Por: Jatzel Román
Porque me lo han pedido algunos y en realidad aunque no me lo pidieran igual lo iba a hacer, recordamos el intento de asesinato contra el legendario expresidente americano, Teddy Roosevelt (1901-1909).
El reconocido líder del ala progresista del Partido Republicano había asumido como Primer Mandatario tras el asesinato de William McKinley, de quien era su segundo Vicepresidente tras la reelección de 1900. Fue altamente popular, ganando fácilmente las elecciones de 1904 pero mantuvo la tradición y optó por abstenerse de buscar un tercer periodo en 1908 cuando entonces salió electo su compañero de partido, William Howard Taft.
Sin embargo, el choque ideológico entre republicanos progresistas y conservadores lo hizo arrepentirse y se lanzó como disidente en 1912 para intentar recuperar el poder ahora por el Partido Progresista, conocido como el del toro alce.
Fue una campaña vigorosa en la que por única ocasión hasta ahora, la franquicia republicana fue desplazada al tercer lugar, aunque los demócratas aprovecharon la división para volver al poder con Woodrow Wilson.
El episodio más memorable de la campaña fue cuando en octubre, antes de iniciar un mitin, se le acercó un migrante alemán que sufría esquizofrenia y le pego tiro al pecho, diciendo que el fantasma de McKinley se lo pidió. Hubo gran conmoción, pero resulta que el líder tenía debajo de su saco el escrito de discurso que iba a pronunciar, el cual tenía extensión de 50 páginas, llevando a la teoría de que puede haber contribuido con disminuir el impacto.
Roosevelt un notorio cazador, tenía cierto entrenamiento en primeros auxilios así que al percatarse de que no estaba tosiendo sangre, probablemente sus pulmones no habían sido perforados. Impidió entonces que lincharan a su casi asesino y exigió subir a tarima para pronunciar el discurso.
Ante la algarabia de sus seguidores, comenzó con las históricas palabras
”Damas y caballeros, me acaban de pegar un tiro así que les pido no hacer mucho ruido que no puedo levantar demasiado la voz”.
Obviamente estallaron en aún más aplausos y este se extendió hablando por una hora con el discurso titulado “La causa progresista es más grande que nosotros”.
Al bajar de la tarima se lo llevaron de inmediato a emergencias.