Los remanentes del tifón Halong causaron estragos en dos pequeñas localidades del suroeste de Alaska, obligando a más de 1,500 residentes a abandonar sus hogares mientras las autoridades luchan por brindar refugio y asistencia urgente. Se confirmó la muerte de una persona y dos más permanecen desaparecidas.
Las aldeas de Kipnuk y Kwigillingok, ubicadas en tierras bajas a lo largo del delta del Yukón-Kuskokwim, fueron golpeadas por intensos vientos y fuertes oleajes durante el fin de semana, provocando daños generalizados y dejando un escenario de destrucción. La Guardia Costera estadounidense rescató a varias personas luego de que algunas viviendas fueran arrastradas hacia el mar.
Ante esta emergencia, decenas de desplazados fueron trasladados por vía aérea a un refugio temporal instalado en el arsenal de la Guardia Nacional en Bethel, principal centro regional con una población de aproximadamente 6,000 habitantes. Las autoridades evalúan opciones para su reubicación en refugios permanentes o viviendas de emergencia en áreas como Fairbanks o Anchorage.
La situación es especialmente crítica debido al aislamiento de estas comunidades, accesibles únicamente por aire o agua, y a la proximidad del invierno, que dificulta las labores de reconstrucción y asistencia.
Mark Roberts, comandante de incidentes de manejo de emergencias, calificó el daño en Kipnuk como “catastrófico” y enfatizó la complejidad de la respuesta ante esta situación. “Estamos haciendo todo lo posible para apoyar a la comunidad, pero la realidad es tan grave como imaginan”, declaró en rueda de prensa.
Los residentes afectados mantienen la esperanza, aunque expresan la angustia de dejar atrás sus hogares sin saber cuándo podrán regresar. Mientras tanto, se coordinan esfuerzos para transportar alimentos, agua, generadores y equipos de comunicación para facilitar la recuperación.
