Por: David Oropesa
A pesar del compromiso del ministro de Turismo, David Collado, de entregar el Malecón de Samaná este 20 de marzo y de instalar un reloj que marcaría el tiempo límite de entrega, la realidad es otra. La obra aún no está en condiciones para ser inaugurada y el reloj nunca funcionó.
El empresario José Medina, uno de los más afectados por la construcción, denuncia pérdidas millonarias debido a la reducción del flujo de visitantes. La falta de acceso a su negocio, el polvo y el ruido han obligado a disminuir su personal, mientras su empresa sigue sufriendo las consecuencias del retraso.
Las calles del malecón presentan un panorama caótico: tramos cerrados, registros sin tapas, materiales de construcción abandonados y calles cubiertas de escombros. Todo esto contrasta con el ambicioso diseño de la obra, que tiene un costo superior a los 500 millones de pesos. La situación ha generado indignación en la comunidad, que ha convocado un paro en protesta por el retraso, ya que, tras tres años de trabajo, ni el malecón ni la entrada de Samaná han sido finalizados. Peor aún, la entrada de la ciudad no tiene un modelo visible que muestre su diseño final ni una fecha de entrega estimada.


Crisis de salud por el polvo de la construcción
El impacto de estas obras no solo ha sido económico, sino también sanitario. La simultaneidad de las construcciones ha generado nubes de polvo que han disparado los casos de enfermedades respiratorias en la población, afectando especialmente a niños y adultos mayores.
Samaná, un destino turístico de renombre, parece estar retrocediendo en lugar de avanzar, con sus principales accesos deteriorados y sin una fecha clara de recuperación. Mientras tanto, comerciantes, residentes y visitantes siguen esperando respuestas.