El descubrimiento del microbioma ha abierto un nuevo paradigma en las ciencias biológicas y la medicina en el siglo XXI, pues está transformando la visión científica de quiénes somos y cómo evolucionamos, así como la posibilidad de encontrar cura a diversas enfermedades como el autismo, el cáncer o la obesidad.
“Estas investigaciones son muy recientes, pero ya hay evidencias circunstanciales que señalan que la microbiota (los microorganismos que conforman el microbioma) es un factor de peso en la salud humana”, asegura Alejandro Frank, director del Centro de Ciencias de la Complejidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Solo en 2018, se publicaron 5.000 investigaciones sobre el microbioma.
¿Qué es?
Se trata de un universo de microorganismos que son parte de todos los seres multicelulares, incluyendo los humanos, así como su carga genética y la interacción que se tiene con ella.
“Es un ecosistema, por ello, está concatenado: si un elemento es afectado, se afecta todo lo demás”, explica el investigador. “Las comunidades de la microbiota forman complejos ecosistemas microbianos en íntima interacción con mucosas y otras superficies del cuerpo”, abunda Frank durante la inauguración del festival de arte y ciencia ‘El Aleph’, que organiza la UNAM.
El microbioma total está constituido por la microbiota del tracto gastrointestinal, nasofaringe, piel, vagina, principalmente, pues existen en todos los órganos y sistemas del cuerpo humano. En el intestino, la microbiota del colon y recto se caracteriza por ser la más numerosa y diversa.
¿Por qué es importante?
La alteración del microbioma no solo es responsable del desarrollo de enfermedades gástricas, sino también de patologías cardiovasculares, oncológicas e incluso mentales.
Tiene funciones metabólicas indispensables para el ser humano como la sintetización de vitaminas y la sustracción de energía de los alimentos.
“El microbioma participa en la defensa de nuestro organismo, ya que los microorganismos benéficos producen compuestos que son detectados por el sistema inmune, lo cual le mantiene activo”, apunta el especialista, quien también es parte de El Colegio Nacional, una institución que agrupa a los científicos, artistas y literatos mexicanos más destacados.
La génesis del microbioma
La transmisión bacteriana empieza en el parto a través del canal vaginal, aunque ya hay estudios que aseguran que la inoculación de bacterias puede empezar ‘in utero’. Gracias a la leche materna, esta transmisión sigue hasta colonizar el intestino y la piel del bebé.
Hay estudios, como el publicado en 2016 en la red de investigación de Jama Pediatrics, que apuntan a que los bebés nacidos por cesárea tienen más posibilidades de contraer obesidad, diabetes y/o alergias a lo largo de su vida al no contar con esta “inyección” de bacterias, explica el doctor en física nuclear.
“El parto natural le da al niño una inyección, un traspaso de microbios, sin embargo, se ha planteado que cuando un niño nazca por cesárea se le bañe en los fluidos maternos”, refiere.
Somos bacterias
Investigadores del Instituto Weizmann de Ciencia revelaron en 2016 que un adulto promedio tiene un poco menos de 40 billones de células bacterianas y alrededor de 30 billones de células humanas.
“Cada mes cambia el número de descubrimientos de bacterias, ellas estuvieron antes que nosotros y han evolucionado con nosotros. La evolución no ha ocurrido solo entre los individuos y su especie, sino que se ha llevado a cabo una coevolución con una gran cantidad de microorganismos durante millones de años, en la que se establecen relaciones simbióticas entre el hospedero y su microbioma”, expuso Frank.
La mayoría de los billones de microbios que existen no crecen ‘in vitro’, aclara, sino que requiere de los metabolitos interiores y de otras bacterias y virus. “El cuerpo humano es un bosque interior, un ecosistema, el microbioma se traduce en darnos cuenta de que cada microbio contiene genes y, al modificarlos, se pueden, incluso, hacer modificaciones al sistema nervioso, al pensamiento”.
Cuando se rompe la simbiosis
La disbiosis es la pérdida de masa bacteriana benéfica o microbiota intestinal, provocada por el uso desmedido de antibióticos que atacan diversas bacterias y que además puede ser un factor para causar otras enfermedades.
“El mayor culpable de la disbiosis son los antibióticos, principalmente los aplicados en animales, que luego son utilizados en alimentos. La disbiosis es generalizada en el mundo, sobre todo en el primer mundo, por la industrialización de los alimentos”, argumenta el físico.
En los últimos años se han publicado artículos que revolucionan el enfoque de muchas enfermedades, al involucrar a la disbiosis intestinal con la severidad de los síntomas autistas.
“Cuando se trastorna el delicado equilibrio natural (del microbioma), patógenos oportunistas, como es el caso de candida – que se detectan en el 96 % de los neonatos- pueden crecer rápida y de forma agresiva, causando daños en la permeabilidad de la mucosa intestinal, permitir el paso de macromoléculas y residuos metabólicos al torrente sanguíneo y generar cambios bioquímicos que se reflejan en agravamiento de la conducta del autista”, señala lainvestigación ‘Nuevos aportes desde la microbiología para entender el autismo’, publicada en 2018.
“Es realmente sorprendente pensar que el autismo pueda estar ligado con una disfunción en el intestino. La esperanza es que la gente que tiene alguna patología pueda ser ayudada, porque es posible que una parte de esa enfermedad se deba a la ausencia de bacterias, a la disbiosis, y podemos mejorar eso y alterar el camino de algunas enfermedades”, concluye Frank.
Fuente: RT Actualidad