Buenos Aires, Argentina – La repentina muerte de Liam Payne ha reavivado la conversación sobre los serios problemas de adicción que el exintegrante de One Direction enfrentó durante años. Payne, quien falleció tras caer del balcón de un hotel en Buenos Aires, había sido sincero en varias entrevistas sobre sus dificultades con el alcohol y las drogas.
En 2021, durante una reveladora charla en el pódcast The Diary of a CEO, Payne admitió que llegó a un punto en su vida en el que el consumo de sustancias controló su rutina. “Me preocupaba hasta dónde llegaría mi punto más bajo. Nadie lo habría notado porque soy muy bueno ocultándolo”, expresó.
El cantante también compartió cómo el impacto de la fama a una edad temprana contribuyó a su adicción. “Nos encerraban en habitaciones para protegernos del público, y la única opción que teníamos era beber del minibar”, explicó. Así, el consumo de alcohol se convirtió en una constante, llevándolo a realizar “fiestas para uno solo” durante años.
Payne describió un momento clave en su proceso de autorreflexión: unas fotos en las que se vio con la cara hinchada por el abuso de sustancias. “Estaba hinchado… lo llamo mi cara de pastillas y alcohol. Fue un momento de repulsión hacia mí mismo, y ahí supe que tenía que hacer un cambio”, confesó.
El exintegrante de One Direction también señaló que la falta de libertad que vivió durante su carrera empeoró su situación. “Cuando eres adolescente, necesitas tomar tus propias decisiones. Pero nosotros no podíamos, y mi forma de rebelarme fue a través de las drogas y el alcohol”, explicó.
La muerte de Payne es un recordatorio trágico de las batallas silenciosas que enfrentan muchas figuras públicas. Su historia deja un legado de reflexión sobre la salud mental y el impacto que la fama puede tener en la juventud, al mismo tiempo que llama la atención sobre la importancia de buscar ayuda en momentos de crisis.