La reforma secreta

La reforma secreta

Por: Idalia Cabrera Pimentel

Todo indica que, si bien existe una entidad responsable de preparar el proyecto de reforma fiscal recién presentado, al parecer la responsabilidad de la arquitectura de la misma solo tiene como nombre una entidad, Ministerio de Hacienda. Es más que evidente que, los que la prepararon, no tenían el concepto de análisis profundo, dedicado, y consensuado que merecería un estudio más que profesional, hasta de conocimiento y estrategia política, antes de presentarla. Digo esto porque es más que tácito el rechazo absoluto de la población en general que se ha expresado.

Más de 300 individuos, provenientes de 80 entidades económicas, sociales, gremios profesionales así como expertos conocidos, economistas de renombre que han trabajado por años en las 15 reformas que en 40 años ha tenido el país, y que han venido aportando con sus conocimientos, me refiero algunos como Andrés Dauhajre, Jaime Aristy Escuder, Henry Hebrard, Mercedes Carrasco, Magín Díaz, Germania Montás, entre otros y que, según el análisis crítico de los mismos, pronunciándose sobre todas las debilidades de la propuesta de reforma, demuestra que  no fueron consultados y mucho menos invitados a participar de la misma.

Entonces nos preguntamos ¿Quiénes fueron esos expertos, asesores, economistas, matemáticos, administradores, auditores, contadores o especialistas en temas específicos, que fueron consultados y contratados para el trabajo? Se dice que se estructuró pidiendo a los directores de áreas como «política y legislación tributaria» que rindieran tareas, asignaciones específicas y que se reunían en mesas de medio y alto nivel. Se dice que: «…se trabajó bajo contrato de confidencialidad, que se trabajaba en la sede y solo en el Ministerio de Hacienda y en un despacho de esa institución», en fin, todo parece un misterio entre los actuantes.

Queremos conocer los responsables de presentarle a las autoridades tan «brillante estudio» sobre la reforma, porque al final de cuentas fueron remunerados por el trabajo realizado y nos merecen la explicación de esta pérdida de tiempo. ¿Qué secretismo abrumador se debió de implementar a tan abierta y legítima discusión?, pero también pregunto: ¿Una reforma se termina a la carrera?, ¿Cuál es la prisa para presentarla, había un plazo, es parte de una estrategia de qué?, ¿por qué no se llevó a consulta ante las diferentes asociaciones y entidades que agrupan los sectores de los diferentes temas?, ¿por qué, tan autoritariamente?

Al gravar aspectos de la economía tan sensibles como sucede en el sector EH las empresas generadoras de electricidad que no vendan su energía al Estado ya no recibirán incentivos por uso de combustible, lo que afectará la productividad de varias industrias del país; el aumento de un 100 % a la renovación del impuesto por circulación anual de vehículos (marbete), que pasará de RD$1,500 y RD$3,000 a RD$3,000 y RD$6,000 según los años de fabricación del vehículo, mientras que los ciclomotores pasarán a tener una tasa fija de RD$1,200. El transporte en esta reforma, también será gravado.

En la reforma fiscal faltó una mejor focalización al subsidio de los combustibles, especialmente del diésel que según gremios del sector de hidrocarburos es usado para venta irregular a precios más bajos distorsionando el mercado y las compañías que si pagan impuestos.

Asimismo, la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) llamó a vista pública a las asociaciones de combustibles beneficiadas de la exoneración del pago del 0.0015 % por concepto de impuesto a las transferencias bancarias y cambio de cheques, estipulando su eliminación; igualmente gravar 18 % a los útiles escolares, el 27 % a los intereses del ahorro, un 18 % a los productos de primera necesidad, el 1 % al Impuesto sobre el Patrimonio Inmobiliario (IPI) medida que afectaría de manera significativa a la clase media,  etc.  Otros sectores serían impactados negativamente por la propuesta de reforma fiscal. La ampliación del Itbis a un 18 % afectará el consumo de la población, por ende, reduciría el poder adquisitivo de los ciudadanos en un 3 % según estimaciones. Por otro lado, resultan lesionados, turismo, zonas francas y construcción, así como  una cadena de desplome simultáneo que reducirá la inversión extranjera directa en la República Dominicana.

El miedo a la inseguridad financiera, la búsqueda de alimento, el acceso a una vivienda y su mantenimiento, son aspectos sensibles que a primera vista se ven mucho más comprometidos con la aplicación de esta reforma.

Hay que ser coherentes con lo que se ofrece, las expresiones deben de ir de acuerdo a las acciones, el rumbo que se esperaba sobre las expectativas era esperanzador, ahora nada es lo que esperábamos, sentimos que se avecina una bruma escalofriante. Desde el funesto día de su presentación se siente pesado el ambiente, como pausado, estático, un temor al desarrollo cotidiano, a las inversiones, a las ilusiones de seguir trabajando y echar adelante el país.

¿Por qué someter a todo un país a esta ansiedad? Políticamente lo defino como un suicidio, (haraquiri), el esfuerzo que tienen que presentar los militantes en altos cargos para defenderla es como forzado, ¡Y ni hablar los que la defienden en medios!, porque esos tienen intereses y en el fondo priorizan, no les importa más que su bienestar porque al final están bien en todos los gobiernos. Creo que este gobierno se acostumbró a los errores, a decir… bueno pues nada, se echa eso para atrás, total no es la primera vez…, pero, ¿Cuál es la necesidad?

En muchas ocasiones me encuentro diciéndole a mis colaboradores y cercanos esta frase: «Cuestiono cuando me dan la razón, porque muchas veces quiere decir que se equivocaron».

Si finalmente esta reforma llegara a pasar… pienso en esta frase que dijera Winston Churchill: Si abrimos una disputa entre el pasado y el presente, encontraremos que hemos perdido el futuro.