Benjamín Bobadilla, un anciano de 81 años residente de Padre las Casas, Azua, ha sufrido una dolorosa pérdida tras las recientes inundaciones que azotaron la zona. Más de 100 mil pesos en libros, que él consideraba como su familia, se han perdido para siempre debido a las fuertes lluvias que provocaron el desbordamiento del arroyo El Higüero durante el fin de semana del 2 al 4 de junio.
Bobadilla, quien ha sido un ávido lector durante toda su vida, expresó su tristeza al ver cómo sus amados libros fueron destruidos por el agua. “Mis libros me dan paz. Se me han salido las lágrimas porque eso era como mi familia”, lamentó el anciano. A lo largo de más de seis décadas, había construido una biblioteca personal que albergaba más de 1600 ejemplares de diversos autores, incluyendo una colección de libros relacionados con su antiguo trabajo en tecnología dental.
La falta de mantenimiento del arroyo El Higüero y un puente de tipo alcantarilla fueron factores clave en la inundación que afectó gravemente la vivienda de Bobadilla y otras propiedades en la zona. Él considera que las autoridades deben asumir su responsabilidad en el mantenimiento de la infraestructura para prevenir tragedias como esta.
Además de su tristeza por la pérdida de sus libros, Bobadilla también reveló las dificultades económicas que enfrenta. A pesar de haber trabajado durante 22 años en el sector público, no cuenta con seguro médico ni pensión. Después de renunciar tras la muerte del expresidente Antonio Guzmán, el anciano ha vivido sin ningún respaldo financiero. Aunque tiene hijos en Estados Unidos y en Valverde Mao, decidió pasar sus últimos días en soledad, rodeado de sus libros, en su amado pueblo natal de Padre las Casas.
Las pérdidas totales en la vivienda de Bobadilla, incluyendo electrodomésticos y otros objetos de valor personal, superan el millón de pesos. Ahora, este humilde anciano se enfrenta a la difícil tarea de recuperarse de esta tragedia y reconstruir su vida. Sus libros, que alguna vez fueron su mayor tesoro, ahora yacen en el fango, recordándole la pérdida irreparable que ha sufrido.