Por: Roberto Angel Salcedo
El próximo domingo 14, los chilenos han sido convocados a un balotaje entre Jeannette Jara, del Partido Comunista y representante del gobierno de Gabriel Boric, y el tres veces candidato de la extrema derecha José Antonio Kast. A decir de diversos estudios de medición de simpatías electorales, el candidato opositor estaría concitando las mayores intenciones de cara a los comicios del domingo.
De materializarse este resultado, también Chile estaría abriendo un nuevo ciclo político en su vida institucional y democrática, incorporándose al auge de la derecha.
En el presente trabajo reviso como, desde inicios del presente siglo, la política se ha movido a través de tendencias, desde el nuevo socialismo y los gobiernos de izquierda, hasta una configuración más conservadora y de derecha proyectada desde la imagen del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El empuje de la izquierdaDespués de un deterioro en el sistema político venezolano, un excoronel, responsable de un intento de golpe de Estado en 1992, lograba 6 años más tarde alzarse con el poder. A partir de su llegada, se abría una nueva etapa en la vida social y política de Venezuela: Hugo Rafael Chávez Frías inauguraba su primer mandato como presidente.
Inspirado en el dilatado modelo cubano, Chávez introdujo cambios profundos en el aparato gubernamental, promoviendo la concepción del socialismo del siglo XXI, que no sólo impactó y conectó con los sectores históricamente marginados, sino que su influencia comenzó a tener repercusiones en países de la región.
La llegada de Evo Morales en Bolivia, Nestor Kirchner y su esposa Cristina Fernández en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Manuel Zelaya en Honduras, Daniel Ortega en Nicaragua, Lula en Brasil, mostró que la receta chavista, estructurada sobre una política social y asistencialista profusa, financiada por los exorbitantes precios del petróleo que, a finales de la primera década del presente siglo bordeaba los 140 dólares el barril, era una aspiración asumida a modo de efecto contagio y, consecuentemente, provocó los resultados esperados.
Distintas causas llevan a los líderes, no importando su nivel de dominio, a tener que pensar en la sucesión: lo hizo Fidel con su hermano Raúl cuando la salud se le vio comprometida, después Raúl hizo lo propio con Díaz Canel; lo planteó Chávez con Maduro cuando su enfermedad se volvió irreversible. La situación política argentina llevó a Cristina a promover a Daniel Scioli como candidato en 2015; los temas legales bolivianos forzaron a Evo Morales a tener que pensar en Luis Arce; lo propio ocurrió con Correa cuando se vio compelido a estimular las aspiraciones de su cercano colaborador Lenin Moreno.
Como toda regla tiene su excepción, aunque en Cuba y Venezuela la sucesión no sólo se produjo, sino que se ha mantenido en el tiempo con cierto grado de efectividad, Cristina no pudo evitar la victoria de Mauricio Macri en 2015; Evo después de motorizar la presidencia de Luis Arce, terminó enfrentado a este. Correa con Moreno, también corrió la misma suerte.
El regreso de la derechaCon la misma fuerza con la que se produjo la secuencia de gobiernos de izquierda, poco a poco, y por múltiples factores, han ido perdiendo espacios. La llegada de Sebastián Piñera a Chile, los gobiernos colombianos de derecha de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque, la disrupción política de Nayib Bukele en El Salvador, la transición ecuatoriana de Guillermo Lasso y, posteriormente, Daniel Noboa, son algunos de los ejemplos que pululan en el área.
La nueva derecha, la que levanta la bandera contra la inmigración ilegal, la que cuestiona los modelos económicos globalizados y se centra más en el proteccionismo, tiene su influencia más precisa en el actual presidente de Estados Unidos.
Donald Trump agota, desde inicios de este año, su segundo período constitucional como presidente, fiel al estilo de gobierno exhibido en el primer mandato, ha contribuido con la derecha, los regímenes nacionalistas, de línea conservadora y con ribetes autocráticos que asumen cada vez espacios de poder en distintas partes del mundo, y con mayor intensidad en países de nuestra región.
Su estilo frontal, directo, confrontativo, no sólo ha modificado los parámetros tradicionales de la política estadounidense, sino que ha impuesto nuevas formas en el ejercicio de sus funciones como jefe de Estado.
El cambio en la Casa Rosada con la llegada de Milei en Argentina; Rodrigo Paz y su reciente elección en Bolivia; y hasta la actual disputa entre los candidatos en Honduras, Salvador Nasralla y Nasry “Tito” Asfura, este último apoyado por Trump, garantizará un cierre de ciclo de gobiernos de izquierda en el hermano país centroamericano.
Está tendencia está cada vez más marcada, y tiene su justificación en la homologación de estos gobiernos con la política económica impuesta por Estados Unidos como el principal socio comercial de la región y de todo el continente.
Así como las sociedades se someten a cambios constantes por la imposición de las nuevas tecnologías, se crean nuevas demandas y, con ello, se desbordan las expectativas y las ansiedades colectivas. De ahí la necesidad de que la política cumpla con ciclos efectivos desde la pertinente planificación hasta la ejecución eficaz, y que redunde, a su vez, en bienestar social y económico.
Fuente: El Dia Digital









