Por José P. Monegro
Santo Domingo.- El papa Francisco tiene un estilo muy peculiar de abordar temas conflictivos y eso queda de manifiesto en las respuestas a cinco dubia que le enviaron el pasado mes de julio los cardenales Walter Brandmüller y Raymond Leo Burke con el apoyo de otros tres cardenales, Juan Sandoval Íñiguez, Robert Sarah y Joseph Zen Ze-kiun.
Difícilmente pueda decirse que plantea opiniones concluyentes, aunque deja sentado desde su punto de vista cuáles son dogmas y cuáles cosas considera relativas o discutibles.
1.- Concuerda en que lo que “ha sido revelado” es perenne pero que su interpretación puede ser mejorada con el paso de los tiempos y a la luz de los cambios culturales o del conocimiento. Ante la interrogante de si la Revelación Divina en la Iglesia debe ser reinterpretada según los cambios culturales de nuestro tiempo y según la nueva visión antropológica que estos cambios promueven, el papa Francisco responde que sí se puede reinterpretar si a lo que se refieren con el uso de ese término es equivalente a “interpretar mejor”.
2.- Sobre la bendición de uniones de personas del mismo sexo es consistente en la posición que ha mantenido desde cuando era arzobispo de Buenos Aires. Deja sentado con claridad que el matrimonio como sacramento es la unión de un hombre y una mujer abiertos naturalmente a la reproducción, pero no se cierra la existencia de otro tipo de uniones no sacramentales, aunque no sean denominadas como matrimonio propiamente dicho. Con eso establece una diferencia conceptual entre matrimonios y uniones. En ese sentido hace la advertencia de que desde la Iglesia no se pueden adoptar rituales que pudieran confundirse o interpretarse como alguna forma de matrimonio sin que eso represente cerrarle la posibilidad de recibir la bendición a quien lo solicite, dejándolo a la “prudencia” del ministro, tomando las previsiones para que eso no sea visto como una “norma pastoral”. Es evidente en su repuesta que no hay un claro rechazo a la unión entre personas del mismo sexo fuera del ámbito sacramental. Queda latente la discusión de si desde el ámbito civil se acepta que los Estados pueden propiciar las uniones entre personas del mismo sexo visto como un contrato entre dos personas adultas con los cuales se adquieren derechos civiles.
3.- Reivindica la sinodalidad en el gobierno de la Iglesia vista la misma fue instituida por Cristo como pueblo de Dios. Incluso le recuerda a los cardenales de las Dubia que ellos mismos hacen uso de la sinodalidad cuando hacen sus planteamientos. Insiste en que la Iglesia debe estar abierta a la participación del Pueblo de Dios.
4.- Entiende que el sacerdocio ministerial de la mujer es una discusión no cerrada y aunque en la actualidad sea exclusivo para hombre y esté fuera de discusión, no es dogmático y por tanto tampoco es definitivo: ”No es una definición dogmática, y sin embargo debe ser acatada por todos. Nadie puede contradecirla públicamente y sin embargo puede ser objeto de estudio, como es el caso de la validez de las ordenaciones en la Comunión anglicana”.
5.- Se muestra muy abierto en el concepto de la administración del sacramento de la reconciliación. Entiende que el sacerdote no puede constituirse en juez de la confesión, sino administrarla en representación de Jesucristo. Entiende que no siempre quien se confiesa tiene claridad de la determinaci{on de no volver a pecar o de expresar el arrepentimiento. Deja claro que los sacerdotes no son fiscales del perdón en el sacramento de la reconciliación, sino instrumentos de la Misericordia de Dios.
En conclusión, sus respuestas dejan muchas ventanas abiertas que pueden ser usadas por cada quien en función de sus intereses o preferencias.