Renovar estos programas es esencial para EE. UU., Haití y la República Dominicana.
Por: Federico Franco
La estabilidad del Caribe no se logrará solo con militares o donaciones. Se necesita algo más sencillo, pero mucho más poderoso: empleo. Empleo digno, empleo estable, empleo que arraigue. Esa es la pieza que falta.
Haití vive una crisis multidimensional, con violencia extrema, colapso institucional y éxodo masivo. Frente a esto, Estados Unidos se ha enfocado en seguridad y ayuda humanitaria. Pero hay un componente que no puede faltar: mantener y ampliar los programas HOPE/HELP, los cuales han sido clave para sostener los enclaves industriales que hoy generan decenas de miles de empleos formales en Haití.
Estos programas otorgan acceso preferencial al mercado estadounidense para productos textiles y de manufactura ligera provenientes de Haití. Gracias a ellos, parques industriales como CODEVI (en la frontera norte) y Caracol (en el noreste del país) han mantenido operaciones, permitiendo que más de 60,000 haitianos accedan a un salario, a alimentación diaria y a un entorno protegido, en medio del caos que se vive en otras regiones. Ambos parques son enclaves funcionales que demuestran que sí hay esperanza cuando se combinan reglas claras, inversión privada, y una mínima red de seguridad.





Más aún, CODEVI y Caracol han evitado un colapso aún mayor en términos migratorios, porque cada empleo que se preserva o crea en Haití es una presión menos en la frontera dominicana, una persona menos en una embarcación hacia Estados Unidos, una historia menos de desesperación. Son verdaderos muros de contención social, más eficaces que cualquier valla o retén.
A esto se suma el factor geopolítico. La cadena de suministros de ropa y productos básicos que une el Caribe con Estados Unidos, especialmente tras la pandemia, necesita diversificación, cercanía y estabilidad. China ya no es la única opción, y el Caribe puede convertirse en un aliado estratégico si se fortalece su rol como plataforma industrial y de nearshoring.
En este momento crítico, la influencia de República Dominicana es determinante. El presidente dominicano, a través del reciente acercamiento diplomático y el respaldo brindado por el país al programa de seguridad regional liderado por Estados Unidos, desempeña un papel clave para visibilizar que la renovación de los programas HOPE/HELP no constituye únicamente una necesidad haitiana. Se trata, en realidad, de una herramienta concreta para la construcción de paz, orden y desarrollo en todo el Caribe.
La reciente visita del Secretario de Defensa de EE. UU., junto con el liderazgo activo de la embajadora Leah Campos en temas regionales, refuerzan que este es el momento diplomático adecuado para tomar acción. La renovación de HOPE/HELP, con el respaldo de los principales socios de la región, enviaría una señal poderosa de compromiso con la estabilidad hemisférica y con soluciones estructurales que van más allá del asistencialismo.
Hoy, Washington tiene la decisión en sus manos. La no renovación de HOPE/HELP implicaría el cierre progresivo de empresas, la pérdida de empleos, el colapso de comunidades ya frágiles y un repunte en la migración irregular. Sería un retroceso evitable.
En cambio, renovar estos instrumentos por diez años más, incluso con ajustes y monitoreo mejorado, permitiría ampliar su alcance, atraer nuevas inversiones y consolidar una red de seguridad productiva que beneficie a Haití, fortalezca la frontera dominicana y sirva a los intereses estratégicos de Estados Unidos en el continente.
Apostar por HOPE/HELP no es una concesión. Es una inversión en estabilidad. Y es, quizá, la pieza más importante para cerrar el rompecabezas del Caribe.

Sobre el autor
Federico Alberto Franco Taveras
Ingeniero Industrial, magíster en Gestión Ambiental con énfasis en gestión de riesgos y cambio climático (PUCMM). Se desempeñó como Viceministro de Áreas Protegidas y Biodiversidad de la República Dominicana (2020–2024), desde donde, además de otras iniciativas clave, lideró el proceso que culminó con el reconocimiento internacional de la Reserva de Biosfera “Madre de las Aguas” ante la UNESCO. Actualmente es director de operaciones de Agregatec SRL, empresa minera dedicada al procesamiento de agregados con enfoque en sostenibilidad, restauración ecológica y responsabilidad ambiental. Promueve iniciativas binacionales orientadas al desarrollo territorial, la cooperación fronteriza y la transición productiva en zonas vulnerables del Caribe.









