Por: Antonio Isa Conde
El reciente informe del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) es un grito de alerta: la desconfianza en lo público y la calidad de nuestra democracia están en crisis.
No podemos seguir ignorando esta realidad. Nuestra estabilidad depende de ello.
Los bajos niveles de educación en RD son la raíz de este problema. Aunque hemos crecido económicamente, la falta de acceso a una educación de calidad y la desigualdad persistente amenazan con socavar nuestro futuro.
La política rentista y clientelista ha perpetuado un modelo que asfixia cualquier intento de verdadero progreso.
La politiquería ha sacrificado el futuro del país en su beneficio. ¡Es un ciclo que debemos romper!
Las soluciones existen, pero requieren valentía y determinación.
Una reforma educativa profunda y una reforma política que combata el clientelismo son esenciales para restaurar la confianza en nuestras instituciones y garantizar un desarrollo justo.
El tiempo de las excusas terminó.
No es solo responsabilidad del gobierno, sino de todos nosotros.
Si no actuamos ahora, perderemos, más que crecimiento económico y estabilidad política, la oportunidad de construir un país más justo y equitativo, con instituciones confiables, de más oportunidades para todos, con menos desigualdad y pobreza.