Hasta hace poco —y aún ahora en algunos sectores de población— se ignoraba y silenciaba la sintomatología femenina relacionada con la incontinencia de orina y/o gases, las molestias durante las relaciones sexuales o alteraciones corporales como los prolapsos.
Otros hábitos diarios relevantes tienen que ver con la defecación.
Para una correcta defecación es necesario que exista una flexión de caderas superior a 90º. O lo que es lo mismo, las rodillas deben estar más elevadas que las caderas.
En esta posición la musculatura encargada de la continencia fecal se relaja y no es necesario hacer tanta fuerza para defecar.
Si una mujer defeca en una posición biomecánicamente incorrecta o padece de forma crónica estreñimiento, se verá obligada a realizar un esfuerzo excesivo.
Esta fuerza adicional provoca aumentos de la presión intraabdominal nocivos.
Ocurre porque, al aumentar la presión dentro del abdomen, esta fuerza comprime las vísceras pélvicas (intestinos, útero, vagina y vejiga, fundamentalmente) hacia abajo.
El desplazamiento hacia los pies empuja al suelo pélvico que, progresivamente, se deforma y debilita cada vez más.
Para evitar los efectos negativos de convivir con estreñimiento, es necesario interiorizar que las pautas nutricionales saludables también forman parte de la prevención de patologías uroginecológicas y sexuales.
Concretamente, minimizar el consumo de alimentos ultraprocesados, consumir alimentos ricos en fibra en abundancia, y mantener un adecuado aporte de agua.
Algo parecido sucede, aunque a menor escala, durante los episodios de tos.
En este caso, los aumentos de presión intraabdominal son menores y más breves.
Pero, ante casos de patología respiratoria crónica, la repetición es mucho más frecuente a lo largo del día y puede tener secuelas.
Control del periné
En primer lugar, es necesario que las mujeres sean conscientes de que su periné, como cualquier otro grupo muscular, debiera ser contraído y relajado a demanda.
Que esta posibilidad esté presente es indicativa de que la representación en el esquema corporal de la musculatura perineal está conservada.
A efectos prácticos, una comprobación sencilla de este fenómeno es que, al contraer voluntariamente el periné, no deberíamos sentir cambios de tensión en los glúteos, los aductores (zona interna de los muslos) y/o el abdomen.
En estas zonas se sitúan los tres grandes grupos musculares que suelen actuar como “parásitos” de la contracción perineal.
Parásitos porque no deberían activarse, ya que realmente no aumentan la continencia pero engañan a la persona haciéndole sentir que sí está contrayendo su musculatura adecuadamente.
Hábitos diarios
En el día a día, es muy recomendable sensibilizar sobre la importancia de adecuados hábitos de higiene miccional.
El primero y más sencillo consiste en respetar la “llamada miccional”. Es decir, acudir a evacuar cuando se siente la necesidad sin relegarlo hasta que no se aguante más.
Y una vez respetada esa llamada, la micción debe ser pasiva y completa: no hay que hacer fuerza activa para evacuar y hay que esperar a que se complete el vaciado de la vejiga.
Además, tampoco es aconsejable el”stop-pipí”o stop-test.
Esta técnica consiste en la interrupción voluntaria del chorro miccional para reanudarlo de nuevo pasados unos segundos.
Este procedimiento, pensado para entrenar la fuerza perineal, altera la secuencia de reflejos definidos por Mahony basados en el automatismo.
Es decir, la repetición continuada de esta técnica altera la secuencia de acciones musculares, nerviosas y de automatismos que suceden de forma natural durante la micción.
Por tanto, podría ser causante y agravante de procesos de incontinencia urinaria e hiperactividad vesical.
Fuente: bbc.com