Vittorio Caruso, expropietario de una pizzería en Long Island (Nueva York), llevaba varios años residiendo en Boca Chica, al este de Santo Domingo, disfrutando de su temprano retiro. Arrastraba desde hacía nueve años hipertensión arterial, una enfermedad obstructiva crónica y cardiopatía isquémica, y era fumador de puros y consumidor de alcohol. El pasado 11 de junio, según su pareja, Yomaira, empezó a toser y respirar con dificultad, acudió al médico y lo enviaron a casa. Seis días después, la dificultad respiratoria se agravó y sintió dolor en el pecho. Tras recibir atención en el domicilio, fue trasladado a un hospital de Santo Domingo, pero al llegar sufrió una parada cardiorrespiratoria y falleció. La autopsia preliminar realizada a su cuerpo, según han informado a ABC fuentes de la Procuraduría General de la República, descarta la existencia de «violencia física o química», a pesar de que hay estudios todavía por completar.
En principio, se trataría de un caso más de muerte natural de una persona con antecedentes de problemas médicos y hábitos de vida poco saludables. Sin embargo, el fallecimiento de Caruso saltó a la luz pública porque con él se añadía un nombre más a la lista de supuestas «muertes misteriosas» de ciudadanos norteamericanos en en la República Dominicana que han venido aireando en las últimas semanas los medios de comunicación norteamericanos, con la cadena Fox y la CNN entre los más activos. Aunque el número varía según los criterios del recuento, se habla de en torno a una docena de turistas perecidos en distintos puntos de la isla desde junio del pasado año.
Las informaciones sobre estas muertes, en las que se sembraba la sospecha de que algún oscuro factor común a todas ellas las estuviera causando, ha despertado la indignación en las autoridades de la República Dominicana, país donde el turismo constituye la columna vertebral de su economía, con 6,5 millones de visitantes el pasado año. El 42% procede de EE.UU. Otros competidores de la región caribeña estarían encantados de aprovecharse si el caso de las «muertes misteriosas» hace que la isla pierda atractivo como destino.
La CNN ha difundido testimonios de turistas que supuestamente habrían sentido «olores químicos» en diferentes complejos turísticos del país desde 2016 y que habrían sufrido malestar estomacal, diarrea y mareos. Pero también ha apuntado a que las muertes tuvieran que ver con la bebida que se sirve en los establecimientos. En este sentido, informó de que el Hard Rock Hotel & Casino de Punta Cana, en el que habían fallecido dos estadounidenses con nueve meses de diferencia, ha retirado el alcohol de los minibares de las habitaciones, a pesar de que, según señaló a ABC una portavoz del complejo, no hay indicio alguno que lo relacione con esas muertes.
Otros de los hoteles que se han puesto en el disparadero son el de Grand Bahía Príncipe La Romana y Luxury Bahía Príncipe Bouganvile, propiedad de un grupo español. En el primero falleció el pasado 30 de mayo una pareja de Maryland por edema pulmonar e insuficiencia cardiorrespiratoria, y en el segundo, cinco días antes, una mujer de Pensilvania por causas parecidas. Desde estos establecimientos se asegura que «se ha procedido según los protocolos de seguridad y se ha mantenido una comunicación abierta con las autoridades correspondientes para contribuir al esclarecimiento de cada caso». En todo caso, denuncia «determinadas informaciones inexactas e incluso falsas» que están provocando «daños a su imagen y reputación».
El ministro dominicano de Turismo, Francisco Javier García, ha pedido esta semana a los medios de comunicación que sean justos en el tratamiento de las informaciones en torno los fallecimientos de estadounidenses en su país, que en todo caso considera «lamentables». «La verdad de los hechos -ha señalado García en una entrevista con el programa Hoy Mismo- es que la cantidad de fallecimientos de norteamericanos que vienen a República Dominicana se ha reducido en un 58% en los últimos tres años».
Según este miembro del Gobierno isleño, las cifras ponen en evidencia que no es cierto que haya una avalancha de decesos de turistas ni «muertes misteriosas», ya que «a cada persona que ha fallecido se le ha hecho una autopsia y se ha determinado la causa de su deceso». Pese a esas informaciones negativas, subrayó el ministro, «los turistas de todo el mundo siguen prefiriendo a República Dominicana como su destino favorito para vacacionar» y se sienten «satisfechos» con «el trato amable y cordialidad» que reciben, al tiempo que destacó el «extraordinario clima de seguridad» en el país para los visitantes.
El propio Departamento de Estado de EE.UU. ha reconocido, en declaraciones a la cadena NBC, que no ha apreciado un incremento en el número de fallecimientos de ciudadanos de este país fallecidos en la República Dominicana.
En todo caso, las autoridades dominicanas están extremando los esfuerzos para que no quede sombra de dudas sobre las causas naturales de las muertes y está colaborando incluso con el FBI en la investigación de los diferentes casos.
Además, el Ministerio de Turismo asegura que reforzará las acciones para mejorar la seguridad de los visitantes, los estándares de seguridad de los hoteles y los protocolos de emergencia, así como aumentar la capacitación en el sector y la acreditación en torno a los alimentos y bebidas, además de implementar un programa de asistencia a los turistas.
Fuente: ABC