La odesinformación que circula sobre las inundaciones mortíferas que enlutan a Brasil tiene a la población del estado de Rio Grande do Sul en sobresalto permanente, y puso el gobierno a la defensiva.
Las redes sociales son el canal principal de difusión de una corriente continua de datos, algunos falsos, sobre una tragedia que se cobró al menos 107 vidas y que dejó a Porto Alegre (sur de Brasil) y ciudades aledañas en un estado de destrucción comparable al de una zona de guerra.
Las redes también funcionan para solicitar ayuda puntual, avisar de situaciones que requieran atención inmediata, o compartir información de interés público durante la crisis.
Expertos y socorristas advierten del impacto que la información falsa puede tener en una situación de crisis.
– “Dicen que…” –
En una serie de audios virales, una mujer dice que acaban de “matar a un socorrista”, que “hay muchos tiros”, que “llegaron tres vehículos de las fuerzas armadas” y “la cosa está fea”. Además, pide que “quien quería venir a ayudar no lo haga”. “Yo incluso estoy intentando huir de aquí”. No hay identidad, día o lugar, pero los audios circulan de todos modos.
La AFP no ubicó reportes oficiales o de prensa de socorristas muertos a tiros.
Otro ejemplo viral involucró al empresario Luciano Hang, dueño de las tiendas Havan, quien, según algunos internautas, había enviado más aviones a la zona de desastre que la Fuerza Aérea.
Pero en realidad los aviones de Hang fueron dos, frente a al menos doce de la Fuerza Aérea, un contenido verificado por el Proyecto Comprova (comprueba), una iniciativa de chequeo de datos de la cual es parte la AFP.
Para quienes dedican su tiempo a ayudar en medio de una tragedia humana como la que enfrenta el sur de Brasil, la situación es de permanente sobresalto y su actividad se ve condicionada.
“El sábado nos pasó mucho de recibir un mensaje, ir a un lugar, y que no hubiera gente allí”, relata Jessica Cardoso, corredora de seguros de 27 años que junto a su familia ha rescatado a decenas de personas varadas cerca del estadio del Gremio de Porto Alegre.
Jessica, que no confía en que en la televisión aparezca “la verdad”, utiliza sobre todas las redes sociales para informarse de lo que pasa, pero sabe que “hay fake news”, información falsa divulgada expresamente o por descuido.
Cuenta que recibió un mensaje señalando que “llegaban 300 personas (rescatadas) para Gravataí”, su ciudad, ubicada al noreste de Porto Alegre. “Nos desvivimos” para poder encontrarles refugio. El mensaje no tenía origen claro y “no era verdad”. “Dejamos de ayudar a otros” por culpa de un mensaje falso, se lamenta.
Desde entonces solo responde a pedidos concretos que incluyen “fecha y horario”.
– Vidas en riesgo –
Raquel Recuero, coordinadora del laboratorio de Investigación en Medios de la Universidad Federal de Pelotas, en Rio Grande do Sul, señala que existe “desinformación” que busca criticar a las autoridades políticas o científicas que coordinan la respuesta al desastre, basada en datos falsos.
Pero el “caso más grave” es la “desinformación específica referente a eventos puntuales sobre la crisis”; contenidos sobre que “el agua llega a localidades que están seguras, información sobre escasez de alimentos y combustible” cuando en realidad hay, explica.
Esto “acarrea comportamientos que pueden ser perjudiciales para las personas y complicar la propia crisis”, pues genera respuestas inmediatas, sostiene la experta.
Este fenómeno provoca “confusión, dificulta la toma de decisiones por parte de las personas (…) e incluso puede poner su vida en riesgo”, advierte.
Wagner Urssulin, diseñador gráfico de 37 años que colabora con las evacuaciones en embarcaciones, cree que las consecuencias de los rumores infundados son “muy grandes, porque crean un estado alarmista con personas que ya están fragilizadas”.
“El rumor pone en jaque el trabajo de mucha gente”, se lamenta el joven que prefiere informarse por una radio local, con transmisión continua sobre la crisis.
El gobierno brasileño denunció por su parte “narrativas desinformativas y criminales vinculadas a las inundaciones” con “impacto” en la “credibilidad” de instituciones como el Ejército o la Fuerza Aérea, “cruciales en la respuesta a emergencias”.
El ejecutivo pidió a la Policía Federal la apertura de una investigación sobre “eventuales crímenes” relativa a la difusión de información falsa.