Por: Jorge Juan Feliz Pacheco
El autor es regidor del Distrito Nacional.
Hay quienes dicen que en Santo Domingo hace falta más cultura ciudadana. Pero si nos fijamos bien, nos damos cuenta de que tenemos ejemplos puntuales que demuestran que, cuando hay reglas claras y un régimen de consecuencias, los dominicanos sí sabemos comportarnos. Lo vemos todos los días en espacios donde las normas se respetan, no por casualidad, sino porque se han hecho cumplir.
Cultura Metro
En el Metro de Santo Domingo, nadie empuja para entrar; la gente espera su turno y respeta la fila. Si hay una persona mayor o una mujer embarazada, muchos ceden el asiento sin que nadie tenga que pedírselo. ¿Por qué? Porque desde el primer día hubo un régimen de consecuencias claro, aplicado por el CESMET, además de educación sobre el uso del sistema. El resultado: orden y respeto en un transporte público eficiente.
Cultura Aeropuerto
Cuando un dominicano viaja, cumple con todas las normas sin protestar. Llega temprano, respeta la fila, no lleva líquidos en la maleta y sigue cada indicación de seguridad. Nadie discute cuando le piden que saque la laptop y los demás dispositivos electrónicos en el control ni intenta colarse en migración. Se respeta la autoridad porque las reglas están claras y se aplican sin excepciones.
Cultura Banco
En los bancos también seguimos las reglas. Si te dicen que te quites la gorra y los lentes oscuros, lo haces. Si está prohibido hablar por celular, la gente baja la voz o se sale. ¿Por qué? Porque hay una estructura establecida y todos saben que deben cumplir la norma. Un simple “Señor, por favor, la gorra”, y nadie se ofende ni protesta.
Cultura 9-1-1
Antes, cuando pasaba una ambulancia, el tráfico seguía igual y nadie cedía el paso. Hoy, gracias a la cultura del 9-1-1, los dominicanos se apartan automáticamente al escuchar una sirena. No fue magia: fue educación, regulación y la aplicación de consecuencias para quienes no respetaban el derecho a la emergencia. Eso demuestra que sí podemos cambiar hábitos.
Extender la cultura ciudadana, calle por calle
Si ya lo hacemos en el metro, en el aeropuerto, en los bancos y con el 9-1-1, solo falta aplicarlo en toda la ciudad.
Por eso, siempre he abogado por una nueva Policía Municipal, con más agentes distribuidos en toda la ciudad, fomentando la cultura ciudadana con un enfoque cercano a la gente. Estos agentes deben contar con cámaras corporales, un centro de inteligencia territorial con cámaras en puntos estratégicos y tótems de seguridad en diferentes esquinas, equipados con botones de pánico conectados directamente con los destacamentos de la zona.
Pero no basta con la tecnología: los agentes también deben trabajar mano a mano con los vecinos para fortalecer el sentido de comunidad y el respeto por el espacio público.
Multas morales y sociales: la presión de la comunidad
Además, si queremos una ciudad más ordenada, debemos utilizar herramientas modernas que generen conciencia y responsabilidad. Por eso, es momento de implementar un sistema de multas morales y sociales, que funcione tanto en una app oficial de la ciudad como a través de las redes sociales.
¿Cómo funcionaría?
A través de la app y las redes sociales, cualquier ciudadano podrá reportar, con fotos o videos, a quienes ensucian las calles, bloquean aceras, generan ruido excesivo o irrespetan el orden público. Estas denuncias serán revisadas y, en algunos casos, publicadas en redes sociales oficiales para visibilizar el problema.
Esto no es un método de humillación, sino una estrategia de concienciación. En muchas ciudades del mundo, la presión social ha demostrado ser una herramienta poderosa para cambiar conductas. Un vecino que ve su mal comportamiento expuesto públicamente pensará dos veces antes de repetirlo.
Con la combinación de agentes municipales, tecnología, participación ciudadana y redes sociales, podemos lograr una ciudad más limpia, ordenada y respetuosa.
En fin, calle por calle se transforma una ciudad, y ciudad por ciudad se transforma un país. ¡Santo Domingo tiene con qué!
No se trata de ganar elecciones, se trata de ganarse el corazón de la gente.