En una entrevista que combina profundidad teológica, análisis social y valentía intelectual, el sacerdote jesuita Pablo Mella, S.J. reveló los hallazgos de una investigación personal sobre el nuevo Papa León XIV, afirmando que su origen, formación y misión “rompen con muchos de los esquemas que la Iglesia ha perpetuado por siglos”.
Con la serenidad del académico y la franqueza del pastor comprometido, Mella explicó a Pablo McKinney en su programa para Color Visión y TVQuisqueya USA, que el actual pontífice, Robert Francis Prevost, elegido como Papa León XIV, tiene raíces latinoamericanas que transforman su mirada del mundo y del Evangelio. Según dijo, “aunque su acta de nacimiento dice Estados Unidos, su corazón pastoral nació en el Perú”.
El filósofo y sacerdote jesuita compartió los hallazgos de una investigación personal sobre el nuevo Papa, afirmando que su identidad va mucho más allá de lo que figura en su partida de nacimiento. “He estudiado sus raíces, su trayectoria y su visión pastoral. Y lo que descubrí me sorprendió: el Papa León XIV tiene un vínculo directo con República Dominicana. Su abuelo, aunque norteamericano, vivió y trabajó aquí. Eso lo conecta con este país de una manera muy real”, expresó.
Para Mella, la doble nacionalidad del Papa, estadounidense y peruano, y su cercanía a República Dominicana, no es solo un dato anecdótico. Representa, simbólicamente, una Iglesia en tránsito hacia la inclusión, la escucha y la comprensión de los pueblos del sur global, donde se libra la batalla diaria entre pobreza y fe, entre olvido e identidad.

Este dato poco conocido añade un componente simbólico y emocional al pontificado del recién elegido Papa. Según Mella, ese lazo con tierra dominicana, junto a su labor misionera en Perú, configuran una figura fuertemente conectada con América Latina, con su historia, su sufrimiento y su espiritualidad.
“El acta de nacimiento dice Estados Unidos, pero su sensibilidad pastoral nació en esta región”, dijo Mella. Y es justamente esa sensibilidad la que —según él— está impulsando una nueva etapa en la Iglesia Católica, donde el pensamiento, la inclusión y el compromiso con los más pobres no son consignas, sino acciones.
El sacerdote también se refirió al papel de la mujer en la Iglesia Católica. Reconoció que, aunque hay avances simbólicos, aún se mantiene una estructura vertical, profundamente masculina, que limita la riqueza espiritual y humana que las mujeres pueden aportar en espacios de toma de decisiones. Fue contundente al afirmar: “Una Iglesia sin mujeres en puestos clave es una Iglesia que sigue funcionando a medias.”
Pero no todo quedó en el plano interno de la fe. Mella se adentró con preocupación en el drama humanitario que afecta a mujeres haitianas en situación irregular en República Dominicana, muchas de ellas embarazadas o recién paridas, sin acceso digno a servicios básicos.
Denunció que la indiferencia ante esa realidad representa una contradicción insostenible para cualquier sociedad que se diga cristiana. “Si la fe no toca el dolor concreto, entonces no es fe, es folclore”, sentenció.
En el plano internacional, se refirió con firmeza al fenómeno del populismo autoritario y a figuras como Donald Trump, a quien describió como una expresión del empobrecimiento ético de la política global, donde el cinismo ha reemplazado al servicio y la mentira a la convicción.