Con movilizaciones y concentraciones de un extremo a otro de la capital venezolana, el oficialismo y la oposición salieron el jueves a medir sus fuerzas en el cierre de la campaña electoral para los comicios del domingo en los que el presidente Nicolás Maduro se juega la reelección por un tercer mandato.
La campaña estuvo dominada en las semanas previas por la polarización y la tensión ante los mensajes de Maduro de que una victoria del bloque opositor, liderado por María Corina Machado con la candidatura de Edmundo González, podría desatar un “baño de sangre” en el país.
Ante varios miles de seguidores, en su discurso de cierre, Maduro llamó el jueves a los venezolanos a salir a votar el domingo y aseguró que en la votación se decidirá “el futuro de Venezuela para los próximos años”.
“Sólo nosotros garantizamos la paz y la estabilidad de este país”, afirmó el mandatario durante una multitudinaria concentración en el centro de Caracas, en la que también lanzó críticas contra sus adversarios a los que llamó “patarucos”, un apelativo para los gallos de pelea que se consideran de “mala raza”.
“¿Quién de los 10 candidatos garantiza la paz y la estabilidad?”, preguntó Maduro, de forma retórica, y preguntó a sus seguidores “si quieren que llegue un presidente monigote a privatizar”.
Desde comienzo de la jornada, el oficialismo instaló en varios puntos de Caracas tarimas para recibir a los miles seguidores de Maduro y a empleados públicos, provenientes de diferentes partes del país, que viajaron a la capital para participar en el cierre de campaña.
El mayor despliegue se concentró en la céntrica avenida Bolívar, donde al ritmo de canciones de salsa, reguetón y temas musicales que se utilizaron en anteriores campañas, se fueron aglomerando miles de manifestantes vestidos con camisetas rojas y gorras con dibujos de gallos en alusión al “gallo pinto”, que es la imagen de campaña de Maduro.
A un lado de la céntrica avenida estaba Eggla García, una jubilada de 72 años, quien afirmó que decidió asistir a la concentración por “el amor por mi presidente Nicolás Maduro y sobre todo el recuerdo de nuestro comandante (Hugo) Chávez que fue el precursor de este gran movimiento”.
García dijo que espera que el recuerdo de Chávez, que gobernó Venezuela entre 1999 y 2003, “movilice a todos a votar” el 28 de julio, fecha en la que nació el fallecido mandatario.
Sentada sobre una escalera, aguardaba el inicio del acto oficialista Dimary Romero, una promotora social de 35 años, quien vestía una camiseta con la imagen del rostro de Chávez que tenía el escrito: “La esperanza está en la calle”.
“Aquí estamos para seguir con el legado de nuestro presidente eterno Hugo Chávez”, dijo Romero.
El oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) convocó a la “toma de la Gran Caracas” con marchas y eventos en diferentes puntos dela ciudad.
La coalición opositora, que promete un cambio para Venezuela tras 25 años de gobiernos autodenominados socialistas, llamó a sus seguidores a una concentración en una barriada de clase media del este de la capital, uno de sus principales bastiones.
La avenida principal de Las Mercedes, de más de un kilómetro de largo, sirvió de escenario para la concentración opositora donde desde media tarde se se congregaron varios miles de opositores a la espera de la llegada de Machado y González.
Entre la multitud estaba Belkis Bruzual, una ama de casa de 60 años, levantando un cartel en el que se leía “Catia presente. Somos los enemigos silenciosos del régimen. No se confíen, no todo es rojo”.
Con sus ojos llenos de lagrimas, Bruzual expresó que espera que a partir del 28 de julio se abra una “nueva esperanza” que permita que sus dos hijas, que migraron hace siete años, puedan retornar al país.
“No espero nunca un mesías. Esperemos que los venezolanos resolvamos solos el problema en el que estamos metidos”, dijo la ama de casa al reconocer que el mayor reto que enfrenta la población es “vencer el miedo”.
A pesar de no conocer otros gobiernos que no hayan surgido del PSUV en las últimas dos décadas, Jorge Rosales, un publicista de 24 años, indicó que sueña con que a partir de lunes “se abra un proceso de cambio… El chavismo no sirve, el chavismo es sinónimo de hambre, es sinónimo de pobreza”.
Rosales negó que los sectores opositores al gobierno se concentren entre las clases media y alta del país, y señaló que su comunidad popular de Sarria, en el norte de la capital, es el mejor ejemplo de ello. Más temprano, Machado dijo a la prensa que las elecciones del domingo van “a pasar a la historia”.
“Vivimos el cierre de un ciclo y el nacimiento de una nueva era”, agregó.
El aspirante opositor Edmundo González calificó la campaña como “heroica” y aseguró que fue posible gracias a “la unión de todas las fuerzas democráticas y el liderazgo de María Corina Machado”.
González, un exdiplomático de 74 años, fue elegido en marzo como abanderado de la oposición luego de que la Contraloría General inhabilitara por quince años para ocupar cargos públicos a Machado y eso le impidiera inscribirse como candidata.
En Venezuela la inhabilitación política es una pena accesoria que aplica cuando existe una sentencia judicial firme por un hecho punible cuando se determina que una persona incurrió en abuso de poder, entre otros casos previstos en las leyes locales. Pero esos preceptos legales no se cumplieron en el caso de Machado, una exlegisladora de 56 años, que no tiene condena en contra.
Analistas y observadores han dicho que en estas elecciones la oposición venezolana tiene posibilidades reales de ganar.
En los 11 años de mandato de Maduro, Venezuela ha vivido la peor crisis económica y social de su historia reciente, que llevó a más de siete millones de venezolanos a migrar. El presidente prometió que a partir del 29 de julio se consolidará la recuperación y aseguró que el país ya “está renaciendo como el ave fénix”.
Durante la campaña, que se extendió por casi un mes y en la que predominó la propaganda del oficialismo en los medios locales y las redes sociales, Maduro procuró mostrarse como un gobernante fuerte y retador y recurrentemente envió el mensaje de que si la oposición retornaba al poder habría violencia en Venezuela.
Los mensajes del gobernante generaron preocupación en la comunidad internacional.
Entre los líderes mundiales que expresaron inquietud, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, admitió a inicios de semana que estaba “asustado” por los recientes comentarios de Maduro sobre que podría darse un “baño de sangre” si pierde los comicios y no logra la reelección.