A ciento diez años (110) de su llegada al país los frailes aseguran que, “a pesar de los avances en la era digital, en las telecomunicaciones, modernizaciones de las instituciones, cierta estabilidad macro económica, mejoría en algunos servicios públicos, aún persiste una gran deuda social; el fantasma de la pobreza marginal sigue latente”.
Según el fray Santiago Bautista Guerrero, “si bien es cierto que la sociedad ha experimentado ciertas mejoras en algunos aspectos socioeconómico, no todos han corrido con la misma suerte, todavía hay personas viviendo en un estado progresivo involutivo (atraso), personas que no han tenido la oportunidad de concursar ni siquiera en las visitas sorpresas”.
Por otra parte, consideran que la sociedad dominicana sigue sumergida en ese estado crítico de seguridad ciudadana: Violencia Vs. Convivencia social
“La violencia sigue preocupando a la familia dominicana, cuyo resultado es el efecto de la violencia estructural del sistema de exclusión social”
Los frailes menores capuchinos procedentes de Andalucía (España), fueron los primeros religiosos que comenzaron hacer su aparición después de un largo tiempo de ausencia del clero extranjero. Se dedicaron fundamentalmente a las misiones populares y al servicio parroquial. Y para dar respuesta a las necesidades concretas de la gente fundaban escuelas y centros de promoción humanas.
La educación fue la primera necesidad que descubrieron nuestros primeros misioneros al ilegal a nuestra tierra quisqueyana y todavía hoy a 110 años en el país, necesitamos de autoridades que se empeñen más en este servicio que forja los hombres y mujeres de la mariana.
Los frailes capuchinos en sus primeros años en el RD se dedicaron al cuidado de enfermos de lepras, alfabetizar niños y jóvenes de escasos recursos; se instalaron en los barrios de San Lázaro, Borojol, Villa Francisca, entre otros.
Como también en las diferentes regiones de país instalándose en los lugares más inhóspitos manteniendo una cercanía con el pueblo. En la actualidad seguimos con pasos agigantados interpretando con discernimiento los signos de nuestro tiempo.