La fallida reforma fiscal de 2024 sigue generando debate a menos de un mes para iniciar el año 2025. Algunos economistas del país coinciden en que estuvo destinada al fracaso desde su concepción con la falta de consenso en su formulación y graves errores técnicos que minaron su credibilidad.
La economista Mercedes Carrasco calificó la reforma como un ejemplo de diseño insensible y desconectado de las necesidades sociales. “El 72% de los impuestos proyectados recaían en tributos indirectos, afectando desproporcionadamente a los hogares más vulnerables”, explicó.
Enfatizó que uno de los aspectos más problemáticos fue la decisión de gravar productos esenciales de la canasta básica al 18%, sin aplicar un esquema gradual. “Históricamente, este tipo de medidas se han implementado de manera escalonada, comenzando con tasas mínimas. Sin embargo, en esta ocasión se optó por el camino más agresivo”, afirmó.
Además, Carrasco señaló la falta de consulta con los sectores económicos y sociales. “Ni siquiera se alcanzó un consenso dentro del propio gobierno, lo que dejó al proyecto sin el apoyo necesario para prosperar. Esta propuesta se diseñó durante cinco años y fue retirada en apenas cinco días, lo que la convierte en un claro ejemplo de mala gestión”, destacó en el programa Esto No Tiene Nombre.
Para Miguel Collado, vicepresidente del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CRES), la reforma fiscal fue resultado de un diseño técnico inadecuado y una falta de análisis exhaustivo. “No se realizó un estudio de consistencia macroeconómica que permitiera evaluar cómo los nuevos impuestos afectarían variables clave como el consumo, la inversión y el crecimiento económico”, señaló.
Collado también destacó que la inclusión de una cláusula en la Ley de Responsabilidad Fiscal que permitía eludir las restricciones al gasto en caso de aprobarse la reforma, debilitó la credibilidad del proceso. “Esa contradicción fue un golpe a la confianza en la capacidad del gobierno para manejar el gasto público de manera responsable. Era evidente que esta reforma no estaba diseñada para funcionar”, afirmó.
Asimismo, el economista Richard Medina fue igualmente crítico, calificando la reforma como un proyecto que nunca debió presentarse. “Este gobierno perdió cuatro años trabajando en una propuesta que no tenía respaldo técnico ni social. El enfoque principal se centraba en impuestos al consumo, afectando principalmente a los sectores más vulnerables”, explicó.
Medina añadió que la reforma pasará a la historia como un caso de estudio negativo. “Fue un ejemplo claro de cómo no se deben hacer las cosas. Diseñaron un proyecto sin considerar las consecuencias sociales y económicas, lo que provocó un rechazo masivo que obligó al gobierno a retirarlo en cuestión de días”, sostuvo.