenza, la resistencia a los antimicrobianos, el consumo de drogas químicas o el mal empleo de plaguicidas.