Tras más de 11 años al frente de la Embajada de la República Dominicana en Trinidad y Tobago, el doctor José Serulle Ramia, deja esas funciones y regresa al país, pero antes se ha despedido del Gobierno trinitario, el Cuerpo Diplomático, el empresariado y los medios de comunicación, a los cuales envió un mensaje de cercanía y de colaboración con las nuevas autoridades diplomáticas que se instalaran próximamente.
Exhortó a las autoridades, sociedad civil, empresarial y a la comunidad dominicana en Trinidad y Tobago a ofrecer todo su apoyo al nuevo embajador Su Excelencia Wellington Bencosme, que sabrá impulsar aún con mayores bríos todos los esfuerzos para seguir articulando intercambios y vasta cooperación entre la República de Trinidad y Tobago y la República Dominicana, como aporte a los buenos nexos que deben prevalecer entre todas las naciones.
A través de una carta, el embajador Serulle Ramia, agradece la acogida del pueblo, las autoridades gubernamentales, universidades, escuelas, las distintas cámaras comerciales, gobiernos locales y medios de comunicación que le ofrecieron su apoyo para que como Jefe de Misión pudiera representar dignamente, a la República Dominicana en la isla caribeña de habla inglesa.
“Luego de once años y siete meses como Jefe de Misión de nuestro país en esta sagrada tierra de Trinidad y Tobago, Representante Permanente ante la Asociación de Estados del Caribe (AEC) y Decano del Cuerpo Diplomático por más de cinco años, nos corresponde, junto a mi esposa, Dra. Jacqueline Boin, despedirnos de las autoridades, alcaldes, representantes de asociaciones empresariales y comunitarias, y amigos y amigas que supieron ofrecernos su hospitalidad, su sonrisa afable y sus deseos de profundizar vínculos con la República Dominicana”.
Expresó que su complacencia por los apoyos recibidos, el estrechamiento de la colaboración y la solidaridad extendida entre los pueblos dominicano y trinitario, gestos que marcan su gestión al frente de la Embajada dominicana.
Serulle Ramia expresó palabras de gratitud para la ejemplar diáspora dominicana en ese país. “Hemos tenido un apoyo permanente de los nacionales que viven y trabajan en Trinidad y Tobago. Valoramos el comportamiento que exhiben y que pone en alto a la República Dominicana. Junto a ellos hemos podido penetrar, a través del deporte, de la gastronomía, de los negocios y de la música, en el corazón de este pueblo y de personas provenientes de otras nacionalidades, en especial del Gran Caribe”.
Durante este tiempo, indicó el diplomático, “hemos aprendido a valorar con mayor fuerza el alcance de un país que preserva lo multicultural y cuida la naturaleza. Las expresiones culturales diversas, atadas a su música, a su baile, a sus letras, a sus tonalidades lingüísticas, a sus creencias y a sus modos de vida, y a todo lo que encierra el espíritu creativo de este maravilloso pueblo, hacen de Trinidad y Tobago un tesoro de la humanidad. A esto se agrega el valor que se concede a la diversidad biológica, con la conservación de su fauna y su flora, sus bosques, sus ríos, sus coloridas costas y verdes aguas marinas”.
Finalmente dijo “partimos físicamente, porque en espíritu nos sentimos ser parte de este precioso territorio y de su laboriosa y creativa gente”.