Por: Francisco Álvarez Martínez
Hace poco el presidente Luis Abinader presentó su proyecto de reforma constitucional, lo que ha provocado muchas discusiones interesantes sobre el tema. Con un congreso unificado políticamente, es evidente que cualquier ejercicio crítico sobre la reforma será meramente cosmético, pero eso no quita que debamos dialogar sobre los puntos más importantes. En ese sentido, unas cuantas preguntas e intentos de respuestas, sobre los puntos principales de la “reforma”:
¿Es el mejor momento para una reforma constitucional? Para nada. Tenemos – por lo menos – tres reformas que son más importantes, complejas y que afectarán mucho más al pueblo dominicano. Debemos enfocarnos en reformar el sistema penal, y promover la más saludable de las versiones de la reforma fiscal, y del sector eléctrico. Modificar la constitución – si bien es con buenas intenciones – revivirá traumas y permeará la labor legislativa, haciéndola menos eficiente y más convulsa.
¿Puede el presidente (o la ley que convoca a la Asamblea) “limitar” el alcance de la discusión? La verdad es que no. Más allá de la propia influencia del poder ejecutivo sobre sus legisladores, en la práctica, no hay un límite legalmente establecido y, en consecuencia, como comentó el gran amigo Nassef hace unos meses (https://shorturl.at/BQ1Hy), “si la Asamblea Nacional decide algo distinto a lo querido por el Congreso y proclama la nueva Constitución, entonces no hay posibilidad de cambiar lo decidido porque se cerró el proceso de reforma.”
¿Puede el presidente colocar el mal llamado “candado” a las reformas posteriores sobre las elecciones presidenciales y la reelección? Desde el principio, se ha observado una discrepancia entre el lenguaje utilizado y las posibilidades reales de una modificación. El presidente desea evitar futuras modificaciones a las reglas sobre la reelección, lo cual es imposible. Se pueden crear obstáculos, pasos adicionales y requisitos nuevos, pero siempre será posible modificarla pues, al final, la constitución misma es el destilado del consenso democrático.
¿Depende de la designación del PGR la independencia del Ministerio Público? Considero que no. Al final, el Consejo Nacional de la Magistratura está controlado—directa o indirectamente—por el partido de gobierno. La designación por el ejecutivo permite una responsabilidad directa, al igual que una coherencia en la dirección de lo que, hasta ahora, es la política criminal del Estado. Lo que sí se debe promover es un mejor ecosistema de controles y contrapesos a la gestión del PGR.
¿Es necesario reformar el Consejo Nacional de la Magistratura? Aunque la discusión solo se promueve desde la idea de eliminar el asiento del PGR, debería ser más amplia. Tomar en cuenta otras reformas que están “en camino” (como, por ejemplo, la del Ministerio de Justicia), al igual que los esfuerzos institucionales del Poder Judicial en estructurar la forma en la que se accede a tribunales de superior jerarquía. La miopía en la discusión nos hace perder factores importantes a tomar en cuenta.
¿Se refuerza la independencia con la propuesta de modificación? Sí. Con la inamovilidad funcional y la incompatibilidad temporal con funciones partidarias, se aportan elementos que benefician la elección.
¿Y cómo pretende eficientizar la labor legislativa? Se propone una interesante reducción de 190 a 137 diputados: 110 por circunscripciones, 20 nacionales y 7 del exterior. Sería interesante ver el razonamiento detrás de dicha reducción y reorganización, para entender los números propuestos.
¿Y sobre la unificación del as elecciones? La propuesta de unificar las elecciones busca simplificar el proceso electoral, disminuyendo la frecuencia de votaciones y reduciendo los costos asociados. Al realizar las elecciones presidenciales, congresuales, parlamentarias de organismos internacionales y municipales el mismo día, se busca mejorar la eficiencia y la participación ciudadana al facilitar el ejercicio del voto en una sola jornada.
En conclusión: ante la inminente reforma – de nuevo con una prisa innecesaria y ante tantas discusiones técnicas pendientes – solo nos queda esperar lo mejor.