La llegada a Haití de 200 policías kenianos, primeros integrantes de una fuerza internacional de seguridad, supuso en junio una esperanza para frenar a las poderosas pandillas del país caribeño. Pero dos meses después de su despliegue, sus avances han sido escasos y la población pierde la paciencia.
La misión, patrocinada por la ONU, tiene como objetivo ayudar a la policía haitiana (PNH) a restablecer el orden en un país herido, golpeado desde hace décadas por crisis políticas, desastres naturales y criminalidad.
En febrero, las pandillas que controlan más del 80% de Puerto Príncipe se aliaron para poner a Haití al borde del abismo. Sus ataques coordinados contra cárceles, comisarías y el aeropuerto de la capital provocaron la dimisión del controvertido primer ministro Ariel Henry.
Tras asumir el poder, su sustituto, Garry Conille, recibió a los primeros policías kenianos -200 en junio y otros 200 en julio- y autorizó operaciones para “retomar todas las zonas controladas por las pandillas, casa por casa”.
De momento esa promesa no se ha cumplido. Frente a un enemigo bien armado y numeroso, los 400 kenianos y la policía haitiana se han centrado, sobre todo, en proteger infraestructuras claves en la capital y no han reconquistado ningún bastión enemigo.
“Aún no tienen el personal ni los equipos suficientes para llevar a cabo operaciones ofensivas reales contra las bandas”, explica Diego Da Rin, experto sobre Haití para el International Crisis Group.
“Los bandidos ni se inmutan”
La frustración es palpable entre los habitantes de Puerto Príncipe, cansados de la violencia de pandillas acusadas de asesinatos, saqueos, violaciones y secuestros.
“Estaba a favor del despliegue de policías kenianos, pensaba que iban a restablecer la paz y ayudar a nuestros policías, que estaban desbordados. Pero los abusos de las pandillas continúan y los bandidos ni se inmutan”, dice Watson Laurent, de 39 años.
“Estoy muy preocupado. No puedo dormir de noche por las detonaciones”, añade este chofer de mototaxi, que vive en el centro de la capital.
Pese a las críticas, la policía keniana aseguró el lunes que sus tropas en Haití habían logrado “avances significados”, retomando el control de “infraestructuras claves”.
Pero la mayoría de esos progresos tuvieron lugar antes de su llegada al país y fueron obra de la policía nacional, dice Da Rin.
La única operación de envergadura a la que participaron los kenianos fue, además, un fracaso. A finales de julio, una de las principales pandillas, “400 mawozo”, tomó la ciudad de Ganthier, unos 28 km al este de Puerto Príncipe, tras meses de resistencia de la población.
La PNH y la fuerza internacional intervinieron horas después en esta localidad, pero, a su llegada, los pandilleros se escondieron, esperaron y regresaron horas después, cuando la mayoría de las tropas habían abandonado el lugar.
Falta de recursos
La operación evidenció que algunas pandillas extienden ahora sus ataques fuera de la capital, lejos del alcance de la policía y la fuerza internacional, y que éstas últimas aún no tienen capacidad para mantener territorios reconquistados.
Está previsto que la misión cuente con un total de 2.500 efectivos tras el envío de agentes de Bangladés, Benín, Chad, Bahamas, Barbados y Jamaica. Sin embargo la llegada de esas unidades se retrasa y la financiación de la fuerza, estimada en 600 millones de dólares anuales, tarda en concretarse.
Estados Unidos, su mayor sostén, ha aportado más de 300 millones en fondos y material, incluidos 12 blindados a los que sumará otros 22 en los próximos días. Pero el resto de la comunidad internacional no sigue el ritmo.
“La financiación podría ser más alta. De los 85 millones prometidos (en un fondo gestionado por Naciones Unidas), se han recibido 21,6 millones”, declaró Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Según Da Rin, los futuros avances de la misión “dependerán del grado de adiestramiento y del tipo de equipamiento que tengan los contingentes de los diferentes países para operar sobre el terreno”.
El experto apunta, por ejemplo, a la necesidad de helicópteros para combatir a las pandillas.
A la espera de avances, Haití sufre una grave crisis humanitaria. En los últimos 12 meses, la violencia provocó más de 578.000 desplazados y unos cinco millones de habitantes no comen lo suficiente, según la ONU.
Para Yverose Amazan, una comerciante de Puerto Príncipe, ya es hora de que la misión internacional cambie las cosas. “Esta situación ha durado demasiado. Tienen que hacer algo antes del inicio de las clases (a mediados de septiembre)”, dice. “Me gustaría poder circular por mi país como antes de que se multiplicaran las pandillas”.