Por Lisandro Macarrulla
El Salvador, un país geográficamente pequeño y con una población estimada en 6 millones 518 mil habitantes; de recursos estratégicos y una economía limitada, con una deuda pública que compromete gran parte de su Producto Interno Bruto (PIB); y que a la fecha exhibe avances importantes en el combate de la delincuencia organizada y sus vínculos conexo, ha trascendido al escenario mediático tras la asunción al poder de Nayib Bukele, imponiendo un nuevo estilo de gobernar y enviando mensajes dispersos sobre su ideología política, pues mientras unos lo perfilan como socialista y liberal, otros lo perciben con indicios de un autoritarismo preocupante. Es por tanto relevante conocer que está pasando a lo interno de este país centroamericano, cuyo mandatario es tendencia constantemente en las redes sociales.
En términos políticos, Bukele anunció el pasado 15 de septiembre su interés de reelegirse en el 2024, luego que una criticada Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (lo que sería en nuestro país el Tribunal Constitucional) modificó un criterio sobre este tópico vigente desde 2014, que establecía que “Quien ocupe la Presidencia debe esperar 10 aňos para aspirar al cargo nuevamente”. El Presidente de El Salvador marcó un hito, siendo el primer mandatario que se embarca en tal propósito desde el inicio de la etapa democrática de la nación.
En ese orden, Nayib tiene una coyuntura política muy favorable, pues es respaldado por su partido Nuevas Ideas, que es mayoría en la Asamblea Legislativa (Congreso unicameral), contando con 56 de los 84 diputados que representan los 14 departamentos del país, lo que le allanaría el camino para reformar la Constitución, que prohíbe la reelección en 6 de sus artículos. Dicha organización política también tiene el control de la municipalidad, contando con 152 de 262 alcaldías, siendo este el segundo poder político y administrativo más importante en El Salvador.
Como se aprecia, Bukele ha logrado posicionar su partido en muy poco tiempo (fue legalizado en 2018) y para ello ha sido indispensable su liderazgo, el cual ha desarrollado proyectándose como un gobernante cercano, relajado y sencillo en su vestimenta y discurso, imponiendo un nuevo estilo que rompe con el ejercicio político tradicional.
La seguridad, su eje central
El eje central de las políticas públicas de su Gobierno ha sido la seguridad, abordada a través del Plan de Control Territorial, mediante el cual se estableció un estado de excepción de garantías constitucionales que ha logrado disminuir los índices de delictividad, violencia y criminalidad estrechamente vinculados con la presencia e incidencia de la delincuencia organizada (las maras), cuyas principales actividades se relacionan con el narcotráfico, la extorsión y los secuestros, derivando en que por años el país haya sido considerado como uno de los más violentos del mundo.
De hecho, el Gobierno promueve como parte de sus logros en materia de seguridad, la incautación en aguas del Pacífico de grandes cargamentos de cocaína y otras sustancias narcóticas, pero sobre todo, la reducción de la tasa de homicidios, considerando que la misma llegó a ubicarse en 103 asesinatos por cada 100 mil habitantes en 2014, mientras que en 2019 la cifra disminuyó drásticamente, al contabilizarse 17 homicidios por cada 100 mil habitantes, de acuerdo a estadísticas ofrecidas por la Policía Nacional Civil.
Aunque todavía no se ha dado a conocer el comportamiento de la tasa de homicidios en lo que va de este 2022, el Gobierno ha hecho énfasis en que hasta septiembre del presente aňo tenían 204 días sin asesinatos. Estos datos son cuestionados por organismos de derechos humanos y la propia oposición política, que viene acusando a la gestión presidencial bukelista de haber negociado con las pandillas para lograr que las mismas se replegaran, pero también han criticado los regímenes de emergencia puestos en marcha dentro de los centros penitenciarios, donde estas organizaciones criminales ejercen mucho control; y la política de cero tolerancia contra el crimen.
Lo cierto es que, la popularidad de Bukele está afianzada en los logros alcanzados en materia de seguridad, tal y como han constatado encuestas realizadas por firmas internacionales de prestigio que le han dado una proyección de carácter regional, siendo el caso de la firma Cid Gallup, que lo posicionó en 2021 como el Presidente mejor valorado de Latinoamérica (con 83 puntos, de 100 posibles), quedando en un segundo lugar su homólogo dominicano, Luis Abinader, con 68 puntos.
Este escenario político favorable para el mandatario salvadoreño ha desarticulado sus adversarios del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que han vendido la idea de una alianza opositora que a la fecha no ha presentado un candidato potable con vistas a las elecciones presidenciales de 2024. Algo similar acontece con el movimiento social, que prácticamente está en el ostracismo tras haber liderado protestas antigubernamentales en el segundo semestre de 2021.