El Grito de Capotillo, lanzado el 16 de agosto de 1863, abrió nuevos surcos en la historia del pueblo dominicano, su lucha por reafirmar el proyecto de nación que venía cultivando desde los días de Palo Hincado en 1808 y el ideal de soberanía sustentado por el sector encabezado por Ciriaco Ramírez, desde la llamada “Independencia Efímera” de 1821 y la jornada de febrero del 1844.
La celebración de esta efeméride, del 16 de agosto, es una oportunidad para contribuir a valorar ese acontecimiento para las presentes generaciones.
Se trató de un proceso que involucró sectores populares, movilizados bajo el liderazgo de un grupo de patriotas, entre los que destacan Santiago Rodríguez, José Antonio Salcedo, Gaspar Polanco, José Cabrera, Pedro Pimentel, Benigno Filomeno de Rojas, Ulises Francisco Espaillat, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella, Juan Pablo Duarte y Gregorio Luperón. La anexión de la República a España fue consumada en 1861 por el gobierno de Pedro Santana, cabeza de la élite política dominante, la cual no confiaba ni creía en la viabilidad de un proyecto de nación independiente.
Las pésimas condiciones económicas del momento, así como el sentimiento nacional y la voluntad independentista de las mayorías nacionales, fueron el fundamento de la protesta y la lucha por restaurar la República, para lo cual fue necesaria la expulsión del ejército colonialista español. Así se desarrolla la Guerra Restauradora, luego del Grito de Capotillo.
El ejército restaurador, constituido principalmente por campesinos combatientes mal armados y peor vestidos, supo sobreponerse a las limitaciones y dificultades que imponía la falta de experiencia frente a un ejército profesional, dotado de armamento, disciplina y organización superiores.
A pesar de las diferentes dificultades experimentadas a lo largo del proceso de Guerra de Restauración de la República se consolida la independencia nacional de la joven república e inspiró la emergencia de un pensamiento y ensayos de gobiernos con un perfil definidamente liberal y de vocación integracionista en el ámbito antillano; lo que justifica el lugar de honor que ocupa en el calendario patriótico del pueblo dominicano, la gesta de agosto del 1963 a julio 1865.