Por Luis José Chávez
El presidente Luis Abinader habló de cohesión social al justificar la voluntad del gobierno dominicano de pactar un acuerdo con los clubes deportivos y culturales para relanzar la vieja consigna de “cuerpo sano en mente sana” y trabajar por comunidades más seguras y con mejores condiciones de vida para sus habitantes.
De acuerdo a sus palabras, desde la administración se busca utilizar este mecanismo de integración social como parte de una respuesta estratégica al problema de la violencia y la delincuencia juvenil que durante décadas ha venido ganando terreno en los barrios de la capital y de otras comunidades del país.
Pero hay que apuntar que no se trata solo de una declaración protocolar a propósito del significativo encuentro convocado por el Ministro de Deporte, Kelvin Cruz, junto a la Federación Dominicana de Clubes (FEDOCLUBES) en el marco del Día Nacional de los Clubes Deportivos y Culturales.
El anuncio de la construcción o remozamiento de 49 multiusos en el Gran Santo Domingo, en adición a otras instalaciones que ya se han entregado en la Capital y en otros puntos del país, muestra que se trata de una política de largo alcance para impactar positivamente la realidad social de nuestros barrios.
Justo en la noche del mismo día de los clubes, el director de Desarrollo Provincial, Ángel De La Cruz, acudió a un masivo acto comunitario celebrado en la Casa de la Cultura del legendario Club Villa Faro, para anunciar que el próximo año 2025 se inicia la construcción del multiuso de esa populosa barriada de Santo Domingo Este, reconocida por la capacidad autogestionaria que le ha permitido desarrollar una impresionante plataforma de capacitación a través de escuelas deportivas y culturales con el aporte de profesores voluntarios y cientos de niños y jóvenes que se forman en numerosas disciplinas artísticas y deportivas, sin contar con ninguna subvención oficial, proeza que me he ocupado de resaltar en un trabajo periodístico: Villa Faro, la otra cara de la Calle 42.
Cohesión social y sentido de comunidad
Ciertamente, tal como resaltó el presidente Abinader, los clubes deportivos y culturales, al igual que las juntas de vecinos, constituyen una excelente herramienta de cohesión social para crear un sentido de comunidad, tan necesario para generar soluciones a problemas comunes y enfrentar retos tan acuciantes como la drogadicción, la delincuencia juvenil y la falta de oportunidades para construir un proyecto de vida.
Desde la década de los 60s, cuando surgieron los clubes deportivos y culturales como un mecanismo de articulación político-social, estas entidades han ejercido un liderazgo clave, no solo para fomentar el deporte y la cultura, sino también para empoderar a la comunidad frente a los embates de la pobreza urbana.
Basta examinar el aporte de los clubes deportivos y culturales que han logrado convertirse en referentes de gobernabilidad social en sus respectivos barrios, como el Club Mauricio Báez, el Club San Carlos, el Club San Lázaro, el Club Los Cachorros, el Club Varias Luces, el Club Bameso, el Club Luperón, el Club Renacer, el Club Samuel Santana, el Club Huellas del Siglo, el Club Payero, el Club los Astros del 27 de Febrero, el Club Leónidas Solano, el Club Orlando Martínez, el Club Villa Francisca, el Club Simón Bolívar, el Club La Ciénaga, el Club Italia, el Club Los Gladiadores, el Club Héctor J. Díaz, El Club María Auxiliadora, el Club Nicolás Casimiro, el Club Agrucudegua, el Club Oscar Santana, el Club Huellas del Siglo, el Club Calero, el Club Los Minas, el Club Villa Faro, el Centro Deportivo y Cultural Ozama, el Club Eugenio María de Hostos, el Club Los Gigantes de Herrera, el Club Honduras del Este y el Club Miramar, para solo citar algunos de los que operan con notoria incidencia en el gran Santo Domingo.
Esta mención es válida para las instituciones clubísticas de Santiago y de otras ciudades del país que a través de este mecanismo de cohesión social han logrado incidir positivamente en la historia del deporte y en la formación de mejores ciudadanos
En esta lista incluyo mi viejo Club Las Américas, de Santo Domingo Este, que aunque desaparecido y resucitado en más de una oportunidad, tuvo una incidencia fundamental en el barrio del mismo nombre, logrando darle un gran impulso al deporte y la cultura, aún antes de cristalizar la lucha que hizo posible la construcción de la Escuela Patria Mella y la cancha del Club, y sobre todo poner la zapata para que muchos jóvenes del sector se convirtieran en profesionales y ciudadanos responsables y socialmente útiles.