Santo Domingo.- La vida de Petronila Díaz Sánchez cambió para siempre en 2013, cuando un delincuente la atacó brutalmente durante un atraco en San Miguel, Manoguayabo. El agresor no solo le disparó, causándole daños permanentes en la pierna, sino que también la condenó a una vida de dolor físico y emocional. Hoy, ese hombre está en libertad, y Petronila vive con el temor constante de volver a enfrentarlo.
“Me siento indefensa. No entiendo cómo lo liberaron sin notificarme. La fiscalía asegura que no tenía interés en el caso, pero siempre estuve presente en las audiencias. ¿Cómo puede valer más la palabra de un delincuente que la de una víctima?”, expresó la mujer, quien aún lucha por superar las secuelas del ataque.
El agresor estuvo prófugo durante tres años, fue arrestado y, tras un proceso judicial, obtuvo libertad condicional este año. Petronila se enteró de la decisión en diciembre, cuando la fiscalía apeló el fallo. “Nadie me informó. Me enteré porque revisé el caso por mi cuenta. Vivo cerca de los familiares de este hombre y temo salir de casa. Mi vida y la de mi hija de seis años están en peligro”.
Las secuelas del ataque han sido devastadoras para Petronila. La lesión en su pierna la dejó incapacitada de por vida, y aunque fue pensionada por la Policía Nacional en 2017, los ingresos son insuficientes para cubrir sus necesidades básicas. “No puedo trabajar. Vivo en un tercer piso y he caído varias veces por la incomodidad. Si vuelvo a caer, podrían amputarme la pierna. He pedido ayuda para mudarme, pero no he recibido respuesta. Me siento abandonada”.
El temor consume su día a día. “No duermo, lloro mucho. Solo le pido a Dios que me dé fuerzas para proteger a mi hija. La policía no me ha apoyado como debería. Después de años de servicio, esperaba algo mejor”.
Petronila enfrentará una audiencia el próximo 23 de enero, pero sus palabras reflejan desesperanza: “Tengo miedo. No sé qué hacer si ese hombre decide atacarme de nuevo. Esto no es justicia. Es una pesadilla de la que no puedo despertar”.
La mujer hace un llamado a las autoridades y a la sociedad para que su caso no sea ignorado. “Soy una víctima, no una estadística. Solo quiero paz, justicia y la oportunidad de reconstruir mi vida”.