Después de más de 200 kilómetros caminados con el alma abierta y los pies firmes, los peregrinos dominicanos han llegado a la Ciudad Eterna.
El trayecto, guiado por la imagen de La Peregrina de la Altagracia, fue mucho más que una caminata: fue un acto de entrega profunda, de oración constante, y de transformación interior.
Cada jornada fue una ofrenda. Cada paso, una súplica. En silencio, con devoción, llevaron sobre sus hombros no solo mochilas, sino las intenciones de cientos de personas que confiaron en ellos para hacer llegar sus plegarias hasta la Puerta Santa del Vaticano. “Peregrinar con Ella es transformador”, expresaron con emoción.
Acompañados por sus hermanos de camino —@edisonmss, @elieldjimenez y @yassmarmol—, agradecieron el don de compartir esta misión con amigos que se convirtieron en hermanos del alma. “Dios pone ángeles en el camino para fortalecer el espíritu”, dijeron.
Hoy, al cruzar la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, lo hicieron con el corazón agradecido y la bandera dominicana en alto, recibidos por el embajador ante la Santa Sede, Víctor Suárez Díaz, y el cuerpo diplomático dominicano.
Días 8 y 9: El alma se fortalece mientras el cuerpo se agota
En las últimas etapas, desde Campagnano di Roma hasta La Storta, los peregrinos se enfrentaron al cansancio físico con claridad espiritual. A solo 20 kilómetros de Roma, reflexionaron sobre los frutos del camino:
- Conocimiento personal: la transformación solo llega cuando te conoces.
- Coherencia: vivir en integridad, no en perfección.
- Perspectiva: planificar con visión eterna, pero vivir con intensidad presente.
“El cuerpo pide pausa, pero el alma ya entiende el sentido de cada paso. Seguimos caminando con intención, con gratitud, con La Peregrina como guía”, compartieron en sus redes.
El camino termina en Roma, pero la misión continúa
La travesía llegó a su destino, pero no a su final. Porque donde llega La Peregrina, florece la fe. Y ese es el verdadero propósito de esta peregrinación: llevar esperanza, encender corazones y recordar que todo sacrificio cobra sentido cuando se ofrece con amor.