Al menos 23 personas murieron por disparos de la Policía en las protestas masivas de este martes en diferentes ciudades de Kenia contra un proyecto de ley que contempla subidas fiscales, unas movilizaciones sin precedentes en la historia reciente del país, confirmaron este miércoles una veintena de ONG.
El presidente keniano, William Ruto, “ha supervisado una masacre planeada y ejecutable contra manifestantes pacíficos que salieron a las calles en todo el país para rechazar pacíficamente el punitivo Proyecto de Ley de Finanzas de 2024”, dijo en una rueda de prensa en Nairobi Wangechi Grace Kahuria, directora ejecutiva de la Unidad Médico-Legal Independiente (IMLU, por sus siglas en inglés).
La IMLU es una de las organizaciones integradas en el Grupo de Trabajo sobre Reformas Policiales de Kenia (PRWG-Kenya), una plataforma que también incluye a Amnistía Internacional (AI).
“Nada justifica el uso de munición real contra manifestantes” desarmados, destacó, por su lado, Lorna Dias, coordinadora ejecutiva de la Coalición de Gays y Lesbianas de Kenia (GALCK).
Además del número de muertos, que subió de 17 a 23 -al menos 14 de ellos registrados en Nairobi-, la plataforma documentó más de 300 heridos en todo el país, más de 50 detenciones y al menos 22 “secuestros” de activistas, unas desapariciones a manos de agentes uniformados y no uniformados que la sociedad viene denunciando desde el inicio de las protestas el pasado día 18.
Asimismo, el PRWG aseguró estar investigando una “masacre” en la que estiman que unas treinta personas pudieron morir en la localidad de Githurai (noreste de Nairobi) por tiros de la Policía cuando regresaban de la capital, pero todavía debe confirmarse lo sucedido.
La calma regresó este miércoles al centro de Nairobi, después de que los manifestantes asaltaran el día anterior el Parlamento, algo que la Policía intentó evitar, sin éxito, abriendo fuego.
Según pudo comprobar EFE, la calle del Parlamento permanecía bloqueada con una fuerte presencia de diferentes cuerpos policiales, incluyendo los grandes camiones desde donde dispararon cañones de agua para reprimir las movilizaciones, junto con gases lacrimógenos.
Equipos municipales se apresuraban a limpiar las calles marcadas por el agua teñida de rosa de los cañones y barrer los escombros, incluidos ramas, piedras y botellas de plástico en las que los jóvenes transportaron agua para aliviar el picor del gas, que se podía sentir todavía en varios puntos.
Lo que empezó como una protesta pacífica de miles de jóvenes contra las subidas de impuestos en la capital keniana -y otras ciudades en al menos 35 de los 47 condados del país- derivó en una batalla campal entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes.
En la invasión al Parlamento, los asaltantes destrozaron mobiliario, ventanas y banderas, mientras acusaban a los políticos de “traidores”, después de que 195 diputados votaran a favor del polémico proyecto de ley, frente a 106 votos en contra.
Con esta norma, el Gobierno pretende recaudar 2.700 millones de dólares en impuestos adicionales para reducir el déficit presupuestario y el endeudamiento estatal.
Sin embargo, los manifestantes antigubernamentales sostienen que esas medidas fiscales empujan a la pobreza a la población.
El pasado día 18, más de 300 personas fueron detenidas en Nairobi, mientras el jueves hubo al menos 105 arrestos en todo el país y 200 personas fueron heridas en la capital, al tiempo que murieron dos manifestantes a raíz de esas protestas (uno por el supuesto impacto de un bote de gas y otro por un disparo de la Policía).
A diferencia de las protestas antigubernamentales que históricamente ha vivido Kenia, a menudo violentas e impulsadas por líderes políticos, estas manifestaciones fueron convocadas a través de redes sociales por jóvenes de la llamada ‘generación Z’ (nacidos entre mediados de la década de los 90 del siglo XX y la primera década del siglo XXI) y mantenían hasta ahora un tono pacífico.