Los implicados en la “Operación Búfalo NK” utilizaban “un ingenioso sistema de códigos”para planificar y coordinar sus operaciones ilícitas.
Las interceptaciones de sus conversaciones revelaron un código específico que les permitía hablar libremente sobre narcotráfico, tráfico de armas, y el lavado de dinero, evitando así la detección por parte de las autoridades.
Las drogas eran referidas bajo términos como “mercancía”, “ganado”, “cajas”, “comida” o “material”, mientras que las armas se denominaban como “traperos”, “bichas”, “escobas” y “cuestiones”. Además, las municiones se ocultaban bajo el nombre de “vitaminas” o “caramelos”. Incluso las lanchas y embarcaciones utilizadas para transportar los estupefacientes se camuflaban en las conversaciones como “carros”, “rápida”, “taxi”, “camión” o “camioneta”.
El tráfico de dinero, que jugaba un papel crucial en las operaciones, también estaba cubierto por códigos: “papelería”, “factura”, “papelitos”, “documentos”, “medicina” y “barras” hacían referencia al dinero, mientras que los dólares eran denominados como “los verdes” o “verduras”.
Para las operaciones en alta mar, los miembros del grupo usaban “refresco” y “agua” para referirse al combustible, mientras que los teléfonos satelitales, usados para la coordinación de envíos, eran conocidos como “loro” o “periquito”. Además, términos como “carrera”, “despacho” o “suelta” hacían referencia a los envíos de drogas, y la autorización para zarpar se daba bajo el código “luz verde”.
El grupo también tenía códigos específicos para describir situaciones de riesgo. La presencia de embarcaciones de la fuerza pública era señalada como “pirañas”, “tiburones”, “infectado” o “mucha pandemia”. De igual manera, si una embarcación naufragaba, se utilizaba el término “se voltearon”.
Este sistema permitió que la organización realizara grandes envíos de drogas desde la República Dominicana (RD) a Puerto Rico (PR), y a otras regiones como Medellín (medalla), Cartagena (carta), y Barranquilla (quilla), sin levantar sospechas. Sin embargo, las interceptaciones logradas por el Ministerio Público reveló la estructura y magnitud de la red delictiva, lo que ha sido clave en la desarticulación de la operación.
Con este lenguaje oculto, los miembros de la “Operación Búfalo NK” lograron ejecutar sus actividades ilícitas durante mucho tiempo, pero las investigaciones en curso continúan desenmascarando sus métodos y redes de contacto.