Santo Domingo.- La muerte de Alberto Fujimori ha reavivado el interés en su legado y las decisiones políticas que marcaron su presidencia, incluido su acercamiento a la República Dominicana en 1997.
Este episodio no solo fue crucial en el contexto de una crisis de rehenes, sino que también dejó huellas en las relaciones diplomáticas de la región.
En marzo de 1997, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) había tomado como rehenes a 72 personas en la Embajada japonesa en Lima. La situación se tornaba crítica, y el gobierno de Fujimori enfrentaba presiones tanto internas como externas para encontrar una solución rápida y efectiva.
Fujimori, buscando aliviar la crisis, decidió viajar a la República Dominicana para negociar el posible exilio de los asaltantes. Durante su visita, el presidente peruano expresó su disposición a discutir cualquier opción que favoreciera la resolución del conflicto. “Podemos hablar de todo”, afirmó, lo que reflejó su enfoque pragmático en un momento de gran tensión.
La República Dominicana como mediador
La elección de Santo Domingo no fue arbitraria. La República Dominicana tenía una historia de acoger a grupos insurgentes y había demostrado ser un refugio seguro en situaciones similares. Desde miembros de ETA hasta guerrilleros nicaragüenses, el país había establecido un perfil como mediador en conflictos latinoamericanos. Esto le dio a la nación caribeña un papel crucial en las negociaciones en curso.
La experiencia dominicana en asilos negociados brindó un contexto favorable para que Fujimori explorara alternativas que pudieran facilitar una salida a la crisis. Las conversaciones, mediadas por la Cruz Roja y otras organizaciones internacionales, se mantuvieron en secreto, aumentando la expectativa sobre el desenlace, que luego descubrió que Fujimori tendió una trampa, ya que se trataba de una estrategia para dilatar el tiempo que demoraba para construir un túnel de escape para entrar a su casa.
Consecuencias Diplomáticas
El exembajador dominicano en Perú, Miguel Fersobe, presentó sus credenciales al presidente Fujimori en 1999, en Lima, Perú.
En declaraciones para RC Noticias destacó la importancia de esta relación bilateral durante el mandato de Fujimori.
En 2000, durante una controvertida reelección, la OEA designó al canciller dominicano Eduardo Latorre como mediador, lo que resaltó la influencia de la República Dominicana en la política regional.
A lo largo de los años, esta conexión se ha manifestado en varias colaboraciones y diálogos entre Perú y la República Dominicana.
El acercamiento de Alberto Fujimori a la República Dominicana, en medio de una de las crisis más significativas de su presidencia, no solo buscó una solución inmediata, sino que también dejó un legado en las relaciones diplomáticas entre ambos países. A medida que el mundo recuerda su figura y las decisiones que tomó, es esencial considerar cómo esas acciones han influido en la política regional a largo plazo.