La COVID-19 ha afectado a la infancia a una escala sin precedentes, lo que la convierte en la peor crisis de la infancia en los 75 años de historia de UNICEF, según ha declarado el organismo de las Naciones Unidas que trabaja para la niñez a través de un informe.
El informe denominado Evitar una generación perdida a causa de la COVID-19 subraya las distintas formas en que la COVID-19 está poniendo en peligro décadas de progreso en cuestiones fundamentales para los niños, como la pobreza, la salud, el acceso a la educación, la nutrición, la protección de la infancia y el bienestar mental. La investigación revela también que, casi dos años después de la pandemia, los efectos generalizados de mencionada enfermedad siguen agravándose, mientras aumenta la pobreza, se arraiga la desigualdad y se ponen en peligro los derechos de los infantes en unos niveles que no se habían visto antes.
“A lo largo de nuestra historia, UNICEF ha ayudado a crear entornos más saludables y seguros para los niños y niñas de todo el mundo, y hemos obtenido excelentes resultados que han beneficiado a millones. Sin embargo, estos avances están en peligro. La pandemia de COVID-19 constituye la mayor amenaza para el progreso en favor de la infancia a la que nos hemos enfrentado en nuestros 75 años de historia”, afirmó la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore.
De su lado, la doctora Rosa Elcarte, representante de la agencia global en el país, indicó que, “al igual que en otros países, en República Dominicana, la COVID-19, también ha impactado negativamente en los derechos de los niños, niñas y adolescentes”.
“Debido a la pandemia ha aumentado la mortalidad materna y la mortalidad neonatal, hubo niños que fallecieron por difteria, por no haberse puesto las vacunas, y ha incrementado la inseguridad alimentaria, por lo que desde UNICEF hemos tenido que iniciar un programa de reducción de la desnutrición aguda en menores de 5 años, en embarazadas y en mujeres lactantes. Además, las escuelas estuvieron cerradas 15 meses y es imperioso reforzar los aprendizajes en estos espacios educativos”, citó la doctora Elcarte.
A su vez, manifestó que “más de 30, 000 recién nacidos no pudieron registrarse en los hospitales, y todavía no se han recuperado las cifras de estos registros que había antes de la pandemia; se ha elevado la pobreza, y esto acompañado del cierre de los centros educativos, conlleva habitualmente un aumento del trabajo infantil en los chicos y de las uniones tempranas en las chicas”.
El comunicado de prensa precisa que UNICEF tiene presencia en el territorio dominicano desde 1952, y a lo largo de este tiempo, ha apoyado exitosamente a la erradicación de la polio y el sarampión; a la reducción de la mortalidad infantil por diarreas, gracias a la solución de rehidratación oral, la yodación de sal; ha colaborado en el programa para reducir la transmisión del VIH de las madres a sus recién nacidos, la creación del marco legal para el Sistema de Protección de la Infancia, en el establecimiento de las escuelas multigrado en las zonas rurales; en la instauración de los servicios de atención integral para la primera infancia.
Y, asimismo, en la educación inicial, y de forma más reciente, desde los comienzos de la incidencia del coronavirus, se ha solidarizado con suministros para la protección del personal sanitario y con ventiladores no invasivos para la labor del Servicio Nacional de Salud (SNS).
De igual manera, ha brindado soporte a la educación a distancia para los niños de escuelas públicas, y ha implementado la iniciativa del Retorno a la Alegría para la vuelta a las escuelas, entre otros temas que estuvieron en la opinión pública, destacándose las abogacías para la prohibición legal del matrimonio infantil y los programas de reducción de las uniones tempranas, el registro de nacimiento oportuno, el sostén para el logro de una educación inclusiva; la importancia de elevar la calidad de los servicios inclusivos y la necesidad de contar con la disponibilidad de datos sobre los derechos de la infancia.
VISIÓN GLOBAL DE ESTADÍSTICAS
Según los hallazgos encontrados, se estima que nada menos que 100 millones de niños más viven en situación de pobreza multidimensional debido a la presente situación sanitaria: un aumento del 10% desde 2019. Esto equivale aproximadamente a 1,8 niños por segundo desde mediados de marzo de 2020. Por si fuera poco, las indagaciones señalan que llevará mucho tiempo recuperar el terreno perdido: incluso en el mejor de los casos, argumentan que tardará entre siete y ocho años la recuperación y el regreso al estado en materia de pobreza infantil que había antes de la COVID.
A partir de otros datos que evidencian este retroceso, el documento estudiado revela que alrededor de 60 millones de niños más viven hoy en día en hogares pobres desde el punto de vista monetario, en comparación con las cifras anteriores a la pandemia. Además, en 2020, más de 23 millones de niños no pudieron recibir las vacunas esenciales, un aumento de casi cuatro millones con respecto a 2019 y la cifra más alta en 11 años.
Incluso antes de la llegada avasallante del coronavirus, alrededor de 1.000 millones de niños y niñas de todo el mundo sufrían al menos una privación grave, como la falta de acceso a la educación, la salud, la vivienda, la nutrición, el saneamiento o el agua. En la actualidad, esta cifra está aumentando, ya que la desigualdad en la recuperación está acentuando las crecientes disparidades entre los niños ricos y los pobres, si bien perjudica especialmente a los más marginados y vulnerables. El informe pone de manifiesto los siguientes datos:
En el punto álgido de la pandemia, más de 1.500 millones de estudiantes no pudieron asistir a la escuela debido a los confinamientos decretados en los países. En el primer año de crisis, las escuelas permanecieron cerradas en todo el mundo durante casi el 80% del tiempo de enseñanza presencial.
Los problemas de salud mental afectan a más de un 13% de los adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo. En octubre de 2020, la pandemia había interrumpido o suspendido los servicios de salud mental esenciales en el 93% de los países de todo el mundo.
Antes del final de esta década, pueden producirse hasta 10 millones de matrimonios infantiles más como consecuencia de la pandemia de COVID-19.
El número de niños sometidos al trabajo infantil ha aumentado hasta alcanzar los 160 millones en todo el mundo, lo que supone un aumento de 8,4 millones de niños en los últimos cuatro años. Del mismo modo, otros 9 millones de niños corren el riesgo de verse obligados a trabajar para finales de 2022 como resultado del aumento de la pobreza provocado por la pandemia.
Durante el punto álgido de la pandemia, 1.800 millones de niños y niñas vivían en los 104 países donde se interrumpieron gravemente los servicios de prevención y respuesta a la violencia.
50 millones de niños sufren emaciación, la forma más letal de la malnutrición, y esta cifra podría aumentar en 9 millones antes del final de 2022 como consecuencia de los efectos de la pandemia sobre la alimentación, los servicios de nutrición y las prácticas de alimentación de los niños.
Para responder y recuperarse, y para reimaginar el futuro de cada niño, UNICEF sigue pidiendo que se tomen las siguientes medidas:
Invertir en protección social, capital humano y gasto público para lograr una recuperación resiliente que incluya a todos.
Poner fin a la pandemia y revertir el alarmante retroceso que se ha producido en la salud y la nutrición de la infancia, aprovechando, entre otras cosas, el papel fundamental que desempeña la agencia en la distribución de las vacunas contra la COVID-19.
Reconstruir el mundo de manera más sólida garantizando una educación de calidad, protección y buena salud mental para cada niño.
Aumentar la capacidad de resiliencia con el fin de mejorar las labores de prevención y respuesta a las crisis y proteger a la infancia, por ejemplo, estableciendo nuevos enfoques para acabar con las hambrunas, proteger a los niños del cambio climático y orientar sobre el gasto que se destina a paliar los desastres.