Por Narciso Isa Conde
“La reconciliación nacional en Colombia puede ser una consigna bonita, pero no viable. Tampoco adecuada para hacer las transformaciones imprescindibles. Quienes crearon ese engendro no van a acompañar a quienes quieren erradicarlo y reemplazarlo en pro del bienestar colectivo.”
En Colombia la contundente derrota del neofascismo y de su criminal régimen uribista se produjo por vía múltiple y a través de una formidable combinación de formas, intensidades, escenarios y periodos de lucha con variados actores sociales: legales e ilegales, armadas y no armadas, urbanas, suburbanas y rurales; reivindicativas y políticas, electorales y extra institucionales, pacíficas e insurgentes
Luchas campesinas, gremiales y sindicales, obreras, de pueblos originarios, comunitarias, feministas, estudiantiles, antirracistas, anticolonialistas, populares; luchas contra la larga pesadilla entreguista y criminal del ejercicio santanderista del poder, contra la barbarie moderna del capitalismo neoliberal, contra la sobre-explotación, el latrocinio y la cultura de la muerte.
Por la vida, la dignidad y los derechos inalienables del pueblo colombiano y su pobrecía y sus sectores oprimidos, discriminados y excluidos y abusados.
Por la soberanía popular, la soberanía de la nación y de la patria grande: la de Bolívar, San Martín, Morazán… la del Che, Fidel, Chávez y Caamaño.
Por una nueva Colombia, como parte de una América y una Humanidad en tren de liberación.
En cada etapa variadas rebeldías e insumisiones, viejas y nuevas, múltiples e inteligentes combinaciones e innovaciones.
Con énfasis en diferentes espacios de la geografía y del tejido social, en diversas coyunturas, a veces adversas, a veces favorables a su desarrollo.
Incluidas múltiples y heroicas insurgencias, todavía presentes.
Insurgencias en lucha a muerte por la vida, portando fusiles por la paz, frente al sistema de terror impuesto hace más de seis décadas por una oligarquía rapaz, un conservadurismo despótico y un imperialismo brutal.
· DEL PODER EN LAS CALLES AL TRIUNFO EN LAS URNAS
Las más recientes, las formidables protestas e intensos paros urbanos escenificados del 2019 hasta momentos previos a la reciente coyuntura electoral, asumieron, frente a una represión brutal del Gobierno neo-fascista de Iván Duque, un fuerte carácter de rebelión multitudinaria, que terminó enterrando políticamente al uribismo y posibilitando lo que antes fue imposible: una avalancha electoral incontenible se convirtió en victoria del PACTO HISTÓRICO, constituido en fuerza popular-electoral alternativa.
Recordemos que desde las calles ensangrentadas de Colombia brotó como clamor popular que estremeció hasta el apacible cielo, la enérgica demanda de la destitución de Duque.
Entonces, no existió la determinación para lograr su caída, que finalmente se alcanzó en las urnas.
Ganó el pueblo, el Pacto Histórico, Petro, Francia…
Ganó la vida frente a la muerte, ganó la libertad frente al terror y al despotismo de la peor especie.
Gustavo Petro, un progresista muy talentoso y Francia Márquez, una lideresa con especial y promisoria fragancia popular-radical dentro de ese binomio, pudieron triunfar en las urnas porque meses antes de las votaciones tuvo lugar esa gran victoria del pueblo colombiano en las calles, la que luego de los múltiples combates finalmente los trituró política y moralmente.
Esto se produjo tanto por el tipo de crisis general que le sirvió de telón de fondo a esos acontecimientos, como por su rumbo hacia una crisis de gobernabilidad, en tanto esas luchas desacreditaron, deslegitimaron y dividieron en grande a los de arriba y empoderaron a los/as de abajo para producir el cambio.
Es precisamente en medio de una estremecedora crisis del capitalismo mundial, continental y colombiano – y específicamente de su modelo neoconservador o neoliberal- que mediante esa gran pelea en campos, plazas y calles, “los nadie”- como le dice Francia- derrotaron heroicamente a sus criminales opresores neofascistas: al llamado uribismo apadrinado por EEUU y aliado a la oligarquía capitalista.
Fue en el contexto de una aguda lucha de clases y de una tremenda ola de cambios continentales favorables, que pudo lograr a continuación la victoria electoral.
Ahora bien, este cambio trascendente, al darse por ruta electora, sin desplazar el poder estatal constituido y su correspondiente institucionalidad pervertida, enfrenta fuertes limitantes y mayores obstáculos para alcanzar el ideario transformador que está enarbolando.
Menos difícil sería, si como en otros casos, se hubiera logrado hacer colapsar la institucionalidad neoliberal impuesta.
Pero cuando el cambio político se da esa marera, equivale a lograr un gobierno diferente y alternativo al viejo, pero ubicado dentro de un aparato estatal adverso y rodeado de los poderes fácticos que representan el pasado y que tratarán de imponerse sin contemplaciones.
Poderes estatales y empresariales impregnados de la impronta santandereana, ahora pro-neoliberal, pro-imperialista y pro-fascista; siempre bajo los aires monroistas de los Biden, Bill Gates, Rockefeller, Musk…que saben matar con inteligencia artificial y con bombas. Con abrazos, engaños y Comando Sur. Con fármacos y a cañonazos.
· NUEVOS, IMPERIOSOS Y DIFÍCILES DESAFÍOS
A esta nueva fórmula gubernamental colombiana, generadora de enormes esperanzas y anhelos, esa realidad le plantea inmensos y difíciles desafíos.
El nuevo gobierno está montado sobre un Estado narco-terrorista, que ha sido –y sigue siendo- sustentado por una oligarquía capitalista voraz, intervenido y tutelado por EEUU, con 7 bases militares apuntando hacia dentro de Colombia y hacia las enormes riquezas de la en cierta medida diezmada Amazonía, y contra los países vecinos no dóciles dentro de un “patio trasero” en rebeldía.
Me refiero a un imperio en decadencia y súper-agresivo, que a nivel continental y mundial -salvo maniobras y reajustes para salir de entuertos y engatusar- no da señales de ceder, sino de reconquistar por la fuerza a escala global las áreas perdidas e intentar la misión cuasi imposible de restablecer por la fuerza su hegemonía absoluta.
Hablo de un capitalismo y a un imperialismo, que en Colombia, en Nuestra América y en el planeta marcha en sentido contrario a lo esencial de las promesas de Petro, de su lindo y justo discurso en la toma de posesión; aunque ciertamente Biden está temporalmente forzado a recular por la derrota recibida, las crecientes pérdidas de gobiernos aliados de extrema derecha y, por tanto, la reducción del bloque neofascista, facción que está punto de perder Brasil.
Sobran hechos y evidencias de que las fuerzas dominantes del capitalismo imperialista actual, propugnan en el sentido de la guerra, no de la paz.
Están con la depredación y contaminación ambiental, la minería destructiva, la dictadura mediática y la antidemocracia, la alianza carnal con el patriarcado y los fundamentalismos religiosos…
En fin, promueven el neofascismo desde poderes constituidos y de facto.
Eso no se puede enfrentar eficazmente obviando esa realidad, cuyos artífices, aun después de sufrir esta derrota, no van a desistir de sus pérfidos propósitos.
· ¿RECONCILIACIÓN?
La reconciliación nacional en Colombia puede ser una consigna bonita, pero no viable. Tampoco adecuada para hacer las transformaciones imprescindibles. Quienes crearon ese engendro no van a acompañar a quienes quieren erradicarlo y reemplazarlo en pro del bienestar colectivo.
La lucha de clases, el enfrentamiento de la crisis ambiental, la erradicación de la opresión de género, la acción antirracista, las transformaciones agrarias, la necesaria autodeterminación y la imperiosa necesidad de desmantelar el paramilitarismo para que haya paz y bienestar social, van encontrar una intensa resistencia del capitalismo real y del sistema imperialista occidental, que incluye las agresiones del narco-capitalismo herido y de todo lo que implica la neoliberalización y gansterización del sistema dominante.
Las derechas y ultra derecha colombiana, incluidas las que temporalmente le sacó el pie al uribismo y giro a favor de la victoria inevitable del PACTO PATRIÓTICO, son parte de todo ese tinglado perverso y dependen de los designios de Washington. No son aliados confiables,
· LOS ALIADOS POSIBLES PARA LOS CAMBIOS NECESARIOS
Pasa igual a nivel de Estado, porque cuando hay que asumir transformaciones como las que se derivan de lo prometido en esta ocasión, es preciso distinguir entre aliados vacilantes y ocasionales, aliados para un potencial bloque progresista alternativo con limitada autodeterminación y aliados estratégicos con firmeza y determinación para ejercer soberanía a plenitud y emprender cambios políticos sociales que superen el modelo de dominación.
Todo indica que hay posibilidad de fortalecer la tendencia a la formación de un gran bloque alternativo parecido a lo que fue el ya derrotado Grupo de Lima y eso favorece a la nueva Colombia.
Esto y mucho mas es necesario porque la extrema derecha latino-caribeña y EEUU no van simplemente a tragarse el revés.
Van a contraatacar y a intentar recomponerse. Su espíritu no es de transigencia o tolerancia: menos de conciliación o coexiste.
Solo hay que ver lo que han hecho por acá y por allá, lo que siguen haciendo, lo que hace y se propone hacer OTAN, lo que recién están haciendo contra Rusia, China e Irán.
Cierto, que están a la defensiva. Pero una defensiva agresiva, destructiva, sin regreso a la bondad. Sin vocación para aceptar la unidad de todos/as en aras salvar a Colombia, a nuestra América, a Colombia y a Humanidad.
La unidad precisa de coincidencias y con los opresores eso es imposible, por más que se dialogue.
Es imposible unir el agua y el aceite.
No se puede transformar sin confrontar.
Si PETRO y FRANCIA son consecuentes con lo que están proponiendo, tienen que reconocer esa cruda realidad y prepararse para una pelea crucial que necesitará mucho más que el empleo inteligente de los resortes gubernamentales conquistados y más que reconciliaciones pasajeras con adversarios históricos.
Dada la envergadura de los desafíos y vista la existencia de un entorno estatal con otros poderes e instituciones claves fuera de control del nuevo gobierno, o en manos de las derechas y de la oligarquía, las orientaciones trazadas en la ceremonia de toma de posesión y las bases programáticas del triunfo requieren lo que José Carlos Mariategui definía como “creación heroica”, junto a nuevas jornadas de lucha del pueblo contra sus enemigos impenitentes siempre prestos a impedir los cambios.
Me parece además, que el marco institucional y el propio orden constitucional, son tan adversos y han servido de base para generar productos tan malos, que más que nuevas leyes inciertas, exige de un nuevo proceso constituyente bajo presión y con participación popular.
Igual, la paz precisa agregar al acuerdo de paz de la Habana, todo lo que la traición y la claudicación le restaron.
Sin soberanía, con bases y unidades militares gringas, no habrá paz, ni completa, ni definitiva.
Con paramilitarismo, ni hablar.
La paz y la seguridad no pueden ser custodiadas por la Policía y las Fuerzas Armadas tal y como están en la Colombia actual. Ni tuteladas con la permanencia de una intervención imperialista, acuerdo con OTAN incluido, que fue programada en función de la contrainsurgencia interna y de la “guerra global permanente” desatada por EEUU en el 2001.
Las metas planteadas para cambiar la sociedad necesitan otro clima político-militar, otra correlación de fuerzas en ese plano y una nueva hegemonía militar.
A objetivos menores, pero importantes, puede ayudar la tendencia a conformar un gran bloque de gobiernos afines al progresismo, y alianzas parciales en temas puntuales… pueden ayudar hasta cierto punto.
Además, en medio de la guerra de la OTAN contra Rusia, con un Biden muy debilitado, necesitado de disminuir puntos de confrontación y con un sistema imperialista en crisis y declive, todo parece indicar que Petro podría maniobrar para un respiro inicial en ciertos frentes, como lo está haciendo Venezuela; como también para acuerdos mutuamente ventajosos con EE.UU. sobre temas no espinosos.
En eso escenarios, claro está, es fundamental no ceder en propósitos programáticos esenciales, pero sí aprovechar tanto las debilidades de adversarios como la disidencia de la izquierda moderada estadounidense tipo Bernie Sanders y las posiciones de los movimientos políticos sociales más radicales…Mientras el fascista radical TRUMP, o cosas parecidas, vienen tronando.
Y sobre todo se necesitará firmeza desde el Gobierno del Pacto Patriótico y voluntad para volver a las calles, plazas y aldeas, con movilizaciones multitudinarias alternativas…y no solo en Colombia, sino a escala continental. Porque frente a un enemigo tan poderoso, no hay otra forma de hacer posible lo parece imposible.
Se necesitarán aliados con el poder y la firmeza antiimperialista de Cuba, Venezuela, Bolivia, México de López Obrador, Nicaragua… y con la determinación de las grandes potencias emergentes, Rusia y China, y actitudes soberanas como la de Irán.
Se necesitará mucho latino-americanismo con la espada de Bolívar al frente.
Se necesitará concurrir con los BRICs y abrazarse con todos los pueblos en rebeldía contra este funesto sistema de dominación y este orden mundial injusto.
Todo esto, con una alta dosis de solidaridad e internacionalismo, podría abrir trochas para ir avanzando, transformando, creando lo nuevo.